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Pleno 2021. Un año justo después de que comenzara la pandemia. Algunos locales de hostelería anunciaban su cierre por las restricciones impuestas al sector para hacer frente al coronavirus. Y en ese panorama negro, un rayo de luz se arrojó en El Zurguén: la apertura de un bar que nació para dar vida al barrio. «Empecé a hablarlo con un amigo para abrirlo cuando ya hubiera pasado la pandemia», explica Carlos, que creció con el bar de su padre y se lanzó a esta «locura» junto con un socio.
Así, en mayo de ese año inauguraron el bar con una acogida increíble. «Teníamos una terraza muy grande y eso en la situación que estábamos nos ayudó también mucho», añade. Un mal momento -o quizá todo lo contrario- sumado a la necesidad de un barrio de un soplo de aire fresco. «Fue un boom para el barrio», reconoce Carlos. El regreso paulatino a la normalidad después de un año especialmente complicado supuso una reacción por parte de la población que anhelaba el disfrute.
Bares con historia
Una motivación que aún, más de cuatro años después, todavía se percibe. «Hay mucha gente joven pero también hay gente de 50 años que ya está terminando de pagar la casa y ahora lo que quiere es disfrutar», apunta. Se junto así la combinación perfecta: gente con ganas de salir y la apertura de un bar que conquistó al barrio. ¿Parte de ese encanto? La comida tradicional, que nunca falla: «Tenemos mucho guiso que hace una cocinera que tiene mucha experiencia: los callos, las carrilleras, el morro...», apunta.
De hecho, esos pinchos tradicionales son lo que más rotan en el muestrario. «Lo que más sale es la oreja o la jeta a la vinagreta», comenta Jackie, otra de las socias. Una reposición constante -«de hasta 25 bandejas»- que combinan con tostas, hamburguesas y raciones más rápidas para satisfacer a todos los paladares. Y también una cita que no perdonan: los domingos de paella o de cocido. «Ahora que empieza el invierno seguramente cambiemos por ese plato de cuchara que apetece más en estas fechas», explica Carlos.
Será por su arrojo, por su oferta gastronómica, por la alegría que han devuelto al barrio o por las tardes de fútbol que llenan de ambiente el local que la Asociación de Hostelería de Salamanca les ha seleccionado como finalistas en los premios que organizan dentro de la categoría 'Bar de Barrio'. «Cuando me llamaron ni me lo creía», asegura Carlos. Una noticia motivadora que ha sido recibida con el mismo entusiasmo por los clientes. «Nos preguntan que dónde pueden votar», apunta.
Otros dos bares de Salamanca comparten categoría con 'La Fórmula Tostas y Tapas': 'El Guinaldo', en el barrio de San José y 'Mesón La Navilla', en la zona de Van Dyck. «Una ciudad no es una ciudad sin sus barrios», anunciaban desde la asociación para informar de esta nueva categoría incorporada a la competición. Y un barrio, no es un barrio sin su bar. El Zurguén tiene a 'La Fórmula Tostas y Tapas', y ellos tienen a El Zurguén: «Hay clientes que vienen todos los días, les conocemos por su nombre y se convierten en amigos», explica Jackie. Y como buenos amigos, este logro y los que vengan, son celebrados y brindados.
Próximo al bar se encuentra una farmacia que sirve de excusa a algunos clientes para repetir en el local. «Hay algunas personas mayores que vienen y se dejan aquí las medicinas», explica Carlos. «No se las dejan olvidadas, lo hacen a propósito para tener una disculpa para volver al bar», comenta entre risas. Ya conocen el truco y a ellos no les engañan pero cualquier excusa es buena para volver a servir una caña.
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