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Gerardo Daniel Cuadrado y Adolfo Gerardo Sardón, en la Plaza Mayor de Salamanca. José Manuel García

De Argentina al pueblo de Salamanca con 30 habitantes donde nació su abuelo

A través del proyecto Añoranza, dos argentinos han podido conocer el municipio donde sus antepasados se criaron

Laura Linacero

Salamanca

Domingo, 16 de noviembre 2025, 20:16

En las calles estrechas podían escuchar el ruido de principios del siglo XX -o al menos imaginarlo-. Frente a las casas que un día estuvieron habitadas por sus antepasados, sentían algo «imposible de explicar». Sentados en los bancos parecía que podían ver la vida de entonces. Rodeando la iglesia replicaban los suspiros de aquellos años. Más de doce horas en avión separan a Gerardo Daniel Cuadrado y Adolfo Gerardo Sardón de los pueblos que escriben la historia de su familia. Desde Argentina hasta tres municipios que aguardan en cada rincón la explicación de quiénes son hoy.

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En el caso de Gerardo Daniel Cuadrado, su abuelo nació en Ahigal de Villarino, un municipio de apenas 30 habitantes en la comarca de Vitigudino. Ve el cartel que anuncia la entrada del pueblo y siente que su abuelo le acompaña. No está de manera presencial pero le lleva consigo. «Cuando íbamos en el taxi lo veía a mi lado, con su gorra y su saco», comenta visiblemente emocionado Gerardo. Su abuelo nació en Ahigal de Villarino en el año 1878 y fue con apenas catorce años cuando emprendió su camino a Argentina. «¿Cómo se enteraron en ese momento de que podía haber una oportunidad allí?», se pregunta.

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Aún conserva como un tesoro el billete de barco que le llevó desde España al otro lado del charco para buscarse la vida. Nunca más volvió a Salamanca. «El único que ha vuelto después de más de cien años he sido yo», añade orgulloso. Era una promesa consigo mismo, con su abuelo, con sus raíces y con su historia familiar. «Él me hablaba de España, me contaba que fue monaguillo de Villarino aunque era reservado para hablar de esos años», recuerda. Por ello la iglesia de Ahigal de Villarino era una de las paradas más especiales para él. «Él me hablaba de todas las cosas que se desarrollaban en la iglesia y toqué las paredes. Era una sensación tremenda, imposible de contar», añade.

Le cuesta contener las lágrimas porque detrás de esa mañana recorriendo Ahigal de Villarino, se esconden décadas esperando que llegue el momento. «Desde que era pequeño y mi abuelo me hablaba de este pueblo de Salamanca soñaba con venir. Decía: 'Yo un día voy a ir a Villarino' y lo he conseguido. Ha sido como cerrar un ciclo», comenta. Ahora sabe que no será el último Cuadrado que pase por esas tierras charras. «Tengo cinco hijos y sé que en algún momento van a venir», asegura Gerardo. Andar sobre los pasos de su propia familia, la herencia que toma y el legado que deja.

Así lo interpreta también Adolfo Gerardo Sardón Santos. No es la primera vez que viene a Salamanca para recorrer los pueblos salmantinos que habitaron sus antepasados: Puertas y Arcediano. Incluso sus hijas han podido transitar las calles que en su día anduvieron, en su caso, su bisabuelo y su tatarabuelo. Una ilusión que avivó su padre desde que eran pequeñas. «En mí está muy vivo el sentimiento castellano y desde niñas he intentado que también lo tuvieran presente», comenta Gerardo. Por ello, haber tenido la oportunidad de replicar esos pasos más arcaicos provoca en él un sentimiento indescriptible. «Te corre algo por el cuerpo», añade.

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En su visita se presentó ante la puerta en la que su abuelo vivió. «Me senté en el portal de su casa y pensé: 'El abuelo también se ha sentado aquí», recuerda emocionado. Los dueños actuales de esa residencia le mostraron el interior de la casa y una energía especial que reconoce «es muy difícil de explicar» le invadió. Accedió también a la iglesia donde, según le contaron, el retablo que contiene fue obra de su bisabuelo Facundo. Y le queda una cosa por averiguar. «En la campana de esta iglesia está mi apellido Sardón y me gustaría saber si realmente corresponde a mi familia», apunta curioso.

«En mí está muy vivo el sentimiento castellano»

Indagar para conocer más de su familia y, por tanto, de él mismo. Ese es uno de sus objetivos puesto que su abuelo era bastante reservado para narrar sus recuerdos en tierras charras. Abandonó el pueblo a los once años para asentarse en Argentina. «Mi abuelo junto a otros paisanos del pueblo se fueron a labrar el campo, era muy común en aquellos años ese tipo de inmigración», añade. Allí formó una familia con nueve hijos y de esa unión nacieron otras dos generaciones que ahora tratan de ahondar más por sus orígenes. «Desde los años 60 hasta ahora no hemos tenido relación con la familia española», apunta.

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Ahora a través del móvil tienes la posibilidad de contactar con cualquier parte del mundo en milésimas de segundos. Con estas facilidades, intenta que ese vínculo que durante décadas estuvo difuso, no quede en el olvido. Una rama más de este árbol que plantó su bisabuelo, regó su abuelo, cuidó su padre, mantuvo Gerardo, ahora da fruto con sus hijos y ojalá siga ganando altura con sus nietos.

Recepción de los integrantes del Programa Añoranza. Junta de Castilla y León.

El Proyecto Añoranza permite cumplir sueños

El Programa Añoranza, impulsado por la Junta de Castilla y León, está diseñado para que los socios de las Casas de Castilla y León en el extranjero, mayores de 60 años y con recursos limitados, puedan realizar una estancia temporal en Castilla y León durante 7 días. Gracias a esta iniciativa, 14 ciudadanos de origen castellano y leonés residentes en Argentina, Cuba y Uruguay pueden reencontrarse con su tierra, su cultura, su historia y sus tradiciones, participando en una variada y completa agenda de actividades. Personas como Gerardo Daniel Cuadrado y Adolfo Gerardo Sardón que agradecen esta posibilidad que para ellos tiene tanta importancia. «Vale oro este programa», definen. Una iniciativa que da la vuelta a la definición de añoranza por la RAE: «Recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido». Ellos recuerdan con alegría la presencia y existecia de su querido pueblo y sus queridos abuelos.

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