El G20 de los desencuentros
Los países industrializados exigen a Moscú que detenga la guerra y Lavrov los acusa de reunirse solo para abroncar a Rusia, en una asamblea con EE UU presente donde se ha preferido evitar la tradicional foto de familia
m. pérez
Viernes, 8 de julio 2022, 14:48
La reunión del G20 en Bali pasará a la historia de las grandes citas internacionales como ejemplo de desencuentros frente al entendimiento. No solo desde el punto de vista político e ideológico, sino del simplemente físico. Una circunstancia totalmente predecible en la primera reunión de alto nivel desde el inicio de la guerra de Ucrania en la que han participado los ministros de Exteriores occidentales, pero también su homólogo ruso. De transfondo, el boicot a Moscú contemplado en las sanciones internacionales y discursos que unos y otros no querían oír, lo que se tradujo en auténticas estrategias para evitar tratarse, escucharse y, finalmente, para irse a casa sin la tradicional foto de familia.
Las principales veinte potencias industriales y emergentes del mundo, el G20, han exigido este viernes a Rusia que ponga fin a la guerra. Lo han hecho en una sala de conferencias donde la ofensiva contra Ucrania ha creado firmes solidaridades y enemistades irreconciliables. La asamblea de ministros de Exteriores ha supuesto para Moscú romper el cordón sanitario de la comunidad internacional. Por primera vez ha sido preciso admitir en una cita de este calado a un cargo del Kremlin, Serguéi Lavrov, en contra del aislamiento impuesto por los gobernantes occidentales. Ha primado el deseo expreso del presidente de Indonesia, Joko Widodo, de buscar vías de diálogo y de paz que solucionen un conflicto cuyas consecuencias tienen envergadura mundial. Widodo incluso ha invitado a sus pares ruso, Vladímir Putin, y ucraniano, Volodímir Zelenski, a participar en la reunión de gobernantes del G20 prevista en noviembre.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el canciller ruso, Serguéi Lavrov, han coincidido en el foro. No se veían desde días antes de la invasión de Ucrania y en esas ocasiones fueron para negociar que no comenzará la guerra. «Lo que hemos escuchado hoy es un gran coro de todo el mundo, no sólo de Estados Unido, sobre la necesidad de poner fin a la agresión», ha explicado Blinken a los periodistas. La reunión se ha iniciado, de hecho, con un llamamiento de las autoridades indonesias a detener el conflicto para frenar la tragedia sobre suelo ucraniano y la crisis energética y alimentaria en todo el mundo. «Es nuestra responsabilidad terminar con la guerra más temprano que tarde y resolver nuestras diferencias en la mesa de negociaciones, no en el campo de batalla», ha señalado la ministra indonesia de Relaciones Exteriores, Retno Marsudi. Lavrov ha atendido imperturbable su discurso. Marsudi ha recordado que, «como siempre», la población civil y «los países pobres y en desarrollo son los más afectados».
La reunión ha generado múltiples conversaciones entre cancilleres. Blinken, como había adelantado la Casa Blanca, ha evitado reunirse con su homólogo ruso, pero sí ha mantenido entrevistas con los ministros de Francia y Alemania. Asimismo, ha hablado con un representante del Gobierno británico, cuya jefa de la diplomacia ha debido quedarse en Londres por la crisis que atraviesa el gabinete y que ha supuesto la renuncia de Boris Johnson al liderazgo del Partido Conservador y, en el plazo de tres meses, al cargo de primer ministro. Blinken ha transmitido a sus interlocutores que la guerra en Ucrania es «injustificable y no provocada», y ha atribuido las culpas de la inflación energética y el peligro de hambruna a Moscú. «A nuestros colegas rusos: Ucrania no es su país. Su grano no es su grano.¿Por qué bloquean los puertos? Deben dejar salir el grano», ha exclamado Blinken.
La distancia con Lavrov no ha podido ser más abismal. «No fuimos nosotros los que abandonamos los contactos, fue Estados Unidos», ha dicho éste, tras asegurar que Rusia no tomará esta vez iniciativa alguna para acercarse a la Casa Blanca. «No vamos a correr detrás de nadie para sugerir reuniones». El canciller ruso ha considerado «delirante» el rumbo que ha tomado la reunión del G20 y afeado a sus colegas occidentales que la «utilicen» para abroncar a Moscú en vez de abordar los «problemas de la economía mundial». «Durante la discusión, los socios occidentales han evitado seguir el mandato de (la agenda) del G20 de tratar temas de la economía mundial» y se han «desviado casi inmediatamente hacia la crítica delirante de la Federación Rusa. 'Agresores', 'invasores', 'ocupantes', hemos oído muchas cosas hoy», ha advertido Lavrov, que se ha ausentado cuando el ministro ucraniano Dmytro Kuleba (por videoconferencia) y su homóloga alemana, Annalena Baerbock, han tomado la palabra. Lavrov tampoco ha querido estar presente durante la condena de Blinken a la actitud de Rusia. La organización ha informado que en esta ocasión no habrá foto de familia de todos los ministros.
La agitada cumbre diplomática del G20 ha incluido una declaración de la Unión Europea que culpa a Vladímir Putin de las consecuencias de la guerra. Está en manos del mandatario ruso poner fin a un conflicto «sin sentido» y evitar una «catástrofe» alimentaria y energética, ha afirmado el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell. «Una respuesta rápida a muchos de estos problemas sigue estando en manos de un hombre: el presidente Putin», ha sentenciado el diplomático, antes de hacer hincapié en la necesidad de solucionar el bloqueo de cereales en los puertos ucranianos. Lavrov ha replicado a Borrell que Moscú está dispuesta a sentarse con Ucrania y Turquía para abordar la exportación del cereal, aunque no hay ninguna fecha determinada.