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Ciudadanos asaltando el Capitolio el pasado 6 de enero efe

Trump siguió el asalto al Capitolio por televisión, sin hacer nada para impedirlo

La comisión que investiga la insurrección acusa al magnate de pasividad mientras los asesores del vicepresidente se despedían por radio de sus seres queridos

mercedes gallego

Corresponsal en Nueva York

Viernes, 22 de julio 2022, 07:47

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¿Dónde estaba Donald Trump durante las tres horas críticas en las que sus seguidores vandalizaron el Capitolio en busca del vicepresidente y los líderes del Congreso para lincharlos? ¿En la famosa Sala de Tensión destinada a los momentos de crisis? ¿Reunido en el Despacho Oval? No, en el comedor, viendo la tele.

Para visualizar la escena, el comité bipartidista que investiga la insurrección, mostró anoche, en su última audiencia de la temporada, una maqueta del Ala Oeste que ilustra hasta lo que veía en ese momento en las pantallas: el asalto en tiempo real a través de Fox News. No fue hasta que el presentador informó de que el Pentágono había despachado 1.800 tropas para reconquistar el palacio legislativo que Trump accedió a las súplicas de grabar una declaración conminando a sus seguidores a que volvieran a casa.

El golpe había fallado, era hora de sumarse a los que defendían la democracia y ejercer de presidente, más que de cabecilla de las turbas. El asalto al Capitolio costó la vida a diez personas, incluyendo a cuatro policías que se suicidaron en los días que siguieron y 140 que resultaron heridos. Todo el mundo en la Casa Blanca entendía lo que estaba pasando. «Estábamos en shock», admitió asesor de seguridad nacional al que el Comité garantizó el anonimato. «Todos sabíamos lo que implicaba. Aquello ya no era una manifestación. Si Trump iba al Capitolio se iba a convertir en un golpe, en una insurrección». Y de ahí que todos trataran de impedirlo.

Trump no llegó a leer la declaración que le redactaron, sino «lo que le salió de la manga». Empezó echando más leña al fuego, repitiendo la mentira del fraude que había propiciado la violencia. «Os entiendo, se lo que duele. Nos han robado las elecciones», les aplaudió. «Os amamos, sois muy especiales, pero ahora tenéis que iros a casa».

Cuatro horas de descontrol

Eso es lo que él hizo, marcharse a sus aposentos y dar el día por concluido, a pesar de que a esas horas seguían saltando las ventanas en el Capitolio y la Guardia Nacional entraba al asalto. El jefe del estado mayor, general Mark Milley estimó a los líderes del Congreso que se tardía un mínimo de «cuatro o cinco horas» en recuperar el control del edificio y permitir que pudieran volver al hemiciclo para certificar los resultados electorales. La votación ocurrió finalmente pasadas las 3 de la madrugada.

«Mike Pence me ha dejado colgado», fue lo único que farfulló el presidente a quien le acompañó a sus aposentos esa tarde. Ciertamente el vicepresidente, que ostenta un puesto ceremonial al presidir la votación, se sabía ese día en la picota. Trump había intentado persuadirle de que abortase el proceso con el argumento de que las elecciones habían sido fraudulentas en algunos estados clave, pero sus abogados le habían dejado claro que no había indicio alguno de que eso fuera cierto, ni disponía de la capacidad legal para evitar la certificación de los resultados.

Y Pence, que había sido leal a Trump durante toda la presidencia, decidió ese día que hasta ahí había llegado. Temeroso de que el mandatario hubiera enviado a los Servicios Secretos a secuestrarle, se negó a subir a la limusina cuando empezó la violencia y quisieron evacuarle. «¡Pence se ha plegado, Colgad a Mike Pence!», gritaba la turba. Tan escalofriante era la situación que los miembros de su equipo «comenzaron a temer por sus propias vidas» y llegaron a despedirse de sus seres queridos, contó el asesor de seguridad nacional que testificó desde el anonimato. «Hubo muchos gritos, muchas llamadas personales por radio, era muy perturbador, no me gusta hablar de ello», recordó traumatizado. «Hubo llamadas a sus familiares para despedirse».

Mientras Pence daba órdenes a los líderes del Pentágono para que enviasen tropas y recuperasen el control, Trump seguía encerrado solo en el comedor con la esperanza de que sus seguidores cambiasen el rumbo de la historia. «Bueno, supongo que están más enfadados que tú con el resultado de las elecciones», le dijo al líder republicano de la cámara Baja, Kevin McCarthy, que le había llamado para suplicarle que interviniese.

No aceptó los resultados

Al menos dos altos cargos de la Casa Blanca, que declararon ayer bajo juramento, dimitieron ese día porque no querían tener que «defender lo indefendible», testificó anoche Sarah Matthews, secretaria adjunta de Comunicación. Si Pat Cipollone, abogado de la Casa Blanca, no dimitió fue porque temía que le sustituyese «alguien que le había dado muy malos consejos al presidente», dijo en referencia velada a Rudy Giuliani. Esa misma noche, como si no hubiera pasado nada, el ex alcalde de Nueva York llamó a varios senadores para intentar convencerles de que no aceptaran el resultado de las elecciones, según el mensaje que dejó grabado con su propia voz en el contestador equivocado cuando intentó llamar al senador Tommy Tuberville, uno de los muchos documentos inéditos que se oyeron anoche. El propio Trump al día siguiente, cuando el Congreso ya había terminado la labor electoral, se negó a aceptarlo. «No quiero decir que las elecciones se han acabado», se revolvió en una de las tomas falsas aireadas ayer, en la que se oye a su hija Ivanka de fondo, instruyéndole para que grabe el mensaje con el que salvar la cara.

«Trump no erró al no actuar, sino que eligió no actuar», concluyó el congresista de su partido Adam Kizinger, parte del comité. «La turba estaba logrando su objetivo, por supuesto que no iba a intervenir». Esos 187 minutos de silencio, solo, frente a la pantalla de televisión, son la prueba más concluyente de que el mandatario era cómplice, por activa o por pasiva, de ese intento de golpe de estado que pudo haber cambiado el mundo.

Con esa conclusión el comité descansa hasta septiembre, fecha en la que promete volver con una nueva temporada del drama que ha tenido a medio país pegado a la televisión a lo largo de mes y medio. El receso permitirá recolectar los testimonios de otros testigos que se sientan conminados a declarar, ahora que la verdad ha salido a la luz, aunque solo sea para salvar su lugar en la historia, como los hijos de Trump quisieron que su padre hiciera ese día.

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