La peletería de Salamanca, fruto de una tradición familiar, que anuncia su cierre por jubilación
Vegapiel, situada en el barrio Vidal, lleva casi cuatro décadas en el comercio salmantino sumado a una tradición familiar en el sector de las pieles
Con una mula y un carro. Así iba el padre de Loli recogiendo las pieles de cordero de los distintos pueblos. Y así se han criado sus hermanos y ella: entre pieles. «La mejor infancia del mundo, las niñas de mi pueblo jugaban con muñecas y yo con los gusanos de las pieles frescas». Así resume los recuerdos Loli, al frente de Vegapiel desde hace casi cuarenta años: una de las pocas peleterías que sobrevive en Salamanca. «Yo me dedico a la venta y mis hermanos se dedican a las pieles al por mayor», explica. Un negocio familiar siempre relacionado con este sector y cuya resistencia tiene mucho que ver con la valentía de tres jóvenes que decidieron tirar para adelante con todo en contra.
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«Mi padre falleció muy joven y entonces tuvimos que decidir. Yo tenía 20 años, mi hermano 18 y la más pequeña 7 y dijimos: '¿ahora qué hacemos'?», recuerda Loli. Un trágico suceso que les obligó a tomar una decisión que cambiaría sus vidas: seguir en el sector de la peletería -como su padre habría querido- o sembrar su propio futuro profesional. «Yo era profesora en Madrid y mi hermana también estaba trabajando. Lo dejamos todo para tirar para adelante», asegura. Y no, no se arrepiente. «Apostamos por esto y nos ha ido bien», añade.
Eso sí, los comienzos fueron complicados. «Aprendimos a base de palos», recuerda. De pronto se encontraron con un negocio rodado que, sin embargo, para ellos era una bocanada de primeras veces que no siempre salieron como se esperaba. De hecho, uno de esos tropiezos fue lo que hizo que se levantara la ya histórica peletería de Salamanca, Vegapiel. «Empezamos de la forma más tonta, nos debían dinero de Barcelona y como no nos podían pagar, nos dieron cazadoras. Abrimos un local en el polígono con esas cazadoras, como unas 200 prendas de cuero, y después de un año, nos vinimos al barrio Vidal», apunta.
Las peleterías, ¿en peligro de extinción?
Quién les iba a decir entonces que permanecerían durante décadas hasta convertirse en una de las pocas que sobreviven en la capital. «La vida da muchas vueltas», ríe Loli. Aunque como ella misma anuncia, Vegapiel no girará durante mucho más tiempo. «Me jubilo el año que viene, somos una especie a extinguir ya», lamenta. Competir frente a las grandes superficies y franquicias cada vez resulta más complicado para el negocio local que no sólo tiene que luchar en precios sino también en horarios. «Peleamos mucho por el horario porque no es comparable, ellos pueden pero yo también tengo familia», reivindica Loli.
«Me jubilo el año que viene, somos una especie a extinguir ya»
Con lo que sí pueden competir, y de hecho, es su as de la baraja, es la atención al cliente. «Cuando empecé las clientas tenían 40 años y ahora vienen con 70», apunta. La fidelidad es una realidad y el paso de generación en generación es el mayor reflejo de que la piel no pasa de moda. «Tenemos cazadora biker para un público más juvenil con precios diversos. Si quieren plástico pueden ir a otra cadena de moda pero esto tiene calidad y, si lo cuidas, te dura toda la vida», asegura.
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Y es que, a pesar de que Vegapiel tiene previsto su cierre el próximo año, el hecho de que baje la persiana no significa que quede en el olvido. No sólo estará presente en los armarios de cientos de salmantinos que en algún momento cruzaron la puerta de la tienda y un olor a piel les invadió; sino también en la lista de negocios tradicionales que conforman el grueso del comercio salmantino.
La calidad, el resultado del proceso
Si algo diferencia a Vegapiel de otras tiendas es que todo lo que allí se puede encontrar tiene un proceso transparente. «Sabemos lo que trabajamos, de dónde viene el cordero, quién lo ha curtido, quién lo ha confeccionado y yo sé exactamente qué es lo que vendo», asegura Loli. Quien apuesta por la calidad tiene todas las garantías del producto. «Yo he nacido entre las pieles y sé muy bien lo que tengo entre las manos, las características y las ventajas, y eso en las grandes superficies no te lo pueden decir», concluye Loli.
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