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Nunca hay que dar por muerto al Bayern de Múnich. El histórico conjunto alemán tiene espíritu de campeón. Apenas unos días después de ceder el trono de la Bundesliga tras once títulos consecutivos, confirmó su resurrección en la Champions, esa competición que ha conquistado seis veces. Lo logró imponiendo de nuevo su colmillo, un pragmatismo puramente germano que superó a la poesía del Arsenal, impotente para rebelarse ante el decisivo gol de Kimmich.
Otra vez el balón para el Arsenal, con el Bayern a la espera de aprovechar cualquier opción a la contra para explotar su velocidad y esa considerable pegada que sostuvo a los alemanes en Londres. Y es que a los bávaros les hace falta lo mínimo para generar peligro, como demostró un acrobático remate de Harry Kane tras el centro de Kimmich. Enfrente, control de balón 'gunner', pero estéril. Mismo guion que en la ida.
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Isaac Asenjo
Las largas posesiones del Arsenal se toparon una y otra vez con el despliegue táctico del Bayern, que amenazó recurrentemente a través del vértigo de Sané. Solo Martinelli parecía conocer la ruta hacia la puerta germana, lo que convirtió al brasileño en la opción prioritaria para Arteta. Sin embargo, Mazraoui fue el que más se aproximó al gol para refrendar el colmillo bávaro.
Bayern
Neuer, Kimmich, De Ligt, Dier, Mazraoui (Kim Min-jae, min. 76), Laimer, Goretzka, Sané (Upamecano, min. 89), Musiala, Guerreiro y Kane.
1
-
0
Arsenal
Raya, White, Saliba, Gabriel, Tomiyasu (Nketiah, min. 86), Odegaard, Jorginho (Gabriel Jesus, min. 68), Rice, Saka, Havertz y Martinelli (Trossard, min. 68).
Gol: 1-0: min. 63, Kimmich.
Árbitro: Danny Makkelie (Países Bajos). Amonestó a Laimer, White, Kimmich y Gabriel Jesus.
Incidencias: Partido de vuelta de cuartos de final de la Liga de Campeones en el Allianz Arena de Múnich.
Al paso por la media hora de juego el partido al fin se abrió con los remates desde la distancia de Musiala y Odegaard, que hicieron entrar en calor a Raya y Neuer, hasta ese momento inactivos. Mejor el Arsenal en el tramo final del acto inicial aunque máxima igualdad al descanso. La resolución del partido y la eliminatoria en un tablero de ajedrez, la electricidad del Bayern contra la paciencia del Arsenal. La partida la desequilibró un gran centro de Guerreiro desde la izquierda y el martillo de Kimmich para incorporarse y ejecutar de cabeza.
Contra las cuerdas, Arteta recurrió a Gabriel Jesus y Trossard, el binomio que cambió el partido en Londres, pero su apuesta no fue suficiente para discutir la sensación de dominio del Bayern, más cerca de la sentencia. No logró el segundo y la tranquilidad, pero lo cierto es que preservó su ventaja con un tremendo oficio, ese que siempre se espera del tradicional dominador del fútbol germano. Esta temporada no reina en Alemania, una auténtica sorpresa, pero todavía puede hacerlo en Europa.
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