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Andrés Hernández muestra dos objetos adquiridos a través del grupo. Álex López
El Wallapop de la calle para compartir objetos gratis a través de Whatsapp

El Wallapop de la calle para compartir objetos gratis a través de Whatsapp

Más de 130 personas forman parte del grupo 'No lo tiro, Salamanca' que intercambia toda clase de objetos para darles una segunda vida: suben las ubicaciones donde encuentran todo tipo de cosas para tirar, pero en buen estado

Ana Carlos

Salamanca

Miércoles, 24 de enero 2024

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Todo comienza cuando Andrés Hernández, un «garrider» de toda la vida, se compra un piso en el barrio. «El inmueble estaba totalmente decorado a lo «Cuéntame» y por mi conciencia ecológica tenía claro que no iba a tirarlo», asegura. Como ya formaba parte de distintos grupos como la Ecored, El Banco del Tiempo y otros similares, comienza a intentar desprenderse del mobiliario a través de ellos. Sin embargo, es Fridays For Future Salamanca quien le da una nueva alternativa.

La organización, compuesta en su mayoría por estudiantes, tiene un grupo de Whatsapp que desde la pandemia ha quedado en desuso. Es el que utilizaban los miembros que se marchaban de la ciudad tras concluir sus estudios para donar todas las cosas que tenían en sus pisos y que no se iban a llevar a sus casas. Eso le facilitaba al resto conseguir gratis lo que necesitaban para los suyos.

De este modo, Andrés se convierte desde hace algo más de año y medio en el nuevo administrador. Añade al grupo a un centenar de participantes de las entidades antes citadas, así como de senderismo y de los huertos ecológicos: una base de personas con una sensibilidad ambiental y social similar a la suya.

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Es así como nace esta especie de Wallapop de la calle en el que la gente regala cosas a las que quieren darle una segunda vida. Pero siempre a cero euros, porque el requisito fundamental es que se hagan donaciones o intercambios, pero que nunca haya dinero por medio.

Prohibidas las contraprestaciones económicas

Como bien explica el impulsor de la propuesta en las normas que envía a todos los nuevos miembros «Cualquier contraprestación económica, reventa del objeto en otra aplicación o similar supondrá la expulsión y bloqueo del grupo. No estamos en contra de la venta de segunda mano que consideramos una solución ecológica pero para eso ya hay muchas aplicaciones y páginas de anuncios, no es el objetivo de este grupo».

En este sentido, apunta que Vinted y Wallapop han hecho una gran labor de concienciación sobre la reutilización y han eliminado intermediarios en la venta de cosas de segunda mano. Son plataformas muy útiles, pero hay personas que, por distintos motivos, quieren deshacerse de las cosas en menos tiempo y regalarlas y grupos como este, en Whatsapp, son un cauce muy ágil para hacerlo. Desde su puesta en marcha la iniciativa supone un éxito. Andrés logra darle otra oportunidad a muebles y otros objetos de su nueva casa. De hecho, consigue dar todo lo que había en un dormitorio y adquirir todo lo que necesita para convertirlo en un despacho.

El administrador es consciente de que algunas cosas que se ponen a disposición de los demás en el grupo tienen cierto valor económico. Algunos de los muebles de los años 60 que ofreció podían haber sido bastante cotizados en los circuitos adecuados. Por eso hace un seguimiento de los objetos para comprobar que no son posteriormente vendidos a través de otros cauces. Por el momento, asegura, no se ha producido ningún problema de este tipo.

También cuida de que no haya aprovechados que se dediquen a acaparar donaciones sin dar nada a cambio, por ello supervisa cada intercambio en el grupo y de forma privada tiene controlado que nadie se dedique a acaparar bienes sin ofrecer nada a cambio.

Aunque en la actualidad hay en el grupo poco más de 130 miembros, por él ya han pasado unas 300 personas. Algunas, como muchos estudiantes, sólo permanecen en él una temporada, en lo que distribuyen los objetos de los que quieren desprenderse antes de una mudanza, o en otro momento en el que por distintos motivos tienen prisa por deshacerse de ellos.

El ámbito de actuación de esta iniciativa es «Salamanca y alrededores», aunque Andrés deja a juicio de los participantes la interpretación de lo que consideran «alrededores ». En cualquier caso, acota «hasta donde se pueda hacer la entrega». Y aunque lo habitual es donar, también se puede pedir lo que se necesita por si alguien lo tiene y está dispuesto a regalarlo.

Funcionamiento sencillo y con algunas normas

Para regalar algo, hay que publicar una foto del objeto con una breve descripción. A los nuevos participantes se les aconseja, por cortesía y para romper el hielo, ofrecer algo aunque sea simbólico, antes de pedir algo o hacerse con un objeto ofrecido por otro usuario. Pero no es obligatorio.

Aunque las transacciones son para los miembros del grupo, se permite solicitar u ofrecer bienes para otras personas, especialmente en los casos en los que alguien quiere desprenderse de ellos y pasan más de 48 horas y nadie lo ha pedido.

Como regla general el objeto es asignado a la primera persona que lo solicita, pero la persona que lo ofrece siempre tiene la decisión de a quién se lo da. Una vez decidido, se ponen en contacto por privado para la entrega.

Está permitido ofrecer objetos rotos o estropeados, pero es algo que hay que indicar de forma clara en el anuncio. Muchos miembros del grupo son «manitas» capaces de arreglarlos para que vuelvan a ser útiles, incluso alguno se puede ofrecer para hacerlo para otra persona. «Me fastidia que ya no tenemos casi tiendas de reparación y que te digan que es más barato comprar uno nuevo», lamenta Andrés, que señala que en países como Marruecos siguen arreglando cosas que aquí se consideran irreparables.

Juguetes y ropa de niños pequeños, muebles, objetos relacionados con hobbies abandonados (desde revistas y patrones de punto de cruz a pesas y otros elementos deportivos, por ejemplo), útiles para mascotas, electrodomésticos y adornos aparecen con frecuencia en el grupo.

También se comparten libros, cómics y algunos objetos que han formado parte de colecciones. Andrés, que en su día coleccionaba vinilos, ve con satisfacción cómo muchas personas son capaces de ofrecer cosas con las que durante mucho tiempo mantuvieron gran apego para que otras las sigan disfrutando.

Entre las cosas más curiosas que recuerda que han pasado por el grupo, el administrador recuerda sacaleches y objetos de maternidad, cómics de los años 70 y objetos domésticos de cierta antigüedad.

Un radar de objetos tirados a la basura

Una de las nuevas aportaciones que se ha incorporado al grupo es una especie de radar de objetos tirados a la basura. Cada vez es más habitual que cuando alguien quiere deshacerse de objetos útiles o más voluminosos, los deje al lado de los contenedores para que puedan ser vistos y rescatados. Por eso, recientemente Andrés y otros miembros han empezado a subir la fotografía y la ubicación de lo que se encuentran: bicicletas para niños, triciclos, somieres, zapatos, pero sobre todo muebles son algunos ejemplos.

En ocasiones, cuando una persona se muestra interesada en alguno de estos objetos pero no puede acudir en ese momento a recogerlos, otros compañeros se ofrecen a hacerlo para dárselos posteriormente.

A Andrés esto le trae a la memoria un episodio de su infancia. Aunque su padre era el director de un centro educativo y no tenía necesidad, siendo un chaval se iba a recoger cartones para venderlos con otros chicos del barrio.

Cuando su familia se enteró le pidieron explicaciones. Él les contó que se lo pasaba bien yendo por las casas y recogiendo estos residuos. Y de las ventas obtenía un pequeño beneficio económico que le permitía comprar golosinas sin el férreo control paterno. En casa, tras estos argumentos, le permitieron seguir haciéndolo. Nunca ha estado bien visto recoger cosas de la basura, añade, pero es una forma de evitar que se desperdicien numerosos recursos. En esta línea apunta que hace muchos años en Malasaña los artistas recogían muebles de la basura para decorar sus pisos.

Y no se trata de algo del pasado. Al contrario. Existen en Instagram numerosas cuentas tanto de distintas ciudades de España y otros lugares del mundo (desde París a Milán) a que promueven el «stooping», es decir, la recogida y reutilización de los muebles y otros objetos que otros tiran a la basura. Andrés está a punto de crear una con los hallazgos del grupo para Salamanca.

Desde Malasaña, Barcelona, Vitoria, Lugo, o Vigo, entre muchos otros sitios, los usuarios ya comparten la imagen y la ubicación, junto a la fecha y hora, de maravillosos hallazgos que si no nadie lo remedia terminarán eliminados por los servicios de limpieza municipales. Esta corriente también arrasa al otro lado del Atlántico, con participantes muy activos en Nueva York.

Llamada a la participación por conciencia ecológica

El administrador de No lo tiro, Salamanca, desea que esta iniciativa crezca o que sirva de estímulo para el nacimiento de otras similares. Cuantas más personas compartan lo que no usan, se evitará la creación de más residuos y el consumo de mucha energía y recursos para generar otros nuevos.

Por eso invita a las personas que quieran participar a solicitar su entrada en el grupo a través del correo electrónico nolotirosalamanca@gmail.com. Hasta ahora los participantes procedían de otros grupos o llegaban de la mano de otros miembros, pero a más integrantes, más posibilidad de que a alguien le encaje lo que se ofrece y que la rotación de objetos sea más rápida.

Eso sin duda multiplicará la necesidad de supervisión para que siga funcionando con equilibrio y transparencia como hasta ahora, pero no tiene miedo de que surjan problemas porque hasta ahora considera que lo máximo que se han producido son «malentendidos» o algún gesto que se podría considerar de mala educación, pero sin mucha más relevancia y que han sido resueltos tras hablar con las partes de forma privada.

En general, destaca, quienes participan en estas iniciativas son personas concienciadas y con buenas intenciones. «Solo nos mueve la conciencia ecológica. Nuestro objetivo es que nada que pueda usarse acabe en la basura», concluye.

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