Los almacenes de hace un siglo en Salamanca que sobreviven a una tercera generación
Almacenes Alcántara abrió sus puertas en 1929 en la calle San Pablo y ahora es en Varillas donde continúan su trayectoria con la venta de ropa interior, de baño y complementos
Todo ha cambiado pero todo sigue igual. La familia Alcántara sigue detrás de la marca que lleva su nombre impulsada hace casi un siglo. Un negocio familiar que continúa honrando el emprendimiento de José Antonio Alcántara Sánchez, el fundador de los almacenes a principios del siglo XX. En 1929, abría las puertas en la calle San Pablo este comercio dedicado a la paquetería y mercería como mayorista. «Lo abrió mi abuelo y entonces se dedicaba a la venta de muchísimo género: perfumería, cordelería, botones...», enumera María Alcántara, la tercera generación que regenta junto a su hermano en la actualidad el negocio.
En aquellos tiempo, su abuelo junto a un representante recorrían los pueblos de la provincia distribuyendo la mercancía. «Mi abuelo compraba el género y lo repartía en los pueblos y las tiendas más pequeñas de Salamanca», explica María. No tardó mucho en darse cuenta que la venta detal era un tipo de negocio que merecía la pena aprovechar. «Llegó un momento en el que se dio cuenta de que la venta al detalle tenía salida porque la gente empezó a pedirle que le vendiera directamente», comenta María.
Ahí surgió Almacenes Alcántara tal y como lo conocemos ahora. Ese embrión es ahora un negocio centenario que sigue dedicado a la venta personal. De la calle San Pablo pasó a ubicarse en distintas localizaciones: calle Azafranal, Pozo Hilera y en la que aún se mantienen: calle Varillas. «En su momento tuvimos tres locales pero llegó la crisis y hubo que tomar medidas así que nos quedamos en la tienda base», añade María.
La segunda generación se propuso ampliar el mercado y modificar los artículos de venta. «Al morir mi padre, mi hermano también le dio un giro y lo modernizó mucho más», explica. Ahora se centran sobre todo en ropa interior, ropa de baño, accesorios de mercería y ropa de pijama. «Tenemos la suerte de tener una clientela muy fiel, pero antes los hijos compraban donde compraba su madre o su abuela y ahora ya no es esa la tendencia», asegura María. Las ventas por internet y las franquicias han monopolizado el comercio. «Ese público se va perdiendo poco a poco», lamenta.
Un giro necesario
Esa pérdida de clientela en favor de la compra rápida, más barata pero también de peor calidad afecta de lleno al pequeño comercio. «Hay que darle un giro a eso», asegura. Sin embargo, tiene esperanzas de que las tiendas locales vuelvan a recuperar su lugar. «La gente se va desengañando porque, de pronto, lo que han pedido no tiene nada que ver con lo que les llega», añade. Ellos incluso trataron de subirse a la ola del mercado online pero no tuvo el resultado esperado.
«Hay que tener un soporte de marketing, un respaldo muy grande para que una página web de una marca local funcione», explica. Tratar de competir en el gigante de las ventas con una competencia abusiva, se volvió un reto inalcanzable. «Es muy complicado, aunque hagas promociones y lo intentes, al final te acaban comiendo», sentencia. Que se vuelva a poner de moda la calidad y el trato personal y profesional, ese es el gran deseo de María Alcántara.
Trabajadores prematuros ya jubilados
Si hay algo que identifica a Almacenes Alcántara es que es un negocio familiar. Y no es solo porque la saga Alcántara haya resistido a tres generaciones, sino porque algunos de los trabajadores que empezaron su vida laboral en este comercio se han jubilado también aquí. «Hay gente que entró con 14 años en San Pablo y se han jubilado trabajando aquí», comenta María. Esos trabajadores se iban a la mili a los 18 años y a su vuelta, les seguía esperando su familia. Su familia Alcántara. «Toda una vida», resume María.