El tramo de carril bici en Salamanca que lleva directo a un accidente contra los coches
El tramo que une el centro con Puente Ladrillo acaba su trayecto con un trazado sin pintar sobre la calzada y que envía a los ciclistas de frente a la circulación y sin protección
Girar con tu bici y ver de frente un bus urbano. Este es el panorama que los usuarios del carril bici que une el centro con el barrio de Puente Ladrillo se encuentran con frecuencia en el que es uno de los lugares con más riesgo potencial de la red, un punto negro en el que un trazado sin pintar, desgastado y mal pensado se convierte en un lugar a evitar.
Desde hace unas semanas, el Ayuntamiento de Salamanca está ejecutando un plan de mantenimiento de la red de carriles bici de la ciudad que, sumando los tramos hacia el alfoz, ronda el centenar de kilómetros. Los trabajos previstos se han desarrollado tras identificar los tramos más deteriorados e incluyen repintado y arreglo de baches, y desde luego son bienvenidos porque algunos de los tramos más transitados son un rosario de socavones e irregularidades.
Sin embargo, además de un mayor mantenimiento, la red ciclista de Salamanca necesita una revisión de su trazado para evitar, en la medida de lo posible, puntos negros. En los últimos años se han incorporado carriles prioritarios y zonas ciclistas en barrios enteros donde los ciclistas comparten espacio con los coches, con señales y calmado de tráfico, pero al mismo nivel.
Además del riesgo que supone circular en muchos sitios en paralelo con el tráfico o compartiendo espacio con peatones y patinetes, la red está sembrada de cruces de calzada en los que los ciclistas entran en el tráfico y también de finales abruptos. Este es uno de ellos.
Pertenece al tramo que une el centro de Salamanca con Puente Ladrillo. Arrancaría en el parking de La Radio y, desde allí, obliga a cruzar una avenida (con semáforo) y circula sobre una acera cuyo borillo separa a los ciclistas de los vehículos. Hasta ahí, bien. El problema llega a la altura del parque dedicado a Tomás Bretón.
La salida a Jesús Arambarri es un giro a la izquierda en el que el carril bici mantiene sus dos sentidos. El problema es que están trazados directamente sobre la calzada ocupando el carril derecho de la circulación rodada. Si lo hacemos correctamente en bicicleta, nos veremos de frente a los vehículos sin que nada lo impida.
Y esto no es una hipótesis. Como usuarios hemos podido comprobar que el riesgo existe y ocurre porque no hay una separación física que lo impida. Los coches pueden circular por los dos carriles, igual que el bus urbano, que tiene su parada unos metros más allá y que, de hecho, debe invadir el carril ciclista para hacerla, algo parecido a lo que ocurre con la acera del palacio de Abrantes, otro punto peligroso del tráfico que no se ha sabido resolver.
La precaución llama a no usar este tramo final del carril bici una vez salimos del parque. No existe una separación física y el carril ciclista carece de lo básico; no está pintado y las líneas blancas están desgastadas. Sí que están colocados unos bolardos plásticos, llenos de golpes, que protegen el giro en el paso de peatones, pero nada impide que los coches se hagan al carril de la derecha.
Los coches sí tienen una señal de peligro que avisa de la presencia de bicicletas, pero no impide que pueda ocupar el carril derecho de circulación en el que coincidirían con bicicletas.