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La reconstrucción de lo que fue un antiguo edificio en el extremo final de la Gran Vía ha obligado a proteger una pequeña joya del patrimonio, un escudo nobiliario con cerca de 500 años de antiguedad que pasa muy desapercibido, pero que destaca en lo que fue una de las zonas monumentales más relevantes de la ciudad.
Se trata del escudo de don Diego de Velasco, una pequeña pieza ubicada en un edificio de la calle del Rosario. Las obras en la construcción han obligado a tomar ciertas cautelas para asegurar su conservación, ya delicada, por el estado en el que se encuentra. Un vestigio de lo que fue un importante barrio conocido como el corralito de Santo Tomás por la cercana iglesia, a la que este escudo está ligado.
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Hace unos días, el edificio apareció con andamios y mallado para evitar desprendimientos de las obras que se están acometiendo. Para que no se produzcan daños en el blasón, que está protegido en el catálogo municipal, Patrimonio autorizó el desmontaje del escudo bajo su supervisión técnica.
La ocasión sería ideal para mejorar la situación del escudo, que no recibe las atenciones que merece. Actualmente, este medio escudo esquinero del obispo Velasco se encuentra en muy mal estado y rodeado de cables que lo afean, impiden verlo y complican su conservación.
El escudo se encuentra ahora mismo en el muro medianero entre dos propiedades una de ellas una pequeña casa de dos plantas que es la que va a ser reformada y la otra un solar abandonado y vacío. Según la ficha municipal, el escudo corresponde a ese solar.
Comparte espacio con varios edificios notables. Por un lado, el colegio de San Ildefonso, de estilo Barroco y fundado en 1610 por Alonso López de San Martín. Se conserva su sobria fachada.
En frente se encuentran el Colegio de Calatrava y, muy cerca, la iglesia de Santo Tomás Cantuariense, románica del siglo XII, la primera fuera de Inglaterra que se dedica al primado de Inglaterra Tomas Beckett, obispo de Canterbury. Esta iglesia daba nombre a la cercana plaza o corralillo de Santo Tomás, cerrada por varias construcciones y con sólo dos salidas a la calle del Rosario.
El escudo está dedicado a un personaje fundamental para el florecer monumental de esta zona de la ciudad alejada de la zona antigua. Se trata de don Diego Velasco, obispo de Gallipoli, fundador en 1510 del colegio de Santo Tomás Cantuariense, vinculado a la cercana parroquia.
La prematura muerte de su fundador en 1512 impidió el completo desarrollo del colegio que acabó siendo incorporado al Seminario Conciliar en 1783 y posteriormente utilizado como convento de la Caridad. Otro escudo de D. Diego Velasco estuvo en la chimenea de la churrería que existió en la zona y la vecina iglesia de Santo Tomás Cantuariense conserva su tumba.
Este escudo que ahora se conserva está prácticamente en la salida de la calle Rosario, que tiene una peculiar historia. Seguramente, se trataba del camino que llevaba de San Esteban a Santo Tomás, aludiendo a las iglesias románicas de San Esteban, fundada por Godino de Coímbra en 1106 y mantenida por su familia, y la de Santo Tomás de Canterbury o Cantuariense, fundada en 1175 por los hermanos ingleses Ricardo y Radulfo y dedicada a Tomas Beckett, obispo, santo y mártir.
La presencia en la zona de varias comunidades religiosas le otorgó con el tiempo u alto nivel de relevancia, cultural y monumental, en la ciudad. La calle de Rosario también pudo recibir ese nombre de la capilla del Rosario que se levantó en el lado norte de la iglesia de San Esteban o del Hospital que se ubicó allí hasta finales del siglo XVI.
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