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La séptima otra mirada a Salamanca es un ejercicio de contraposición. Aprovechamos el número siete para recuperar ese pasatiempo de las revistas que consiste en encontrar las siete diferencias, aunque aquí lo fácil es encontrarlas y lo difícil es que sólo sean siete. Hoy viajamos entre huertos y vertederos, entre lo construido y lo abandonado. Chamberí, una zona y dos mundos.
Esta mirada es un viaje hacia atrás. Porque es la sensación que te llevas cuando empiezas a caminar desde los huertos urbanos, las nuevas calles aledañas, el nuevo pavimento verde, la recién estrenada lonja y hasta una «turborotonda» decorada con unas estrellas formando una semiesfera, que recuerdan a una competición futbolística que un equipo que viste de blanco ha ganado catorce veces. Estos son los rincones que brillan con el esplendor que tienen las cosas todavía poco usadas.
Álex López
Álex López
Pero ese esplendor se va viniendo abajo según empiezas a alejarte del Tormes y te introduces en las calles centrales de esta parte del barrio. Mayores y niños saliendo del centro de salud, trabajadoras de la limpieza sacando la basura, mujeres de avanzada edad con el carro de la compra o parejas paseando al lado de solares vacíos, en los que alguien ha aprovechado para plantar alguna cosa. Así hasta llegar a la avenida de Lasalle, la avenida principal de la zona, donde se repite el patrón de gente, añadiendo alguna persona cruzando por algún sitio peligroso, con la sensación de más bullicio al ser una arteria de entrada y salida de la ciudad. Pero ese «bullicio» es la frontera entre los dos mundos que hemos anunciado.
De esa arteria sale la calle Mayor, que, pasando por debajo de la vía, lleva al Chamberí propiamente dicho. Al barrio abandonado. Donde las zonas verdes son las malas hierbas saliendo de los bordillos y las parcelas llenas de todo tipo de deshechos, flanqueadas por casas en la más completa ruina y hasta algún vehículo totalmente desmantelado. Una de las imágenes más curiosas y representativas la da el bus de la línea 8, que emprende el camino de vuelta, al pasar con el rótulo «Prosperidad» (su barrio de destino) puesto. Como queriendo decir que para prosperar hay que salir de allí.
Chamberí tiene en su parte alta un parque con un mirador. Jugando con la perspectiva, puedes ver unas escaleras que llevan a la catedral, pero el paisaje de techos hundidos y calles vacías destaca por encima de juegos visuales. En este parque se puso el punto de observación astronómico. Hay que preguntarse si tiene mucho sentido pretender mirar a las estrellas si no miramos, ni cuidamos, lo que hay debajo de ellas.
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