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José Antonio, dueño de Calzados San-Bell; en el círculo, la zapatería. José Manuel García
Negocios de toda la vida

La zapatería infantil de Salamanca «paraíso para los más pequeños» con medio siglo de historia

Calzados San-Bell es una de las tiendas locales más conocidas del centro y su logo, un indio, es ya un icono en el comercio salmantino

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 16 de septiembre 2024, 08:32

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No es una zapatería cualquiera y simplemente con cruzar la puerta ya resulta evidente. Bueno, en realidad no hace falta ni llegar a entrar y es que el escaparate ya da muchas pistas de lo que te encontrarás en su interior. Entre las decenas de zapatos colocados se pueden observar muñecas, botes de Nesquik, trenes de madera y pequeños juguetes que adornan el expositor. Y una vez enfilas el pasillo y accedes al establecimiento, hasta dos máquinas recreativas con forma de caballito y una moto terminan de iluminar los ojos de los más pequeños.

Precisamente, ese ha sido el objetivo de Calzados San-Bell, la zapatería infantil ubicada en la calle Zamora que lleva ya 47 años en el sector: dedicar toda su esfuerzo en que los niños se sientan cómodos, también desde su parte más profesional. «Lo abrieron mis padres en el año 1977, y el caballito y la moto llevan desde entonces», comenta José Antonio, que desde pequeño ha estado interesado en el negocio familiar: «Yo prefería quedarme en la tienda con mi padre que ir a la piscina con mis hermanos», asegura.

La familia Sánchez Bellota, de ahí el nombre de San-Bell, ha estado siempre relacionada con el calzado y fue el padre de José Antonio quien decidió centrarse en un público más infantil. «Antes en las tiendas había de todo: zapatos, cintos, bolsos; de señoras, de caballeros, de niños... Pero mi padre tuvo la idea de centrarse en el calzado para niños», asegura. Durante 33 estuvieron en otro local pero ya son 14 años los que, por amplitud y comodidad, se trasladaron al lugar que ocupan actualmente. Cambió de ubicación pero no de público y es que los que entonces lucían los pequeños zapatos son ahora los padres que compran para sus hijos. «Eso es muy emocionante», asegura.

«Los padres primerizos te piden que los aconsejes»

La clave de ese éxito después de tantos años es la esencia que acompaña a los negocios tradicionales: la atención personalizada. «Vienen muchos padres primerizos que no saben bien qué es lo mejor y te piden que los aconsejes», comenta José Antonio. Una de las cosas que más ha variado en los últimos años es el tema de las tallas y es que, en función de la marca, el tallaje es distinto. «Hay veces que me dicen que 'x' marca no les ha funcionado y es porque el niño o la niña no lleva la talla que le corresponde», comenta.

Nuevas tendencias a la vista

El sector del calzado no sólo ha cambiado en lo que a tallas se refiere, sino que también han variado las recomendaciones de los expertos. El conocido como calzado respetuoso que trata de imitar la sensación de caminar descalzo con una mayor flexibilidad está pisando fuerte -nunca mejor dicho-. Aunque es una tendencia relativamente reciente, muchos de los clientes ya empiezan a preguntar sobre este tipo de calzado. «Yo ahora estoy con una duda tremenda porque siempre se ha recomendado en los zapatos de los niños un contrafuerte que sujetara el tobillo», explica José Antonio.

Sin embargo, este nuevo tipo de calzado carece de ese soporte ni amortiguación. «A mí me parece que el contrafuerte debe seguir estando y por mi experiencia, lo aconsejo, pero estoy pendiente de cómo evoluciona», asegura. Una cuestión que de alguna forma le preocupa no tanto a nivel comercial sino por recomendar lo mejor al cliente. «Yo lo que quiero es que cuando salgan de la tienda se vayan seguros de lo que han comprado, esa es mi mayor alegría», añade.

La magia del San-Bell

A José Antonio le llama la atención los turistas que entran impresionados sólo a ver la tienda. «Yo les pido que me digan qué les llama la atención porque llevo tantos años que no me doy cuenta», reconoce. Esos curiosos podrían empezar con las dos máquinas recreativas -un caballo y una moto- que tiene a la entrada de la tienda. «Están desde que se fundó la tienda. Los mandaron de Barcelona y, desde luego, fue un acierto», apunta. Podrían seguir por los muñecos que se cuelan en las estanterías, un sinfín de adornos infantil o el color verde que tiñe las paredes. «Los niños nos conocen como la tienda del caballito y hay veces que no se quieren ir», sonríe José Antonio.

Esos pequeños que hoy se resisten a abandonar la moto, ojalá sean los clientes que busquen en unos años el calzado más adecuado para nuevas generaciones. «Esto es lo que me hace feliz, siempre me ha gustado atender al cliente y para mí los niños son el público más fácil, es lo que he conocido siempre», concluye.

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