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«No somos raras, somos únicas». Han elegido un deporte menos habitual, ninguna niña o niño en su clase comparte su afición, tampoco lo ven en las noticias y muchas veces están supeditadas a los horarios del fútbol o baloncesto. Sin embargo, ellas son «únicas», «especiales». El Club Salmantino de Gimnasia Rítmica de Salamanca es una familia. Se puede ver en apenas cinco minutos de un entrenamiento rutinario.
Es viernes y a las 17:00 h. entra uno de los grupos más numerosos. Todas saben lo que deben hacer y no hay que llamar la atención a ninguna, acuden porque quieren no por imposición ni obligación. Ellas disfrutan de la disciplina de la gimnasia y con edades comprendidas entre los 7 y los 18 son puntuales en su rutina semanal. Todas compiten y algunas han participado en el Campeonato de Mallorca, otras lo harán en los próximos días en Cádiz. Quieren hacerlo lo mejor posible, pero lo que más quieren es viajar juntas.
¿Aceptan la etiqueta de deporte 'minoritario'? «De minoritario nada. Es minoritario para los medios de comunicación, a nivel de licencias federativas... de minoritario nada. Por ello cuesta iniciarse, pero es un público fiel. Es un deporte que haces porque te gusta, no por monotonía, es muy difícil seguir un ritmo a este nivel. Si no lo amas, no sigues; ni a nivel de gimnasia ni de entrenadora. Cuesta iniciar, pero este deporte te devuelve todo por mil después. El balance siempre es positivo», aclaran.
El club cumple 9 años. Su entrenadora Elena cuenta que sólo quería una pequeña escuela. Nada más lejos de la realidad. Su 'patrimonio' ha llegado a 110 niñas, dos colegios y la Escuela de Villares de la Reina. Acompañada por Paula, ex gimnasta internacional, aleccionan más allá del deporte. «Esto es una escuela de vida. Yo puedo estar en un mal momento personal que vengo aquí y se me pasa todo», señala Elena, quien ha visto todas sus expectativas colmadas con el simple hecho de volver a amar un deporte que tuvo que dejar por una fuerte lesión.
¿Qué ha pasado durante estos nueve años para que todo cambie? «Que engancha, que ellas se hacen mayores y quieres seguir, que quieren ir a campeonatos... nos hemos ido formando a la par, también creciendo. Tenía niñas de 5 o 6 años y aquí siguen con 15. Son amigas y quieren vivir experiencias juntas. Todo lo mueven ellas y hacen conmigo lo que quieren», apunta.
El respeto y cariño que las pequeñas tienen a su entrenadora es casi palpable. «Son especiales. Podría decirte algo de cada una de ellas. Tengo la suerte de no conocerlas solo en el pabellón, mi relación con todas va más allá de estas puertas. Son especiales. La gimnasia les ha ayudado mucho a muchas, entre ellas se apoyan y, efectivamente, no han elegido el camino fácil. Es un deporte muy bonito, pero complicado para ellas y para los padres».
Más allá del deporte. «Creo que todo lo que se aprende en un deporte se aplica después a la vida, pero la gimnasia es muy intensa. Se vive con los nervios a flor de piel al jugártela en un minuto y medio, no tienes partidos todos los fines de semana. Procuro por eso que disfruten del proceso que es lo que realmente les servirá en la vida. Hablamos de constancia, de disciplina, de empatía hacia el otro, compañerismo... Podría decir mil valores y no entraría la flexibilidad que es en el que todo el mundo puede pensar. Que apliquen ya esos valores en su vida personal y en los estudios para mí vale más que cualquier resultado».
Tímidas pero con ganas de hablar, dos de las niñas más mayores que entrenan en el pabellón de la Sindical se acercan a la cámara. Ellas comenzaron el mundo de la gimnasia rítmica con apenas cinco años y hoy ya se han convertido en entrenadoras de primer nivel para ayudar a Marta y Paula.
«Cuando íbamos a los campeonatos ayudábamos a las entrenadoras y ahora queremos seguir haciéndolo. Como es algo que nos gusta y que queremos seguir haciendo... queremos enseñar este deporte a las niñas: la pasión, disciplina, las amistades, aprender a ganar y a perder, a controlar las emociones... el deporte nos enseña mucho«, alegan.
Después de hablar con todas y de formar parte del entrenamiento llega el espectáculo final, un grupo de niñas que bailan juntas desde hace tres años nos deleita con uno de sus números.
Qué mejor final.
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