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Encarna, propietaria de Caramelos Cela. José Manuel García
Negocios de toda la vida

Los caramelos de Salamanca que trasladan a la niñez y se venden por kilos

Caramelos Cela se fundó en Béjar y fue en sus orígenes la única empresa proveedora en la provincia

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 9 de septiembre 2024

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La niñez está en las series que marcaron nuestra infancia, en las canciones que escuchábamos en la radio del coche, en el olor de una feria y, posiblemente, en el sabor de los caramelos Cela. La empresa que nació en Béjar hace más de medio siglo ha marcado a varias generaciones. «Esos son los caramelos que me daba mi abuelo» es una frase recurrente que escucha Encarna entre los clientes que entran en el establecimiento situado en la Avenida Mirat. Ella lleva desde abril y aunque ha cambiado la persona que está detrás del marcador, la esencia sigue siendo la misma.

Precisamente que no variase nada del alma de Caramelos Cela era una de las condiciones, no sólo de los dueños que se jubilaban sino también de la nueva propietaria. «Yo no quería que cambiara nada», asegura Encarna. Un negocio familiar -que lo sigue siendo por la relación que mantiene con la familia Cela- que vivió el esplendor del sector. «Salían camiones cargados de caramelos para repartir a los pueblos de toda la provincia», explica.

Con el éxito de la venta al por mayor a sus espaldas al ser los únicos proveedores de caramelos de la provincia, levantaron el primer local en la capital. «Primero estuvo en María Auxiliadora y ya hace 35 años que está en la Plaza España», apunta Encarna. Ya la competencia se empezó a sumar al sector y la comercialización por la comarca comenzó a resentirse. «Una vez en este establecimiento, se enfocaron más en la venta directa de caramelos y frutos secos», explica. Eso sí, sin cambiar nada de los orígenes: mismos distribuidores, mismos caramelos y, también, mismos clientes.

Medio kilo de caramelos

Y es que es lo que tienen los negocios de toda la vida, que el tiempo es el mejor testigo del éxito. «Para mí es muy gratificante que vengan clientes de 50 años que de pequeños venían con sus padres y ahora traen a sus hijos», comenta emocionada Encarna. ¿La clave de este éxito? La singularidad. «Aunque hemos introducido cosas nuevas, los caramelos de siempre sólo los encuentras aquí», explica. Y esa es precisamente la razón de esta resistencia: la niñez se recupera cruzando la puerta de Caramelos Cela.

«Lo que has comido cuando eras pequeño o pequeña, está aquí», asegura. Eso sí, también ha tenido que abrir paso a 'La patrulla canina' o a 'Peppa Pig' que llama la atención a las nuevas generaciones. «Obviamente te tienes que adaptar también con tartas de gominolas, o los cucuruchos de cumpleaños», explica.

«Se compra como en la carnicería»

Y no sólo es un viaje en el tiempo por los caramelos que encuentras ahí, también porque se compra como antaño: a granel. Como si de una carnicería se tratase, se vende por kilos. «Vienen las señoras a pedir 'un cuarto de caramelos o medio kilo', no se compran puñados o bolsas aquí se pide a granel», asegura Encarna.

Julio Cela. Caramelos Cela

Los de toda la vida

El caramelo de piñones, los Snipe de Nata, el del Caserío, el de la Cafetera. También las lenguas de gato, las violetas o las picotas. El dulce que antaño se compraba en pesetas continúa estando en Caramelos Cela. Ahora ya no se miden las cantidadas en una romana, ni el escaparate es una montaña de caramelos ni la bata es el uniforme oficial de estos comercios. Pero sí que se mantienen aquellos caramelos que hicieron de Cela una insitución en Salamanca.

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