Rubén Julián Zazo. Hermano mayor
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Luz, Sabiduría y una eterna promesa universitaria. La Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora Madre de la Sabiduría es una de las hermandades señeras de la Semana Santa salmantina y su tradición más pura. Mantiene la penitencia y la austeridad desde sus orígenes como una seña de identidad que ha ido pasando a través de las generaciones sin cambiar ni un ápice. No se puede entender la Pasión charra sin la estampa del extraordinario paso de madera de nogal sobre el que van la Luz del Hijo y la Sabiduría de la Madre en el centro del Patio Escuelas, rodeados de hábitos negros, cruces de madera y sandalias, mientras se promete el mayor de los silencios en la noche del Martes Santo.
En la Clerecía todo vuelve a estar dispuesto para la llegada de otro Martes Santo, la Sabiduría vuelve a mirar a la Luz. Y de volver, en este caso a la normalidad y la rutina, nos habla Rubén Julián Zazo, Hermano Mayor de la Hermandad Universitaria: «El año pasado fue algo extraordinario, con el 75 aniversario, y este es la vuelta a la rutina, que al final es la vuelta a lo de siempre. En definitiva, no hay novedades, no hay nada nuevo. En muchos ámbitos se dice que la mejor noticia es la ausencia de noticias, así que con normalidad, con las prisas típicas de última hora, con nervios e ilusión y con ganas de otra noche de Martes Santo».
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Unas prisas acrecentadas por lo temprano de esta Cuaresma, aunque sin mucha influencia en la preparación: «Los que estamos en este mundo, una vez que acaba el Domingo de Resurrección ya estamos viendo el calendario del año siguiente. Cuando llegan estas fechas, es cuando más se mueve todo. Surgen cosas de última hora, es cuando más se mueve el tema de gestiones en la hermandad, como los hábitos o las cuotas. Las altas son cuando más se hacen, a partir de inicio de Cuaresma. El hecho de que haya una Cuaresma tan temprana como esta sí que se nota. Pero al final es lo típico, los trámites anteriores, las noticias, las entrevistas… Todo eso siempre llega. Este año hemos tenido menos tiempo desde Navidad, pero ya contábamos con ello».
En cuanto al crecimiento de hermanos en el último año, una grata sorpresa: «No es sorprendente, por una parte, porque es, más o menos, el mismo número de altas de otros años, que nos movemos entre las diez o quince altas, pero sí que la sorpresa tal vez esté en que ha habido bastantes adultos que se han dado de alta para ser hermanos de cruz. Eso sí que es un poco novedoso, porque otros años era más repartido entre niños (hijos, sobrinos y familia de hermanos) y algún adulto. Es una buena noticia».
En una Semana Santa en la parece primar la novedad y el estreno, con problemas para atraer a la franja de edad juvenil, ¿cómo se consigue, en una hermandad tan tradicional, seguir sumando hermanos?: «No es la hermandad que más tirón tenga a nivel social. No somos la hermandad que más vida social tenga, que más vida de hermandad tenga, que más actos tenga durante todo el año, pero sí es verdad que somos una hermandad que el día de la procesión tiene una fidelización bastante alta de sus hermanos. El que se hace de esta hermandad es porque realmente hay algo que le mueve a ser de esta hermandad. Viene al Martes Santo y sabe a lo que viene, sabe que viene a llevar unas alpargatas muy sencillas, a llevar una cruz y tal vez sea ese el secreto de esa fidelización. Puede que seamos de las hermandades con menos altas, pero se compensa porque apenas hay bajas y hay un goteo constante cada año de esas altas, por lo que hay el suficiente relevo para que se pueda seguir creciendo un poquito. De hecho, ese es el objetivo, seguir consolidando. Se va viendo, por ejemplo, en el tema de la carga, que de unos años para acá sí que hay un cambio importante».
El principal acto, y el más característico, de la procesión de la Hermandad Universitaria es la promesa de silencio en el Patio de Escuelas. A pesar de ello, se valora como fundamental el acompañamiento musical y los sonidos propios de la hermandad, incluido el del propio silencio: «Hay días que todos nos levantamos con una canción, que estamos todo el día dándole vueltas. La música contribuye a crear una atmósfera, incluso el propio silencio. Escuchar el silencio es una parte importante para que en la procesión se consiga uno de los objetivos que, en realidad, es el objetivo de cualquier cofradía, invitar al recogimiento, a la oración y a la reflexión y que haya un ambiente propicio para esa reflexión. La música es importante, tanto lo que se cuida en el Patio Escuelas, con las piezas del coro que se eligen, como durante toda la procesión, con un repertorio fúnebre, un repertorio acorde a lo que es la hermandad. Y el acompañamiento del Trío Christus, que es una estructura muy definida y muy característica de lo que somos y de lo que se recuerda. Tú escuchas determinadas marchas y piensas en un Domingo de Ramos por la tarde, piensas en Miércoles Santo por la noche y escuchas otras y piensas en el Martes Santo. Es parte de la seña de identidad. Creo que todo eso, una buena estética, cuidada a nivel de exorno floral y de música, es fundamental porque todo eso ayuda a llegar aún más a ese sentimiento al que se quiere llegar con cualquier procesión.»
Sobre el rumbo de la Semana Santa y de la Hermandad Universitaria dentro de ella, Rubén nos asegura que es «lo más difícil de todo. Seguir sobreviviendo al paso del tiempo procurando mantenerse todo lo posible fieles a los orígenes. Cuando dicen 'la Hermandad Universitaria es una hermandad fácil', bueno, hay una responsabilidad. Qué tocas en la Hermandad Universitaria, qué haces para seguir manteniéndote en los orígenes fundacionales y, al mismo tiempo, meterte en un mundo en el que las devociones cambian, las situaciones cambian, los lugares de culto cambian, la iglesia está cerrada al culto, la realidad universitaria cambia, la mentalidad cambia… Mantenerse ahí es difícil. El rumbo al final es la continuidad. Y si este año ha habido bastantes altas de adultos y de gente que a lo mejor ya terminó la carrera hace unos años y dice 'siempre quise salir con la Universitaria', pues es porque hay algo ahí que llama a unos pocos, por lo tanto, el relevo está asegurado unos cuantos años.
La Semana Santa de Salamanca no sé qué rumbo tiene. Siempre digo que hay que conquistar al salmantino. Lo que deberíamos plantearnos es cierta viabilidad a ciertos años. Todos tenemos prisas, todos tenemos urgencias, pero eso de andar a última hora… Hay que plantearse empezar a trabajar pronto para luego no tener problemas a última hora. Reforzar todo eso y hacer algo para llegar a Salamanca. Si Salamanca se echa a la calle para celebrar la Semana Santa, hay que convencer al salmantino que sin cofrades no hay procesiones. Tenemos que hacer algo para convencer a esa gente de que participe en las procesiones, porque luego las calle están llenas».
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