La historia del colegio de Salamanca licitado por 79.000 pesetas en tiempos de Alfonso XIII
Las Escuelas de la Alamedilla fueron las primeras en la capital salmantina en ocupar un edificio construido exclusivamente para ello. Actualmente, el CEIP Rufino Blanco ocupa su lugar
La Salamanca de hace un siglo difiere mucho de la actual. Una ciudad con otras inquietudes, una postal de menos edificios y de coches por el centro. Una ciudad sin móviles ni patinetes eléctricos, aunque tiendas, restaurantes y, por supuesto, escuelas. Una ciudad que tenía otra historia, quizás olvidada, pero por muchos recordada y que ha visto destrucciones, reconstrucciones y nuevas construcciones.
Hace apenas un mes, se informaba de la reparación del Instituto Martínez Uribarri, estrenado en 1932 como Escuela Elemental de Trabajo, uno de los centros educativos más grandes de la capital y que será rehabilitado tras años de deterioro. El edificio, datado en 1953 según su ficha catastral, tiene más de 10.400 m2 y forma unidad con el colegio Rufino Blanco, que está pegado, conectados ambos por el patio; el pabellón de La Alamedilla (de 1954), la piscina climatizada (de 1990), el parque de juegos y el centro de infantil (datado en 1960) completan un abigarrado conjunto producto del solar en el que se proyectó en origen el instituto.
Pero hay historias detrás. Como la que Paulí Davila y Luis María Naya cuentan en 'Espacios y patrimonio histórico-educativo'.
¿Y qué historia esconde el colegio Rufino Blanco? Tres pistas: año 1904, 25.000 pesetas y Luis Domingo de Rute. Cuentan Rodríguez Méndez y Rodríguez Nieto, que la primera noticia que se tiene de la construcción de las conocidas como 'Escuelas de la Alamedilla' data de 1904. Era de intención municipal esta nueva construcción, no incluida en los presupuestos municipales hasta 1907, estableciéndose la cifra de 25.000 pesetas para el citado «grupo escolar».
No fue hasta 1908 cuando se dio a conocer la propuesta detallada por el concejal Santa Cecilia, quien informaba de que la ubicación definitiva del centro de enseñanza sería la de la Alamedilla, en vez del parque San Francisco. Finalmente, el 23 de septiembre se aprobó la propuesta de Santa Cecilia para la construcción, por subasta, de un grupo escolar en los jardines de la Alamedilla por importe de 79.392 pesetas. Para ello, por cierto, había que talar varios árboles.
Las Escuelas de la Alamedilla fueron las primeras en la capital salmantina en ocupar un edificio construido exclusivamente para ello.
La Construcción de las Escuelas de la Alamedilla
En mayo de 1909, la obra fue adjudicada al salmantino Jesús Cabanillas Ameiro. No exenta de polémica, por la realización de obras adicionales, fue en mayo de 1912 cuando se llevó a cabo la inauguración del grupo escolar. Posteriormente, en marzo de 1913, con la escuela ya en funcionamiento, se hizo una segunda recepción, contando con el pabellón de servicios y la cantina escolar. Todavía más tarde, se llevó a cabo la construcción de la valla de cierre de los patios en 1914.
Las Escuelas de la Alamedilla estaban pensadas para albergar una Escuela graduada de tres clases, una para 60 párvulos y dos de primera enseñanza -niños y niñas- con 42 alumnos cada una; en total, tres pabellones, dos paralelos de distinta longitud y un tercero transversal. En el secundario es donde se encontraban la cantina, el gimnasio y la sala de trabajos manuales.
Esta escuela pública permaneció en pie hasta los años 70 del siglo XX, cuando fue sustituida por el actual CEIP Rufino Blanco, llegando a ser sede de la inspección provincial de primera enseñanza.
El colegio por dentro
El periodista Fernando Felipe Martín traspasó las puertas de las Escuelas de la Alamedilla. «Entramos en su clase. Unas cuarenta chicas sentadas en bancos bipersonales, cosen con atención fingida levantando la vista para saber qué trae aquel señor que viene a ver la escuela. La señorita de Puertas me enseña el edificio. Escuelas amplias, galerías soleadas, lavabos, retretes, cuarto de baño. ¿Es posible? Me pregunto entre avergonzado y confuso. ¿Es posible que nuestro Ayuntamiento haya hecho todas estas cosas... tan bien hechas? Porque aquello no será sombro, no lo es desde luego, pero es muy superior a lo que por la orientación del edificio y por el aspecto exterior podía uno figurarse».