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Padre e hijo, Miguel y Adrián, en la Caseta de Miguel el Gamba. José Manuel García
Bares con historia

El chiringuito de Salamanca conocido por la elaboración de paellas gigantes

La Caseta Miguel el Gamba, en la ribera del Tormes, es una de las paradas obligatorias para los salmantinos durante los meses de verano

Laura Linacero

Salamanca

Sábado, 3 de agosto 2024, 13:29

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No tiene vistas al mar -aunque sí al Tormes-, no asa espetos -aunque sí hace paellas- y no le rodea una arena blanca -aunque sí un entorno idílico-. No, no es un chiringuito de playa pero sí es una de las casetas de Salamanca que mejor acogida tienen durante el verano. Situado en la Aldehuela, 'Miguel el Gamba' se posiciona como una de las paradas obligatorias para paliar el calor después de una tarde de piscina. Y en ese intento, padre e hijo, tratan de hacer-desde hace seis años- de este espacio, la mejor terraza de Salamanca. «Mi padre lo cogió en 2018 y yo empecé con él en la hostelería», explica Adrián.

Aunque ya había acompañado a su padre a hacer paellas a los pueblos de la provincia, era su primer contacto detrás de la barra. «Al principio estaba más perdido porque es un ritmo frenético, pero con el paso del tiempo coges experiencia y te ves más suelto», añade. De tanto le ha servido la experiencia que es ahora él quien tiene la mano en el plato estrella: la paella. «La cocina como tal la llevo yo», apunta. Miguel, su padre, ya tenía la fama como el paellero oficial de la provincia y ha sido un talento que ha sabido transmitir a su hijo.

«Los clientes no notan el cambio de mano, así que eso es el mejor reflejo de que se hace igual», apoya su padre. Una receta «secreta» que ya ha pasado de generación y que guarda su esencia en el sabor de los ingredientes. «Lo que le echas es lo que al final le da la esencia», apunta Adrián. De su padre tomó la mano con las paellas- «él me enseñó», recalca- y también la esencia del bar: el ambiente familiar. La plantilla de este chiringuito salmantino es como una gran familia y, precisamente, es esa confianza lo que da valor a esta terraza.

Paellas multitudinarias

Con esa intención llegan cientos de salmantinos que, alrededor de una mesa, disfrutan de la mítica paella. «Ha habido días de verano que hemos llegado a dar casi una veintena de paellas», apunta. Bajo reserva, las paellas salen de la cocina desfilando como un ejército. De diferentes tamaños en función de la demanda, pero no hay día que el arroz no este presente en la Caseta Miguel el Gamba. «Vienen grupos de amigos o familias y aprovechan para comer la paella», asegura.

Sin embargo, si los clientes no van a la paella -algo que no suele ocurrir-, la paella va a los clientes. Y es que Miguel el Gamba es referente por llevar esta elaboración a las fiestas de los municipios. «Hemos hecho paellas para más de 2.000 personas», asegura. Algunas de las imágenes que lucen en la terraza dan fe de estas hazañas. Paelleras inmensas acogen cientos de kilos de arroz para dar el servicio en estas localidades. «Es cierto que es duro porque suele hacer mucho calor y es duro, pero a la gente le encanta», apunta Adrián.

  1. La anécdota estrella de La Caseta Miguel el Gamba

    Una paella y un funeral

La Caseta Miguel el Gamba pierde la cuenta de cuántas veces suena el teléfono para encargar una paella, sobre todo durante los meses de julio y agosto. En la mayoría de los casos, se produce una conversación normal: «¿para qué día la querías?», «¿para cuántas personas?»... Sin embargo, tal y como explica su hijo, un día Miguel estaba más bromista y al descolgar el teléfono contestó: «¿Tanatorio de Salamanca?». «La chica se quedó sin palabras y ahora ha quedado como una anécdota que recordamos», comenta Adrián.

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