La vida nocturna de un basurero de Salamanca que muestra lo que ocurre cuando la ciudad duerme
Andrés, basurero en Salamanca desde hace más de 20 años, relata cómo es trabajar de noche durante muchas horas vaciando los contenedores de algunos barrios
Cada noche, cuando la ciudad se recoge y las calles quedan en silencio, comienza otro ritmo en Salamanca: el de los camiones de basura que recorren las calles. Una profesión que comenzó a finales de los años 80 de la mano de asociaciones de vecinos de los barrios que recogían el papel periódicamente con una furgoneta alquilada -antes de que tomase el relevo el ayuntamiento- y que se ha ido transformando con el paso del tiempo.
Detrás de este engranaje nocturno está Andrés, operario del servicio de limpieza desde el año 2000. «Entré sustituyendo unas vacaciones como barrendero, y al año siguiente ya estaba de conductor recogiendo los contenedores», recuerda. Su jornada arranca en el depósito. Los trabajadores fichan, preparan los vehículos y revisan cada detalle: aceite, anticongelante y estado general. Luego introducen sus datos en el sistema del camión, que identifica quién lo conduce. A las 22:30 horas, todos los vehículos salen uno tras otro hacia los distintos barrios. «A esa hora empieza la noche», cuenta Andrés.
Cada conductor tiene un recorrido concreto. Andrés recoge 147 contenedores en la zona de Vistahermosa-Chamberí-Buenos Aires-avenida de Lasalle en una ruta que dura aproximadamente cinco horas, si no surge ningún imprevisto. El servicio dispone actualmente de diez camiones de carga lateral -que pueden almacenar hasta 9.000 kilos de basura-, uno de carga trasera y otro destinado a recoger muebles y enseres.
«Lo más peligroso son las calles más concurridas y zonas de ocio nocturno»
En cuanto a los riesgos del trabajo, lo tiene claro: «Lo más peligroso son las calles peatonales, especialmente en zonas de ocio nocturno. Hay mucha gente, los camiones son muy grandes y la visibilidad es poca por la noche». Las calles estrechas y el tráfico añaden dificultad, aunque les ayuda el eje trasero direccional del camión, que facilita maniobrar.
Otros servicios -como la recogida de cartón, envases o vidrio- trabajan de día y no sufren tanto estos peligros. Precisamente por ello, todas las unidades (más de un centenar de vehículos entre camiones de los diferentes servicios y unidades auxiliares) se resguardan en el depósito durante la noche.
«La tecnología ha transformado por completo el proceso de recogida»
La profesión ha cambiado mucho. «Antes íbamos tres en un camión: el conductor y dos detrás del camión, agarrados. Ahora voy solo», explica. Aquellos operarios se encargaban de vaciar los antiguos contenedores, más pequeños, ligeros y móviles. Hoy la tecnología ha transformado por completo el proceso: los camiones incorporan cámaras por todos lados y pantallas que guían los movimientos. En el salpicadero, el camión lleva una pantalla desde la que se controla el movimiento y varios botones que activan la grúa. «Cuadras el contenedor con las líneas de la pantalla, mueves el joystick para levantar el camión, descargar e iniciar el descenso y cuando sale la luz verde, a por el siguiente contenedor».
También recuerda algunas anécdotas. Algunas divertidas y otras no tanto. «Más de una vez alguien ha intentado subirse al camión», relata. Otras situaciones son más desagradables: «Hemos encontrado animales muertos dentro de los contenedores». Y sobre cómo responde Salamanca a la limpieza, Andrés es sincero: «La gente sigue dejando colchones, sofás y otros objetos apoyados al lado de los contenedores, lo cual dificulta más el trabajo, pero es inevitable», lamenta.
«Nosotros trabajamos cuando nadie mira, pero se nota cuando no estamos»
A pesar de las dificultades, Andrés disfruta de su trabajo como el primer día y mantiene la misma precisión. Sabe que su labor -constante e invisible para muchos- es la que permite que al amanecer las calles estén un poco más limpias. «Nosotros trabajamos cuando nadie mira, pero se nota cuando no estamos», dice antes de subir al camión para empezar la noche. Y quizá ahí reside el verdadero valor de su oficio: en mantener el orden nocturno para que cada mañana la ciudad pueda empezar de nuevo con las calles limpias«.