El gimnasio de taekwondo en Salamanca con tres décadas que ha formado 200 cinturones negros
El maestro Kim Om Young llegó a España hace más de cuatro décadas y en la capital se asentó en 1996
«Toda la vida dando patadas», resume entre risas. Es una síntesis muy banal para llevar más de cuarenta años relacionado con el taekwondo. En 1983 llegó a España acompañando a su hermano, campeón de taekwondo. «Mi hermano vino a impartir clases y me vine con él. Me gustó y me quedé aquí», recuerda Kim Om Youg Gwang, que regenta el 'Gimnasio Kim' desde hace tres décadas. «Primero estuve cinco años en Palencia, luego siete años en Cáceres y en 1996 me asenté ya en Salamanca», explica el maestro.
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Toda una vida en la capital charra haciendo honor a un legado familiar. «Somos una familia de taekwondistas», asegura. Como si lo llevara en la sangre -y es que parece que realmente es así- trató de seguir la huella de su hermano mayor. «Empecé como ayudante de mi hermano y luego ya quise independizarme», asegura. Encontró en Salamanca una oportunidad para hacerlo. «En Salamanca había un coreano que llevaba desde el año 84 en la calle Mallorca, y cuando se fue lo cogí yo», añade el maestro.
Treinta años, mismo barrio, distinta ubicación -desde hace cinco años está en la calle Juan Picornell- y también una forma distinta de contemplar este arte marcial. «Ha cambiado mucho, ahora la mayoría de las personas que vienen es porque quieren hacer deporte, antes venían para aprender realmente lo que es el taekwondo», asegura. No sólo ha variado la manera de considerar este arte marcial tradicional coreano, sino también la forma de relacionarse. «En Corea la figura del maestro era muy respetada, y hace años aquí también, ahora ha cambiado esa mentalidad», explica.
Sin embargo, Kim Om Young Gwang no cesa en su esfuerzo de transmitir a sus alumnos los valores del Taekwondo: cortesía, integridad, perseverancia, autocontrol y espíritu indomable. Esas ganas de enseñar la pureza de este arte marcial le han servido para obtener una Medalla de Oro al Mérito Deportivo en los premios nacionales de la Real Federación Española de Taekwondo. «Como llevo mucho tiempo y muchos de los alumnos que he formado son cinturones negro, me lo han dado», comenta orgulloso.
El orgullo del maestro
Un reconocimiento que suma a su larga trayectoria aunque, lo que más satisfacción le produce -más allá de las medallas- es ver a sus alumnos progresar. «Me siento muy orgulloso cuando consiguen cinturón negro conmigo, tengo aquí enmarcadas muchas fotos de taekwondistas que han pasado por aquí», añade. En el gimnasio, nos acompaña a esa pared tan especial que es, para él, su pequeño museo. «Si la gente es contante, aquí se pueden sacar el cinturón negro en unos tres años», adelanta.
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Es difícil calcular cuántos cinturones negros ha formado en sus más de cuarenta años de trayectoria, pero asegura que son más de doscientos. Además, después de tantos años, le llena de especial orgullo ver cómo son ahora los hijos de esos padres que formó los que vienen a aprender la disciplina. «Vienen hermanos, padres e hijos, es como una gran familia», asegura. Y, efectivamente, como si de un familiar se tratase, comparte con alegría cada uno de los logros. «Tengo un alumno que está en Madrid dando clases, para mi es un orgullo que sea un entrenador nacional como yo», añade emocionado.
Por primera vez, más chicas que chicos
En la mayoría de las fotos que Kim tiene enmarcadas en el gimnasio, aparecen más hombres que mujeres. Sin embargo, este año esa tendencia ha cambiado. «Siempre he tenido más chicos, pero este año hay más chicas», comenta. Relaciona este aumento de presencia femenina con una mayor necesidad de defenderse. «Como hay tantos casos de violencia de género, yo creo que se apuntan para aprender a defenderse», explica.
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