Construcción, destrucción y desolación: las tres fases del hospital Clínico de Salamanca
El terreno donde se ubicaba el viejo hospital es ahora un solar que acogerá la construcción de los dos nuevos edificios
Quien a través de la tercera imagen trate de adivinar de qué edificio se trata, lo tendrá complicado. Nada queda del que fuera el Centro Asistencial de referencia de Salamanca y el conjunto de escombros que aún salvaguardan el solar sobre el que yacía el Hospital Clínico, también desaparecerán próximamente. Un año ha pasado desde que comenzaran los trabajos para derribar el edificio y dar paso a una nueva estructura. Por el momento, la evolución cumple los plazos y dentro de un par de meses, la cuarta imagen que hará continuar esta saga será la de la construcción del nuevo ala.
En concreto, serán dos edificios que se corresponden a los bloques con las letras K y L siguiendo la nomenclatura del Complejo Asistencial. Con ello, se daría por concluida toda la estructura planteada en la maqueta del Hospital Universitario de Salamanca y se despojaría así de las tareas que ahora asume el Hospital Virgen de la Vega. Así, las consultas externas de los distintos servicios, gabinetes, administración, aulas, salón de actos, hospital de día psiquiátrico y algunos de los dormitorios del personal de guardia serán acogidos por la nueva construcción.
Hace poco menos de un año se anunciaba el principio del fin. Los trabajos comenzaron con el desalojo de las instalaciones y pronto empezaron las máquinas a trabajar en su destrucción aunque con ciertas complicaciones. La primera, antes siquiera de comenzar a demoler, era la cercanía con el hospital operativo. Ventanas cerradas, control del polvo por parte de los operarios en cualquier maniobra y renovación continuada del aire para garantizar la pureza en el centro sanitario. Sin embargo, lo más complicado llegó con el derribo de la parte exterior del edificio: la aparición de amianto complicaba los trabajos y se requirió la asistencia de una empresa especializada.
Una vez controlado ese condicionante, las plantas del edificio fueron cayendo como piezas de dominó. El primero en caer fue el más próximo al Hospital Universitario de Salamanca. Los trabajos continuaron con el ala lateral de los otros dos edificios con especial atención en el central puesto que su altura, -diez plantas-, precisaba de una maquinaria especializada. Más adelante, fue el turno de la parte correspondiente a las urgencias y por último, se hizo historia con las dos alas laterales.
Sin embargo, los trabajos no acaban aquí. La gestión de residuos es la segunda fase del derribo que, dado el condicionante del amianto, tuvo un extra de complejidad. Tal es así que el desamiantado llevó más tiempo del previsto inicialmente porque en el pegamento de los suelos había una parte mínima de amianto que hubo que gestionar también por motivos de seguridad. Una vez concluida la demolición total del edificio, el terreno se prepara para acoger lo que será una de las grandes obras de este año.
