Los vecinos de Huerta Otea reclaman mejoras en el servicio de autobuses
El 'cruising', los camiones y la suciedad en el sector nuevo tampoco gustan a los residentes de este joven y privilegiado barrio
El barrio de Huerta Otea es uno de los más jóvenes de la ciudad. Tanto en construcción como en edad media de su población. Por eso sus circunstancias son muy diferentes a las de otras zonas de la ciudad con una población envejecida y un urbanismo antiguo. La presidenta de la asociación vecinal Huerta Otea, Elena Rodríguez, es muy consciente de ello y de que además, la inyección económica que suponen la Estrategia de Infraestructura Verde SAVIA, el Proyecto LIFE Vía de la Plata y el EDUSI TORMES+ repercute en una buena proporción en este entorno.
No obstante, los residentes en este barrio que cuenta con pocos locales comerciales y carece de servicios públicos reclaman una mejora en el transporte público y otras opciones de movilidad. Actualmente solo tienen una línea de autobuses, la número 13, que no cumple con los horarios y siempre llega con retraso. La futura línea 14, que les comunicará con el Hospital y el barrio de El Zurguén será un gran avance y supondrá que cada 10 minutos pasará un bus por el barrio, frente a los 20 minutos largos e imprecisos de ahora. Pero mientras eso llega, dado que no hay una fecha en el horizonte, la asociación considera que lo mínimo sería lograr que fueran puntuales.
Para el nuevo sector del barrio, en cambio, no está prevista la llegada de ninguna línea de autobuses. El colectivo vecinal está negociando con el Ayuntamiento flote alguna lanzadera para comunicarlos con las paradas más cercanas, pero no parece sencillo.
Problemática
Los problemas que preocupan a los residentes se concentran alrededor de esa zona nueva. Por allí se practica 'cruising' (encuentros sexuales entre desconocidos), aparcan camiones y se acumula suciedad desde hace años en solares desocupados. Un panorama que desagrada a las jóvenes familias, que tratan de evitar esos rincones espinosos.
Por lo demás, Elena Rodríguez considera que tienen un barrio privilegiado. «Aunque fue diseñado como una ciudad dormitorio, los vecinos decidimos que no fuera así. Ahora es como un barrio-pueblo», afirma. Destaca la buena convivencia que tienen en un entorno tan cómodo y verde. Hay un buen número de familias con mucha implicación en todo lo que se hace y los niños, que tienen sus grupos de amigos, pueden permitirse cierta independencia. Desde que se construyó la plaza, llena de juegos infantiles, se convirtió en el centro neurálgico de Huerta Otea. Es el lugar en el que se celebran las fiestas.
Allí están además el bar, el kiosco y los pocos espacios comerciales de la zona. Conseguir su urbanización fue un logro de las reivindicaciones de la asociación, que también consiguió en sus inicios que el autobús llegara al barrio y una sede desde la que el colectivo ofrece a los residentes numerosas actividades que contribuyen a que puedan disfrutar de un ocio de calidad juntos y sin tener que trasladarse a otros lugares de la ciudad.
Zumba, Yoga, Entrenamiento Hit e Inglés son algunos de sus talleres. Pero en un barrio tan verde y lleno de niños nació hace un año una iniciativa única en la ciudad. Se trata de Tribu Otea, una ludoteca ambiental que permite a los pequeños participantes darle esquinazo al déficit de naturaleza mientras juegan al aire libre y conocen la fauna y la flora de la ribera del Tormes. En este segundo curso han creado un segundo grupo ante la demanda existente.
En este barrio joven también hay un lugar reservado para la tradición. La presidenta vecinal recuerda que comparten la sede con el grupo folklorico Surco, que imparte clases de dulzaina y percusión tradicional.
«Aunque fue diseñado como una ciudad dormitorio, los vecinos decidimos que no fuera así.»
Elena Rodríguez
Rodríguez espera que las nuevas «infraestructuras verdes» como la lonja de los huertos ecológicos de la ciudad, a la que los vecinos pueden acceder tan solo cruzando la nueva pasarela sobre el Tormes, sirva también para dinamizar la vida en la zona. Y no solo beneficiaría a Huerta Otea, sino a otros barrios trastormesinos. Porque no toda la vida cultural de la ciudad tiene que pivotar sobre el centro de Salamanca, defiende. De hecho, la asociación vecinal espera poder contar con estos espacios para desarrollar algunas de las actividades que tiene pensadas, como los mercadillos de intercambio que quiere organizar trimestralmente después del éxito que obtuvo el primero, celebrado el pasado mes de septiembre.
En los presupuestos participativos, el colectivo que preside ha pedido una piscina cubierta y zonas deportivas que aprovechen los solares municipales amplios que quedan en la zona. Por lo demás, solo hay otros dos asuntos que preocupan a los vecinos pero que «dependen del civismo». Uno es la velocidad a la que circulan los vehículos por algunas calles del barrio. El otro las cacas de los perros por las calles. Pero nada de esto estropea el ambiente vecinal y amable de este entorno con buen paisaje a orillas del río y vistas a la Catedral.