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No hay más que darse un paseo por el monte para darse cuenta: está siendo una buena temporada de setas. De todos los tamaños y colores, su presencia es abundante y añade variedad y belleza a la paleta cromática del otoño.
María Hernández Varas, técnica de Micocyl, sonríe al confirmarlo: «Este año es bueno. Hay una buena producción. Ya tocaba, llevábamos cuatro malos». Han tardado en llegar con respecto a otras provincias de Castilla y León como Burgos y Soria, pero están aquí.
Las lluvias de septiembre consiguieron crear unas buenas condiciones que han hecho prosperar toda clase de setas. Pero los amantes de la gastronomía micológica celebran la abundancia de amanita cesárea, boletus, setas de cardo, o níscalos, entre otras.
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Daniela Di Domenico
El frenesí setero se ha desatado ante tanta variedad. María asegura que se ha producido un incremento notable en la expedición de permisos para recolectores con respecto a otros años. Y entre quienes los solicitan no solo hay personas salmantinas, sino también de numerosos lugares, especialmente de Madrid, Asturias, Valladolid y Extremadura.
El micoturismo en la provincia ha crecido. La técnica de Micocyl asegura que este crecimiento comenzó cuando la Junta declaró el Parque Micológico de las Sierras de Francia, Béjar, Quilamas y el Rebollar, el primero de Castilla y León, en 2021.
Con esta figura se buscaba mejorar la gestión micológica y aprovechar las sinergias con otros usos y aprovechamientos, incluido el turístico y se ha conseguido. La Sierra de Francia es el lugar donde va más gente. Siempre cuenta con turistas, pero en época de setas suma un atractivo más a sus conjuntos históricos que son lo más conocido.
Al Rebollar, al estar más lejos de la capital salmantina va menos gente, según María, pero sus bosques merecen ser recorridos y cuentan con una gran riqueza micológica, como también la Sierra de Béjar.
En cuanto al acotado micológico de Ribera del Cañedo, la técnica de Micocyl asegura que es destino principalmente de personas que buscan más producción. Los permisos para esta zona, situada entre las provincias de Salamanca y Zamora, son más caros. Pero resultan rentables para quienes buscan ese plus de productividad.
El acotado en esta zona «se hizo con otra mentalidad, para la salvaguarda del recurso micológico», destaca María Hernández Varas. Su riqueza micológica estaba siendo su condena. Se hacía una recolección excesiva y sin control, y por eso solicitaron que se regulase.
Al parecer, «desde el primer año se ha conseguido la salvaguarda del producto, porque antes se llevaban sacos sin control y con malas prácticas», señala. Además, recuerda que «las setas son del dueño del terreno donde salen, los propietarios del terreno los propietarios de las setas. No son de todo el mundo por ley».
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El desconocimiento de esta realidad causó polémica cuando hubo que empezar a pagar para obtener los permisos. Los recolectores decían que llevaban toda la vida recogiendo setas gratis y que no tenían que pagar por hacerlo.
Pero lo que sucede es que no son de quien se las encuentra, sino del propietario de los terrenos, y en este caso de los ayuntamientos de la zona. Por eso también son distintos los precios para empadronados que para el resto.
Pero la Ribera del Cañedo no es el único lugar en el que durante mucho tiempo se maltrató ese recurso. María afirma que en la actualidad tenemos muchas menos setas que hace años porque no se cuidaban. «En algunos lugares no hay ni la mitad», lamenta.
Por ejemplo, la producción en El Cabaco hace años era tal que llevaban naves enteras con setas. Pero las sacaban con rastrillo, dañando el micelio y ocasionando la desaparición de muchas de ellas.
La Diputación de Salamanca lleva quince años intentando conseguir una gestión sostenible del recurso micológico y se van consiguiendo buenos resultados, como la recuperación, poco a poco, en algunas zonas.
Por suerte ahora su protección está en otro momento y hay otra mentalidad. Se ha pasado de tiempos en los que lo habitual era darle patadas a las setas, a tener un mayor conocimiento de las mismas.
Los permisos también ayudan a la recuperación, con la limitación de kilos que se pueden recoger y la imposición de sanciones a quien recoge sin permiso o incumple los límites. Y por supuesto, ya no se pueden usar bolsas de plástico ni rastrillos porque también está prohibido, se persigue y se multa.
La vigilancia en la campaña micológica corresponde, de manera coordinada, a los Agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León, Agentes del Seprona y Guardia Civil y guardas micológicos, contratados con el proyecto Micocyl, para el Parque Micológico y el acotado Ribera de Cañedo.
Cada uno actúa en el marco de sus competencias: la recolección de las setas, la necesidad de permisos, las prácticas prohibidas, los requisitos de comercialización y transporte, entre otros.
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Durante todo el tiempo que se prolonga la campaña se establecen controles y como consecuencia todos los años se realizan decomisos y se inician expedientes sancionadores cuando se detectan infracciones, tal y como confirman desde la Junta.
Entre las personas de toda Castilla y León y el resto de España que vienen en busca de trofeos en forma de seta hay muchas expertas, pero otras que no poseen apenas conocimientos pero les apetece pasar el fin de semana recorriendo la Sierra.
Coger setas sin conocimiento no es únicamente un problema ambiental y de conservación. También puede resultar muy peligroso para la salud y ocasionar la muerte de quienes deciden ingerirlas sin estar seguros de lo que tienen entre manos.
«No estamos hablando de castañas, las setas son un producto muy peligroso», enfatiza María. Por eso la Diputación desarrolla iniciativas para impulsar el conocimiento junto al disfrute micológico.
La más destacada son las Jornadas Micológicas, que este año celebran su cuarta edición y que consta de seis salidas por la provincia, entre el 12 de octubre y el 16 de noviembre. Siempre se llenan todas sus plazas, pero este año algunas de ellas lo hicieron en tiempo récord. Por ejemplo, la de Linares se presentó por la mañana y por la tarde estaba cubierta.
El objetivo no es llenar los pueblos de gente con la fiebre de las setas. Se aboga por una gestión sostenible en unos entornos que, además, son parques naturales. Por ello la Diputación quiere evitar que las jornadas se conviertan en una romería de autobuses y las plazas están limitadas a 50 personas.
Además, para que no se masacre el entorno, se divide a los asistentes en dos grupos que se distribuyen en dos zonas diferentes. Y todas van con su permiso de recolección, aunque sea uno especial para esa jornada, más barato, si no se tiene el de la temporada.
En cada una de las visitas, expertos guían a los participantes para que conozcan mejor las setas. Se hace hincapié en lo que hay que hacer y lo que no para conservar ese patrimonio natural. Se dan pautas para que aprendan a reconocer algunas variedades comestibles y no comestibles. Se explica que también hace falta permiso para recoger setas tóxicas. Y se alerta sobre la necesidad de recoger sólo lo que se conoce.
Es totalmente desaconsejable fiarse de aplicaciones y libros, porque hay numerosos detalles relevantes que pueden recogerse de forma fiable en una imagen y pueden ser cruciales para diferenciar una tóxica de una comestible.
También en los colegios se hace esta labor, dentro del programa de Educación Ambiental de la Diputación. Se enseña, entre otras cosas, que no se puede dejar la identificación en manos de los chats ni las aplicaciones.
Además, este año han lanzado una guía escolar en la que se muestran cuestiones básicas en cuestión de setas: sus partes, lo que se puede o no hacer con ellas, que las hay todo el año, las principales comestibles y tóxicas y numerosas curiosidades sobre ellas.
La guía nace como complemento a las charlas que se llevan haciendo desde hace dos años, primero en los colegios del parque micológico y limítrofes y ahora en todos los colegios de la provincia.
Y para quienes quieran disfrutar del senderismo y conocer algo más sobre las setas, la Diputación recuerda que la provincia cuenta actualmente con media docena de senderos micológicos. El parque micológico alberga cinco de ellos y el otro se encuentra en la Ribera del Cañedo.
Son una alternativa para recorrer todo el año, haya o no setas, conociendo senderos de gran belleza en los que los senderistas encontrarán paneles informativos que les ayudarán a conocer la riqueza micológica de la provincia.
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