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Hace apenas unos días tuvo una rotura de fémur. Sin embargo, no falta a su cita con la Media Maratón de Salamanca. Vicente saluda en la Feria del Corredor. Todo el mundo le conoce. Su cara resulta familiar a cualquier aficionado al atletismo de la ciudad. Pero, ¿y su historia? Rodando por las calles de la ciudad patrimonio de la humanidad, se lleva los aplausos y la admiración de un público entregado. Le ven con su equipación, sus gafas de sol y un movimiento de brazos acompasado a su compañero, también sobre ruedas, pero en bicicleta.
Más de 100 son las carreras en las que ha participado y más de 100 son los huesos que se ha roto a lo largo de su vida. Padece osteogenesis, una enfermedad basada en la falta de colágeno en los huesos, lo que conlleva una fragilidad extrema. Él presenta el grado más alto -más grave-, que suele suponer la muerte en los primeros meses de vida. Sigue aquí. Más vivo después de cada carrera en la que participa. Es increíble.
«Creo que mi enfermedad no me impide hacer deporte, sino que me ha motivado a hacer deporte. Otra de las secuelas de la enfermedad es la pérdida de masa muscular y debilidad de ligamentos, por lo que trato de contrarrestarlo continuamente haciendo deporte. Si bien es cierto, a veces he llevado mi cuerpo a extremos en carreras de montaña, por ejemplo», explica.
Desde muy pequeño quería ser ciclista y eso trató de imitar, aunque sus referentes no existían. En Salamanca suele ser el único que compite en silla de ruedas y en las grandes carreras en las que ha competido como Madrid o Valencia, aunque el número aumenta, siguen siendo muy pocos.
«Para mí cada carrera es un reto personal, porque en muchas ocasiones he sido el primero y el último, especialmente en los puertos de montaña».
Cada pregunta viene acompañada de una respuesta, pero también de emoción. Los ojos de Vicente brillan cuando repasa su etapa pasada y presente como deportista y su apertura hacia un futuro: «Supongo que he sido pionero. Ahora lo veo con otra perspectiva, en ese momento no lo veía así. Creo que he abierto puertas. Me encanta que venga más gente».
Por primera vez en la historia la Media Maratón de Ciudad de Salamanca pasaba por el Patio de Escuelas, un momento único que, sin embargo, vino acompañado de un gran esfuerzo económico y material por parte de la organización de la carrera para que personas en silla de ruedas pudieran participar y disfrutar igualmente de las vistas. En concreto, Vicente, único atleta de su categoría.
¿Ocurre esto en otras competiciones? «No en todas, hay muchas que no están adaptadas. Fuera de Salamanca es cierto que elijo aquellas que están adaptadas y en las que la organización nos lleva en volandas», reconoce.
¿Por qué se emociona? «Porque me gusta mucho correr en Salamanca. Me emociona el trato y me anima. Yo tengo una edad y cada vez me cuesta más, pero con el apoyo que recibo... es más fácil. Ha habido carreras en las que si no hubiera tenido el ánimo del público, no hubiera podido», finaliza.
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