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El artista Juan Álvarez junto a una de sus obras expuestas en La Barbería. Álex López
Arte emergente en Salamanca

El artista que transforma la basura de Salamanca en arte

Juan Álvarez Andrés inauguró su exposición 'Tengo mueble' el pasado viernes en 'La Barbería Tattoo Gallery' situada en la Plaza del Oeste

M.J.Carmona

Domingo, 11 de mayo 2025, 18:11

Hay artistas que lo tienen todo pensado. Y luego está Juan Álvarez Andrés de origen asturiano, que empieza por caminar. No para ir a ningún sitio en concreto, sino para mirar. Para deambular, para encontrarse cosas. Un cable enredado, una chapa oxidada, un cartel medio arrancado de la carretera. Ahí, donde otros ven basura, él ve materia prima.

«Recolecto materiales sin saber qué voy a hacer con ellos», me cuenta. Es un gesto que nació casi como una manía -coleccionar cosas- pero que fue creciendo hasta convertirse en el núcleo de su práctica artística. Una práctica que se aleja de lo clásico, que rehúye los materiales nobles y se construye desde el residuo, desde lo descartado. Desde lo que otros ya no quieren.

Su primer lenguaje pictórico fue la pintura. Siempre le interesaron las texturas, los colores, las relaciones cromáticas. Pero durante sus estudios en Bellas Artes -primero en Salamanca y después en Málaga- algo empezó a cambiar. «Me gustaba experimentar con los materiales pictóricos, pero también iba acumulando objetos sin función. Y un día vi que eso también podía ser pintura. Que una pieza de plástico o un trozo de metal oxidado podía hablar de lo mismo que un lienzo».

Ese giro coincidió con su último año de carrera y se consolidó en el máster de Producción Artística. Fue ahí donde nació 'Tengo mueble: artefactos de desecho y apropiación para un aprendizaje sensible', el proyecto que primero se mostró en la Hospedería Fonseca y que ahora se presenta, con piezas inéditas como 'Tengo mueble', en La Barbería Tattoo & Gallery (calle Palacio Valdés, 18). La exposición se inauguró el viernes 9 de mayo y recoge varias obras desarrolladas durante ese proceso de búsqueda y collage. Algunas nacen del cartelismo urbano y otras exploran el collage en papel o en objetos tridimensionales.

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«Si tuviera que definir mi trabajo con una palabra, sería collage», dice. Pero no en el sentido decorativo, sino como un modo de apropiación de lo real. Como ese gesto de arrancar un fragmento del mundo para transformarlo en otra cosa. Para mirarlo desde otro ángulo. «El collage permite trabajar con fragmentos que ya tienen una historia. Que han sido parte de otra cosa. Me interesa mucho esa carga previa, ese contexto que arrastran los materiales», explica. Lo suyo no es solo componer imágenes, sino también recomponer sentidos. Juntar elementos dispares hasta que algo cuadra -aunque no se sepa bien por qué-.

Ese proceso implica una mezcla de azar y decisión. Pasear, mirar, encontrar. Y luego elegir, colocar, construir. «Juego mucho con el azar. A veces es una mancha en la acera la que me da una idea. O una combinación de objetos que alguien ha dejado al lado del contenedor», dice. De ahí que su trabajo no sea solo plástico: también es político. Porque hablar de residuos es hablar de cómo producimos, de cuánto tiramos, de lo que consideramos inútil.

Un aprendizaje sensible

Ese es uno de los conceptos clave en su obra: el aprendizaje sensible. Un aprendizaje que no pasa por lo racional ni por lo técnico, sino por la emoción, la intuición, la experiencia directa. «Intento que la gente entre en contacto con estos materiales y los vea de otra manera. Que se fijen en sus cualidades estéticas, no solo en su utilidad perdida».

En Fonseca planteó incluso que las piezas pudieran tocarse, moverlas, jugar con ellas. «Creo que el contacto físico con el material es una forma de conocimiento. Y que el juego -entendido como exploración, como manipulación- puede ser una herramienta pedagógica», explica. Esa dimensión lúdica está muy presente en 'Tengo mueble', y no es casual. Para Juan, el arte también tiene que ver con el placer, con la curiosidad, con dejarse llevar.

Vivir y crear en Salamanca

Pese a que muchos artistas se marchan tras terminar sus estudios, Juan ha decidido quedarse en Salamanca a pesar de no ser de aquí. Y no por inercia. «Creo que hay escena, hay artistas haciendo cosas. Espacios como el SAC o iniciativas más alternativas están generando movimiento», dice. Pero también lanza una crítica clara: «Falta más implicación por parte de las instituciones. Hay espacios y presupuestos que podrían estar mejor conectados con los artistas emergentes. Es una pena que sigamos moviendo las cosas desde la precariedad cuando existen recursos».

Por eso valora tanto espacios como 'La Barbería', donde ahora expone. Lugares pequeños, autogestionados, pero abiertos a propuestas que se salen de lo comercial. Porque, como él mismo reconoce, su obra no es «fácil de vender». Y no le interesa que lo sea. «No quiero crear piezas para decorar salones. Me interesa más la producción que la venta. Por eso me atraen tanto las residencias artísticas, las becas de creación, los procesos compartidos».

El arte como forma de estar presente

Ahora cursa el máster en Educación y hace prácticas, pero tiene claro que necesita seguir creando. «Cuando no estoy en contacto con el arte, lo noto. Me afecta. Me desconecto de mí mismo». Por eso mismo no concibe su futuro sin seguir produciendo, aunque eso implique buscar otros caminos: trabajar en proyectos colaborativos, formar parte de talleres y explorar nuevas formas de mostrar su obra más allá de las paredes de una galería.

Consejo para quienes se inicia en el arte

Lo dice sin dudar: «Que no se frustren por no saber dibujar. El arte es una forma de mirar. Si tienes una inquietud, explórala. Haz trabajo de introspección, escucha lo que te interesa, observa lo que te rodea. Y no te obsesiones con el resultado. El proceso ya es una forma de creación»

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