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Gabriel y Asunción, en la librería. José Manuel García
Negocios de toda la vida

La única librería de fondo que resiste en Salamanca ante el desdén de los nuevos tiempos

Asunción y Gabriel regentan la librería Nueva Plaza Universitaria ubicada en la Plaza de Anaya y que se mantiene como una de las más antiguas de la capital

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 23 de septiembre 2024, 08:20

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Cualquier tiempo pasado fue mejor. La reflexión de Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre no estaba muy lejos de la realidad actual. O, al menos, en lo que a las librerías se refiere. Asunción, una de las actuales dueñas de la única librería de fondo que queda en Salamanca, recuerda las colas que se formaban hace años, a los estudiantes cargados de libros, los pedidos inmensos y el interés en aprender por aquellos que optaban a la Universidad. En la actualidad, esos ejemplos son ya casos aislados. «Ha cambiado todo mucho», asegura.

Asunción, junto con Gabriel, decidieron coger la librería en la que habían estado trabajando décadas cuando el dueño se jubiló. En total, son más de cuarenta años los que lleva la librería Nueva Plaza Universitaria, ubicada en la Plaza Anaya, en pie de los cuales casi una veintena han estado regentados por ambos compañeros. Un recorrido que les hace fieles testigos de cómo ha evolucionado el sector e indican el punto de inflexión que llevó a un declive inevitable: la pandemia. «Por desgracia cambio totalmente, la gente ya no compra libros, lo tiene online», explica Gabriel.

La crisis sanitaria llevó a un cambio en el paradigma educativo. «Se ha perdido el aprecio que se tiene al libro y desde hace unos años, la falta de interés es cada vez más evidente», sentencia Asunción. Una realidad que se entiende mejor con un ejemplo. «Antes de la pandemia igual vendías de la edición barata de El Quijote cien en un año, ahora cinco... ¡la gente lee El Quijote por el móvil!», asegura.

Y si optan por leerlo en papel, se pide por internet. O lo que les resulta aún más dantesco: lo compra uno y lo fotocopian. «Les parece caro un libro de nueve euros pero luego en un sábado se gastan 50 euros», lamenta Asunción.

Un sistema educativo cuestionado

Parte de la desidia observada en los estudiantes tiene mucha relación con el sistema educativo establecido y la errónea concepción del éxito, tal y como explica Gabriel. «En la Universidad yo haría una buena criba, sinceramente no creo que haga falta que todo el mundo sea universitario», asegura. «Al final, sólo el 10% de los graduados trabajan de lo que han estudiado y luego, no hay mano de obra para oficios como fontaneros, escayolistas o pintores», prosigue.

Precisamente, esa concepción de los estudios superiores como un paso obligatorio merma el interés del estudiantes. «Estamos recibiendo todo lo que se ha ido sembrando en los últimos años», apoya Asunción. Una situación que, en vista de estos libreros, tiene complicado un cambio de rumbo optimista. «Ahora los niños quieren ser youtuber o streamer porque ven que se gana dinero de forma fácil», añade.

«Las trabas a las que te enfrentas como autónomo te acaban afectando a la salud»

Y nada más lejos de la realidad. El salir adelante «cuesta y mucho» y, aún más, en los negocios tradicionales. «Vas por las calles y da pena ver las tiendas cerradas», asegura Gabriel, que teme que eso sea una tendencia inevitable. «Como autónomo te ponen unas trabas que, al final, te acaba afectando a la salud», reconoce. Querer salir adelante con los inconvenientes persistentes sólo tiene una explicación: la pasión por su trabajo. «A mí me encanta mi trabajo, podría estar jubilada pero es que me apasiona», confiesa Asunción.

¿Una muerte anunciada?

Esa dedicación es lo que ha hecho que después de cuarenta años en un sector cambiante, mire a las estanterías que tapan las paredes de la librería y de sus ojos sólo pueda emanar el orgullo. «Yo coloqué el primer libro de esta librería y ver lo que hemos conseguido», comenta emocionada. Ahora emprender con la idea de levantar una librería de fondo con contenido específico de humanidades, filología, literatura, idiomas o arte es impensable. «El día que estas librerías cierren, desaparecerá porque no habrá un relevo que lo pueda volver a levantar», concluye.

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