Quejas vecinales por las terrazas crecientes en la Rúa Mayor de Salamanca

La extensión y el número de las terrazas en el centro histórico de Salamanca vuelve a generar tensiones entre los ciudadanos. Durante esta semana, una vecina de la zona se puso en contacto con este periódico para alertar de que una terraza situada en la esquina de la Rúa Mayor se ha desplazado varios metros hacia afuera, invadiendo así parte del paso habitual y generando nuevas molestias.

Según ha transmitido, el desplazamiento alcanza aproximadamente tres metros hacia la plaza del Corrillo, lo que obliga a los peatones a modificar su recorrido habitual para bordear la instalación. Aunque el número total de mesas no ha aumentado, si no que se desplaza la localización de estas y, según denuncian, agrava tanto en sentido práctico como en estética en una zona emblemática y muy transitada en la ciudad, asegura una vecina que ha compartido las imágenes comparativas entre la disposición del año pasado y la actual. «Resulta intolerable», añade.

Las quejas vecinales sobre la ocupación del espacio público por parte de las terrazas no son nuevas en Salamanca. Parte de los ciudadanos creen que el actual modelo favorece a los establecimientos hosteleros en perjuicio al tránsito peatonal y de la imagen urbana.

Del mismo modo que ha ocurrido en la calle Zamora, que finalmente se creó una ordenanza municipal para reducir a la mitad las terrazas, se podría esperar que el consejo tome cartas en el asunto y se cree una medida similar en otras zonas de Salamanca que están saturadas de mesas y sillas.

Además, el llamado 'tasazo' que comenzaba a principios de marzo, un impuesto a las terrazas que bajó la ocupación de 700 licencias a 359, eliminando las sillas y mesas durante parte del año. Aún así, fueron un 60% los establecimientos que decidieron mantenerlas durante todo el año.

Este nuevo episodio en la Rúa vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de replantear los límites y condiciones de las terrazas en espacios patrimoniales y peatonales, aún más en un momento donde la convivencia entre ocio, turismo y vecindarios se hace cada vez más tensa.

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