Diez momentos de la Semana Santa de Salamanca 2025

Se veía a Tomás muy pensativo a la salida del Resucitado de la capilla de la Vera Cruz. A la cuarta fue la vencida para la cofradía más antigua de la Semana Santa salmantina, pero la suspensión de tres de los cuatro desfiles procesionales que realiza la Vera Cruz decanta la balanza de lo agridulce hacia el lado más amargo. Una vez terminado un espléndido Domingo de Resurrección, ya se abre el camino hacia el próximo año, donde se espera que el tiempo permita que la cofradía vuelva a poner sus extensos patrimonio e historia en las calles salmantinas.

Capirotes y costales mojados esperan a su cristo. «No entramos hasta que no entre el paso» dice uno de los costaleros de la Cofradía del Rosario que esperan junto a la puerta del Obispo, en la Catedral Nueva, a que Jesús de la Redención encuentre refugio tras verse sorprendido por una intensa lluvia la tarde del Sábado de Pasión. Cuando el cristo llega a la esquina de la calle Benedicto XVI, una joven pide que se cierren los paraguas al grito de «Si se moja Jesús, nos mojamos todos», mientras se desprendía del suyo. Un gesto que siguieron los que estaban a su lado. Una señal de respeto y devoción tanto a la imagen como a quienes estaban sufriendo las inclemencias del tiempo.

Y Jesús Despojado volvió a vestir de blanco un Domingo de Ramos. Desde la primera vez que lució este color en 2016, hermanos, fieles y devotos han tenido que esperar casi una década para volver a ver a su cristo con esta vestimenta. En esta segunda vez, la túnica blanca lució bajo la luz de una soleada tarde que permitió darle un brillo todavía más especial a las más de seis horas de procesión.

La de 2025 ha sido una Semana Santa diferente y dura al ser la primera tras la marcha de Lorenzo Rodríguez Durán, Loren, fotógrafo y creador de contenido cofrade fallecido el pasado mes de septiembre. Muchos han sido los recuerdos y homenajes que se han ido sucediendo estos días, siendo uno de los más especiales el de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis. Una medalla y una llamada al paso como símbolo del recuerdo eterno y que su mirada y toda la luz que trajo a cofrades y compañeros de fatigas fotográficas nunca se apagará.

La Seráfica Hermandad volvió a partir en procesión desde las Úrsulas. La histórica casa del Cristo de la Agonía volvió, este año sí, a abrir sus puertas para que la hermandad de lila y blanco recorriese Salamanca otro Jueves Santo cargada de estrenos. Uno de ellos alargó la salida de la hermandad. Las dimensiones del nuevo paso del Cristo de la Agonía obligaron a sacar al cristo casi tumbado. Las tareas de colocación y sujeción demoraron unos minutos la puesta en marcha de un cristo que volvió a mirar cielo de Salamanca, pero esta vez un poco más de cerca.

Larga se había hecho la espera para la Hermandad del Amor y la Paz tras las lluvias del año pasado y también larga fue la de quienes esperaban al otro lado del Puente Romano la llegada de la procesión desde el Arrabal. El blanco cortejo partía de la ribera trastormesina a las 20.30 y, más de una hora después, el público salmantino seguía esperando la llegada de los primeros hermanos a los pies del Lazarillo. Eso sí, se esperó pero no se desesperó, ya que nadie se movió de su sitio desde la Ribera del Puente hasta el Jardín de la Merced.

Dos hermandades, dos advocaciones, dos madres y una gran devoción frente a frente en la madrugada salmantina. La Soledad volvía recibir en su casa a Nuestra Señora de la Esperanza en el paso por la Catedral de la Hermandad Dominicana. La «Señora de Salamanca» concediendo la venia a la otra Señora en su Año Jubilar. En septiembre se volverá a repetir este encuentro.

Entre la lluvia y el viento, no todo iban a ser penas, también hay espacio para las risas. Justo antes de que se abriese la puerta de la parroquia de Jesús Obrero de Pizarrales, el hermano de la Hermandad del Silencio que estaba organizando la procesión desde el micrófono del altar, preguntó por si alguien había dejado un 'capuchón' en la sacristía y, al ir a cogerlo, se había llevado otro. Tras preguntarlo dos veces, a la tercera añadió «es que se ha llevado el mío y este no me vale», levantando el capirote rojo que tenía en sus manos, aprovechando para preguntar si alguien lo reconocía. Entre las risas de los presentes, apareció el dueño de dicho capirote. Cada uno con su vestimenta en su sitio, ya pudieron bajar a disfrutar de una procesión en versión reducida en recorrido, pero no en sentimiento.

Sones de despedida en la Agrupación Musical María Santísima de la Estrella. Víctor, líder y alma de la agrupación de Carbajosa, anunciaba antes del Domingo de Ramos que esta sería su última Semana Santa trompeta en mano. Una vida entregada al crecimiento y defensa de una agrupación, con las alegrías, penas, experiencias y sinsabores que, en no pocas ocasiones, trae el mundo musical cofrade. A pesar de su juventud, Víctor se ha acabado convirtiendo en un referente para muchos de esos jóvenes que hoy en día conforman «La Estrella».

Fue pisar, dos años después, la calle y notar algo extraño en el Jesús Resucitado. Tardamos en darnos cuenta, pero al titular de la Vera Cruz el Domingo de Resurrección le faltaban las potencias que suelen coronar su cabeza. Algo anecdótico para unos, desapercibido para otros y motivo de debate en un sector de las redes cofrades. Sea como sea. Se acabó convirtiendo en la última de las imágenes distintivas de la Semana Santa 2025.

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