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Corría el año 1906, la Plaza Mayor de Salamanca estaba adornada por árboles y el primer estanco de la capital -expendeduría nº1- se fundaba para compartir espacio en el ágora salmantina con, aún activos, la Cafetería Novelty y la confitería La Madrileña. A principios del siglo XX, el tabaco era un símbolo de elegancia y sofisticación, y aún en esos años encontrarlo no era del todo sencillo. «Digo 1906 porque es la fecha más antigua que hay en los documentos, pero realmente no sé si tiene incluso más tiempo», comenta Carlos, actual dueño del estanco y la cuarta generación del negocio.
Negocios de toda la vida
Su bisabuelo se trasladó del municipio de Tamames donde llevaba la distribución del tabaco a la Plaza Mayor. «Realmente desconozco cómo sería el sistema de estancos en esos años porque ha cambiado mucho», explica Carlos. De su bisabuelo pasó a su abuelo, de ahí a su padre y ahora es él el que despacha detrás del mostrador. «Todos Romero», sonríe. Precisamente, su padre fue el que colocó el letrero de 'La Boutique del Fumador' en 1970 y que ahora, con la nueva ordenanza de rótulos, tendrán que retirar. «Mi padre lo había visto por Europa y le gustó», comenta.
De generación en generación han construido casi 120 años de historia. Más de un siglo en el que no sólo han sido testigos de los cambios del ágora de Salamanca -que no han sido pocos- sino de su propio sector.
«Muchos cambios legislativos y una mayor concienciación con la salud han afectado», comenta Carlos. El consumo del tabaco ha disminuido notablemente desde que la normativa comenzó a ser más dura con el tabaquismo. «En el número de cajetillas igual se venden la mitad que en 2006», explica Carlos. Sin embargo, aunque ese consumo ha disminuido han emergido otras formas de fumar, sobre todo entre el público joven. «Ahora hay vapers, los aparatos de calentar, bolsas de nicotina... pero todo es muy reciente», añade.
Las campañas de concienciación en los últimos años han afectado, inevitablemente, a este negocio que a pesar de que reconoce que «no es bueno» apunta que «no hay que olvidar que es un artículo legal para adultos y el consumo es libre», asegura.
Más de un siglo de historia dan para mucho, aún más en plena Plaza Mayor. Aunque han transcendido sus tertulias diarias en el Café Novelty, también frecuentaba otros comercios del ágora salmantinos. Hablamos, por supuesto, de Miguel de Unamuno. El escritor hacía parada en el estanco de los Romero para comprar tabaco y estrechó una bonita amistad con la segunda y tercera generación del negocio. «Mi abuelo sí le ha vendido tabaco. Miguel de Unamuno y él eran amigos y, de hecho, mi tío era íntimo de él», asegura.
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