La Covatilla y el milagro de esquiar en Salamanca: mucha nieve artificial para empezar su temporada clave

Disfrutar de la nieve a una hora de Salamanca y a un paso de Madrid o Extremadura. Esto es lo que siempre ha ofrecido la estación de esquí de La Covatilla, en la sierra de Béjar, una de las más meridionales de España y de Europa y que, en un contexto de cambio climático, quiere subirse al carro de un turismo de esquí en expansión a nivel internacional: la paradoja de un mundo que sabe que cada vez habrá menos nieve, pero que no quiere dejar de esquiar.

La estación de esquí de Béjar abre sus puertas este día 5 de diciembre para una nueva temporada, pero no una cualquiera, sino la que se quiere sea la de un nuevo impulso. Y el día que la visitamos nos recibe con nieve en las pistas, lo que es una bendición porque es lo que lo mueve todo, se esquíe o no. La pasada temporada fue la del contraste entre un éxito de público indiscutible y una gestión con fallos, que no aprovechó la ingente cantidad de nieve natural que cayó, algo excepcional en el actual contexto climático. El resultado, pistas blancas, pero poco esquí más allá del nivel de debutantes. Una temporada perdida en ese sentido.

El problema de fondo apunta al ya famoso telesilla de la estación, ya en fase de reparación y que, cuando se arregle, puede ser la guinda de la temporada del cambio en La Covatilla. El nuevo equipo de Gobierno que entró en verano, con el alcalde Antonio Cámara al frente (PSOE) y el apoyo de Tú Aportas Béjar ha puesto la estación y sus planes de futuro en el centro del objetivo. Consideran que es un motor envidiable para la zona, pero que hoy por hoy es un motor 'que no tira' porque no se ha gestionado bien. Y el primer paso ha sido una puesta a punto total.

Al margen de la factura del telesilla, se ha invertido en contratación de nuevo personal, en la reparación de buena parte de las instalaciones y equipamientos y en recuperar los planes de expansión y crecimiento. Hay inversiones previstas para gastar los 4 millones de euros del plan previsto para la zona de Béjar (pagan Junta y Diputación): ahora, arreglo de desagües, desbroce de pistas, reparación de edificios... y para el futuro, nueva cinta capotada, máquinas, motonieves y el telesilla.

Eso incluye el proyecto para crear una residencia de estancia en altura para deportistas. El edificio ya está escogido, es el de la actual escuela, y se ha puesto al frente a un referente de las carreras de montaña, el bejarano Miguel Ángel Heras, un mito del running en altitud. La idea es precisamente diversificar la actividad, difundir las cualidades de la zona para el entrenamiento y sumar días de funcionamiento fuera de temporada.

También se tiene en cuenta la accesibilidad por su carretera, una ascensión que da al norte y que está llena de nieve y hielo con frecuencia. Ahí se trabaja con la Diputación y con maquinaria propia. No es la estación con la mejor climatología (sufre también mucho viento además de las bajas temperaturas), pero sí da para disfrutar de la montaña cuando hace buen tiempo.

El objetivo ha sido tenerlo todo listo para este puente de diciembre porque el turismo de nieve va a más, lo que es una paradoja. Cada vez nieva menos en todas partes, también aquí; La Covatilla y Navacarros disfrutan de importantes precipitaciones, pero la nieve se ha desplazado a las cotas más altas: más abajo, suele ser más en forma de lluvia. Nieva menos días y menos cantidad y más arriba, la cota más difícil de la estaicón y a la que ahora no se llega.

En cuestión de quince años, las nevadas se han reducido en todas las estaciones de esquí del mundo y, en España, se sabe que todas aquellas en el nivel de los 2.000 metros están condenadas a desaparecer o al albur de la climatología: cada vez habrá menos años de mucha nieve y más de gran escasez. En el gráfico inferior se aprecia la tendencia a la baja en días de nieve, tanto en cima como en base, y cantidades en la estación bejarana.

La ventaja es que La Covatilla tiene frío, mucho frío, y eso le permite sacar su arma secreta: su arsenal de cañones para fabricar nieve artificial que llevan días en marcha. Puestos a punto también, y tirando de grandes cantidades de agua, han sido suficientes para, con ayuda de alguna pequeña nevada, cubrir toda la zona de debutantes, las cuatro pistas, que será con las que empiece la temporada este puente. En este sentido, la pequeña estación es como las grandes, que no dejan de invertir en cañones para asegurarse el blanco elemento.

Estarán también disponibles la cafetería, la tienda (ya abastecida de productos) y el servicio de alquiler de ropa y arreglo de esquís. El día de nuestra visita también hay cobertura de móvil e Internet (satélite). Además, será una de las estaciones más baratas de España: no se ha modificado la ordenanza de precios municipales.

Con frío, cafetería y cañones, la estación bejarana tiene opciones de luchar contra la falta de nieve y mantener su oferta en un momento importante. Según los informes del sector, el interés por el esquí no decae pese a la merma de la nieve disponible. Ese interés se fundamenta en los cambios de gustos: los esquiadores quieren nieve, pero también buen tiempo y planes alternativos. Según el informe internacional más reputado, el de Laurent Vanat, el número de 'forfaits' vendidos es estable y la duda ya no es si el sector sobrevivirá al cambio climático, que lo hará, sino hacia dónde irá el negocio.

En ese negocio están un puñado de estaciones en la comunidad. Están las de León, La Pinilla en Segovia, la salmantina y las modestísimas Lunada en Burgos, para esquí de fondo (Valle del Sol es ya solo parque de nieve), y el Punto de Nieve Santa Inés en Soria, la más pequeña de España: un telesquí, una pista principal y 1,8 kilómetros. Pero es un negocio que sigue vivo en Castilla y León.

La prueba es lo que ocurrió hace un año cuando el estreno de temporada en Béjar fue un exitazo y sólo había parque de nieve y cafetería. Lleno total y mucho público, que es parte de lo que pide el nuevo turista de esquí: algo que hacer cuando acaba sus bajadas. Gastronomía, naturaleza y ocio son sus principales demandas. Sólo le falta más nieve y manera de llegar a las pistas para aumentar los kilómetros esquiables, muy pocos las dos últimas temporadas.

El concejal delegado para la estación en el Ayuntamiento de Béjar, Javier Garrido, confirma estas premisas. «Hemos decidido abrir porque el puente de diciembre es un punto muy importante para los ingresos de hostelería y restaurantes», reconoce y por eso el 5 de diciembre estaba marcado en rojo. Eso ha hecho girar algunas decisiones de gestión. «La familia viene mucho a la estación de esquí de Béjar, tanto para que los niños vean la nieve como para disfrutar con trineo o pala de nieve, y vamos a destinar una de las pistas de debutantes al trineo», asegura.

Con parte de ese negocio se cuadran las cuentas de la estación, que además es cabeza tractora de actividad en la comarca, a través de reservas en hoteles y restaurantes, turismo rural, otras actividades o regreso de visitantes. Genera 50 empleos directos en su momento de más actividad, y los indirectos en el turismo. ¿Cuántos? Eso quiere saber el equipo de Gobierno, que quiere números y certezas, no suposiciones, para basar la gestión.

La estación cuenta con un presupuesto de 1,3 millones de euros de los cuales un año bueno puede recuperar 2 millones... o quedarse en la mitad de lo que gasta si el clima la deja sin nieve. Esta temporada ya tiene asegurados los ingresos por los 'bautismos blancos' de la Diputación de Salamanca, el Ayuntamiento de la capital quiere fechas... y también las tiene confirmadas la Diputación de Badajoz.

La instalación más importante del dominio esquiable en esta abrupta sierra es un 'ovni' que debería llevar a los aficionados a las pistas a más altura, a 2.300 metros, pero hace cerca de dos años que no es posible esquiar donde más y menor nieve hay porque este teleférico no funciona. Durante años se retrasó la revisión oficial y, entre el uso, las condiciones adversas y la falta de mantenimiento, acabó por averiarse. Y la reparación no era fácil.

Durante toda la temporada pasada se mantuvo la esperanza de que se pudiera realizar la inspección V7 y ponerla a funcionar, pero la realidad es que no había ni una sola posibilidad. La pieza estaba tan deteriorada que había que desmontarla, no se hizo y se perdió todo el año.

Tras llegar al gobierno municipal, el nuevo equipo se fijó como prioridad recuperar esta instalación, clave para atraer más esquiadores: son los que llegarían para usar las pistas en las cotas superiores. Se desmontó el reductor, una pieza de miles de kilos, y se ha mandado a Francia para una reparación completa.

La pregunta es si estará a tiempo para la temporada. Y no es imposible. La pieza será tratada este diciembre y, si no hay más sorpresas, regresaría a Béjar en unas semanas. Faltarían instalarla, volver a montar todo el sistema, ponerle las sillas y pasar la revisión V7. Si el telesilla de la estación vuelve a moverse, La Covatilla habrá dado un gran paso hacia un futuro algo más claro.

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