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Las asociaciones de padres de alumnos han trasladado a la Junta su malestar con el funcionamiento del servicio de comedor escolar en los colegios públicos de Salamanca, que consideran de baja calidad y en el que señalan el alto precio en comparación con otras provincias. Un servicio que da de comer a unos 4.500 escolares de la provincia todos los días del curso y que es un recurso importante para las familias.
La protesta se ha sustanciado en la última reunión de la comisión de comedores escolares, celebrada la semana pasada y en la que participan las asociaciones de padres, la Junta y la empresa concesionaria del servicio. En el encuentro, Fedampa, la federación que une a las asociaciones de padres, ha presentado entre 30 y 40 quejas de familias en este foro que sirve para analizar el funcionamiento del servicio.
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Según ha trasladado el responsable de Fedampa en Salamanca, Fernando Paricio, «el ambiente general no es bueno y hay bastantes quejas». Desde la federación se indica que las protestas vienen de varios centros y que, aunque la Junta se lo ha pedido, no han identificado exactamente de cuáles. «Percibimos malestar con el servicio», insiste Paricio que explica que entre las familias hay «descontento».
El servicio de comedor escolar lo presta una nueva empresa desde comienzos de este año. El contrato salió a licitación por 12,6 millones de euros y se lo adjudicó Aramarkt, especialista en comedores, con una oferta de 4,87 euros por menú y día para los usuarios habituales. De esa cifra hay que descontar las ayudas o becas de hasta el 100%, de las que la disponen la mitad de los 4.500 usuarios que están inscritos cada curso.
Según explica el responsable de Fedampa, tras la reunión se han llegado a un acuerdo para que las asociaciones puedan entrar en los comedores y comprobar cómo son el servicio y los menús, algo que hasta ahora, denuncian, no han podido hacer.
Desde Fedampa señalan que el problema del servicio es de base y se deber a la línea fría, que es el tipo de cocina elegido. Con este sistema, que es como el que se usa en hospitales, centros de mayores y otros comedores colectivos, la comida está preparada y luego se precalienta en el lugar de consumo. «Este es el fallo principal», insisten, aunque es algo que está recogido en los pliegos y el sistema se usa habitualmente. No obstante, lamentan que no hay alternativa y que debería poder elegirse entre línea fría y elaboración en los propios colegios, una opción que sí tiene la concertada.
La federación de padres lamenta que ese proceso de precalentado se hace en los propios envases de PVC, algo que consideran inadecuado, que a veces la consecuencia es que los menús se sirven fríos, que la calidad de la comida ha bajado, aunque es su percepción, y que el servicio también ha disminuido porque falta personal y limpieza. También denuncian que los menús se elaboran en Zaragoza y que se están repartiendo dos días a la semana.
Dos de cada diez escolares de entre seis y nueve años tienen sobrepeso y otro 19% se encuentra incluso un escalón por encima, en la obesidad. Para frenar esta enfermedad, que provoca graves problemas de salud en el corto y en el largo plazo (primero, ansiedad o falta de autoestima; después, riesgos cardiovasculares y de muchos otros tipos), el Gobierno presentó el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030) que busca reducir entre el 20 y el 25% el número de menores afectados por sobrepeso, lo que representaría también una reducción del 40% en la brecha social asociada.
Entre las 200 medidas esbozadas, destaca la propuesta de que dentro de ocho años todos los centros escolares (colegios e institutos) cuenten con comedores escolares, así como el fomento de las becas comedor para la infancia en situación de vulnerabilidad, iniciativas que requerirían el acuerdo con las comunidades autónomas, que son las que tienen las competencias en educación.
Además, el Gobierno quiere que los niños aumenten el 10% su actividad física; que reduzcan el sedentarismo en un 25%; que tengan un 10% más de horas de sueño (el descanso es otro de los pilares del documento) y que incrementen en un 50% la adherencia a la dieta mediterránea.
Con ese fin, el plan apuesta por las tarjetas digitales para obtener ayudas alimentarias, la prescripción del ejercicio físico, la incorporación de educación sobre nutrición a los planes de estudios, la promoción de un sistema integrado de vigilancia de la obesidad infantil y sus determinantes, la apertura de los patios de los colegios fuera del horario escolar para que los niños puedan hacer deporte, la extensión de núcleos verdes en las zonas urbanas o el uso saludable de las pantallas.
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