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Un militar ruso se dirige a un puesto de control en una localidad conquistada en el Donbás efe

Un británico capturado por fuerzas prorrusas muere en la cárcel

Downing Street considera «muy preocupante» el fallecimiento del cooperante Paul Aurey, detenido bajo la acusación de mercenario por los separatistas de Donetsk, que atribuyen el óbito a sus «dolencias crónicas»

M. pérez

Viernes, 15 de julio 2022, 14:42

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El Gobierno británico ha calificado de «muy preocupante» la muerte en una prisión de Donetsk bajo control prorruso de uno de sus ciudadanos, Paul Urey, de 45 años, capturado en abril y acusado de haber combatido en el Donbás como mercenario. Urey es el primer extranjero que fallece en una cárcel separatista desde el inicio de la guerra de Ucrania. El examen forense atribuye el óbito a un fallo multiorgánico derivado de la «serie de enfermedades crónicas» que padecía el detenido. La versión del Gobierno de la autroproclamada República Popular de Donetsk ha sido rebatida desde Londres. La ONG Presidium Network asegura que Urey era un cooperante independiente y que fue detenido junto a un compatriota, Dylan Healy, de 22 años, mientras intentaban rescatar a una familia ucraniana atrapada en medio de los combates en Zaporiyia. La madre del fallecido, Linda Urey, se ha confesado «absolutamente devastada», según informa el canal Sky News, por el fatal desenlace después de semanas en las que pidió la liberación de su hijo y que se le suministraran los medicamentos adecuados.

Según medios occidentales, los dos cooperantes realizaban labores de ayuda humanitaria. No pertenecían a ninguna asociación, pero sí mantenían contacto con Presidium Network. Fueron vistos por última vez el 25 de abril en un puesto de control ucraniano. Después cruzaron a territorio ocupado y fueron arrestados al llegar al primer control de las tropas separatistas. «Entraron en un área controlada por las fuerzas rusas, donde perdimos el contacto con ellos», señaló en su día la ONG, que denunció este hecho ante el Ministerio de Exteriores británico. Urey apareció en mayo en la televisión esposado y realizó una breve intervención para culpar a Occidente de la guerra. Su declaración se consideró «bajo coacción» tanto por su familia como por fuentes del Gobierno. Las autoridades prorrusas le acusaron en aquellos momentos de espionaje. En su versión de hoy, tras dar a conocer la muerte del cooperante, ocurrida el pasado día 10, afirman que era un mercenario.

En una surrealista declaración, la Defensora del Pueblo, Daría Morozova, ha explicado que el ciudadano británico murió a causa del «stress» y el «mal diagnóstico» que arrojaban sus «enfermedades crónicas»., ya que era diabético y sufría daños cardiovasculares, renales y respiratorios. Además, «se encontraba en un estado psicológico deprimido debido a la indiferencia por su destino en su tierra natal», añade la representante de la república prorrusa, quien denuncia que Londres no le proporcionó medicamentos a través de la Cruz Roja ni negoció «su regreso como parte del procedimiento de intercambio de prisioneros». En cambio, los separatistas le habrían ofrecido «la atención médica necesaria», aunque Morozova no ha explicado las condiciones de su encierro, si recibió insulina o había sido ingresado en un hospital.

Pese a las dolencias que arrastraba, a los separatistas no les cabe duda de que Urey era un «soldado profesional» y un mercenario muy activo, hasta el extremo de que habría luchado en Irak, Libia y Afganistán, además de reclutar y «entrenar a mercenarios para las Fuerzas Armadas de Ucrania», según la Defensora del Pueblo. Un perfil que choca con la imagen de dos cooperantes que tardaron seis horas en conseguir el permiso de los militares ucranianos para cruzar a zona prorrusa y que no portaban ningún tipo de arma en el momento de su arresto. Cuando Urey apareció por primera vez en la televisión rusa, sus hijas admitieron ante los medios británicos que «deseaban lo mejor», pero «desgraciadamente nos estamos preparando para lo peor».

El Departamento de Asuntos Exteriores ha sido el encargado de trasmitir la fatal noticia a la familia del británico. Un portavoz de Downing Street ha dicho que el ministerio está «investigando con urgencia» los informes del caso. «Nuestros pensamientos están obviamente con su familia y amigos». También ha condenado la práctica de Rusia de explotar a los prisioneros de guerra convirtiéndoles en rehenes u obligándoles a hacer declaraciones propagandísticas bajo amenazas.

El Ministerio de Defensa ruso calcula que 2.700 mercenarios combaten contra su Ejército en Ucrania y ha advertido que, en caso de ser detenidos, deberán afrontar la cadena perpetua. El fallecimiento del cooperante se produce en medio de la crisis desatada por la condena a muerte de dos ciudadanos británicos, Shaun Pinner y Aiden Aslin, y un marroquí, Graguim Saadun, presos en territorio prorruso. El Estado Mayor ucraniano afirma que los tres pertenecen a sus fuerzas armadas, aunque el Tribunal Supremo de la República de Donetsk sostiene el mismo argumento que el empleado con el fallecido Paul Aurey y dice que son mercenarios. Rusia ha hecho caso omiso a las medidas cautelares impuestas por el Tribunal internacional de Derechos Humanos contra el cumplimiento de la condena.

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