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Vista del río Tormes, con la Catedral al fondo, desde la pasarela de Tejares. Álex López
5 de junio: Día Mundial del Medio Ambiente

La ribera del Tormes: el verdadero pulmón verde de Salamanca

Aunque durante décadas los salmantinos han dado la espalda a este entorno de gran riqueza ambiental, en los últimos años han empezado a entender su enorme valor y la necesidad de conservarlo

Ana Carlos

Ana Carlos

Salamanca

Lunes, 5 de junio 2023, 08:11

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Durante generaciones, el río a su paso por la capital salmantina ha sido considerado por los habitantes de la ciudad como una barrera. Un obstáculo sucio y frío, casi una alcantarilla. El límite entre la Salamanca con más recursos y servicios y la más humilde y dejada. Un espacio falto de interés del que convenía mantenerse alejado. Eso justificaba su maltrato y deterioro en tiempos en los que la conciencia ambiental no era algo habitual.

Sin embargo, de manera silenciosa, el Tormes ha conseguido mantenerse como el verdadero pulmón verde de la ciudad. En sus 13 kilómetros de ribera se concentra una gran variedad de fauna y flora que, con más o menos dificultades en cada momento, se ha preservado como ecosistema de gran valor.

Su papel como corredor biológico es especialmente relevante, tal y como detalla Miguel Blanco Sol, responsable del Centro de Educación Ambiental Lorenzo Milani, que por su trayectoria muy vinculada a las aves, destaca que es el lugar ideal para la nidificación de numerosas especies. En este entorno no solo pueden verse residentes, sino también innumerables migradoras que lo utilizan para desplazarse, tanto estivales, como invernantes.

Muchas sombras

Pero no es realista ver solo luces en la flora y la fauna del río. Como sucede actualmente con todos, está amenazado por numerosas especies exóticas invasoras que están alterando los ecosistemas fluviales españoles al desplazar y depredar a las autóctonas.

Los más habituales de los invasores, aunque menos perceptibles a simple vista son los peces alóctonos, desde el lucio al percasol, pasando por los alburnos y carpines, entre otros. Apenas quedan autóctonos. Luego están los cangrejos americanos, y las almejas asiáticas.

Visones americanos, tortugas y cotorras y vegetación exótica se han hecho un peligroso espacio en el Tormes

Destacan los visones americanos, «una lacra que puede acabar con muchas especies»; las tortugas de Florida que han llegado al Tormes «por sueltas de gente que ignora el problema» y las cotorras que aunque en Salamanca no son demasiado abundantes, en otras ciudades constituyen un gran problema.

También hay vegetación exótica invasora, como el ailanto o la azolla. Esta última es una pequeña planta (en concreto un helecho) que aparece en primavera cubriendo la superficie. Su presencia puede suponer una importante merma de la calidad del agua por falta de oxígeno.

Aunque no es el caso de España, «en algunos países ya se mete como especie alóctona invasora el gato doméstico», apunta Miguel Blanco. Considera que pese a que estos felinos no son los malos ni los responsables de estar ahí, sino quien los ha soltado, no debería permitirse su presencia en la ribera del Tormes porque se trata de un espacio «natural y frágil». Los daños que pueden ocasionar en otras especies es preocupante. En esta línea, hace hincapié en que eso no significa que haya que matarlos, sino reubicarlos en otro lugar donde no supongan un problema.

La importancia de la vegetación

Durante mucho tiempo, cuando había un menor conocimiento de los hábitats y ecosistemas fluviales, los urbanistas tendían a eliminar la vegetación de los ríos, e incluso a canalizarlos. Aunque se ha abandonado esa tendencia en muchos casos y ciudades de todo el mundo empiezan a revertir ese tipo de actuaciones (un ejemplo es la naturalización del río en Madrid), todavía queda en algunos gestores y muchos ciudadanos la idea de que existe la «necesidad» de «limpiar» los cauces.

Los expertos afirman que hace falta mucha educación ambiental para hacer entender a estas personas que la vegetación es necesaria. Para que dejen de considerar como sucio lo que es informal. Es decir, que no se rige por el orden humano, pero que se encuentra en un equilibrio que cumple mejor con las leyes y necesidades naturales que si se acomete una actuación.

«La vegegación del río no es suciedad. La suciedad en el río es otra cosa: son bolsas de basura, toallitas»

En esta línea Blanco, defiende que la vegetación palustre (las plantas, como el carrizo, que nacen en el agua, entre otras), el sotobosque y el bosque de ribera, son muy importantes para la biodiversidad. «No es suciedad. La suciedad en el río es otra cosa: son bolsas de basura, toallitas» y otros deshechos de origen humano, recuerda.

Un río sano, con su vegetación, contribuye a reducir el riesgo de inundación, a suavizar las temperaturas extremas, a depurar contaminantes, a mejorar la calidad del agua y a hacerlo más hermoso. Por eso es conveniente intervenir lo menos posible, aunque cuando se dan problemas concretos y puntuales (en la actualidad hay un tronco que dificulta el paso del agua bajo el puente Enrique Estevan, acumulando plásticos y otras suciedades que generan mal olor), puede ser necesario hacerlo de la manera menos agresiva posible.

Desde el ámbito académico salmantino, distintos expertos coinciden en señalar sus temores cuando se habla de realizar adecuaciones medioambientales en el Tormes porque en muchos casos «se dejan los árboles más gordos y se elimina el resto de la vegetación y eso no se debe hacer». Por eso sentencian que «el pulmón verde de Salamanca debería de estar más cuidado y valorado de lo que está».

Esos mismos expertos consideran que aunque el Tormes es un gran río, sigue sin estar del todo integrado en la vida de la ciudad. A pesar de la creación de nuevos puentes y pasarelas en los últimos años, sigue habiendo cierto estigma hacia lo trastormesino. Las diferencias económicas y de servicios a ambos lados son evidentes. Y a nivel de paso, falta continuidad para que los viandantes puedan recorrer todo su tramo urbano por cualquiera de las dos márgenes con tranquilidad.

Cuando el río tuvo un barco y otros errores

En este planteamiento coinciden con la valoración de los colectivos ecologistas, que consideran que cuando se construyó el vial del Hospital, cerrando el final del parque de Huerta Otea, se perdió una oportunidad para haber mejorado esta deseada interconectividad. El concepto que defienden no es el de contar con rutas de paseo como las inauguradas estos días en El Marín, sino que las riberas del río sirvan de vía peatonal para desplazamientos cotidianos desde los barrios al centro y viceversa, por un espacio tranquilo, libre de vehículos, semáforos y otros inconvenientes urbanos.

Este no es el único error que destacan expertos y ecologistas al hablar de actuaciones realizadas en el tramo urbano del río y sus proximidades. La canalización de la última parte del arroyo del Zurguén, aseguran, nos ha privado de una mayor riqueza ambiental y no ha aportado mejoras. La desembocadura podría ser maravillosa y en cambio es un canal que en diversas ocasiones ha dado problemas. Ecologistas en Acción denunció en su momento la obra ejecutada en 2001 que supuso la tala de numeroso arbolado y el encauzamiento de hormigón.

La canalización de la última parte del arroyo del Zurguén, aseguran, nos ha privado de una mayor riqueza ambiental y no ha aportado mejoras

Esta misma organización ecologista también se opuso y pidió la retirada de otro elemento que durante muchos años estuvo anclado en el Tormes. En concreto, de un barco de titularidad privada que albergó primero un restaurante y posteriormente una discoteca. Fue instalado en 1997 (para lo que también hubo que talar una veintena de árboles) y tras un incendio sufrido en 2005, cuando llevaba ya un tiempo cerrado, fue retirado.

Como no hay dos sin tres, en 2004 hubo un intento por crear una minicentral hidroeléctrica en la aceña del Arrabal, en las inmediaciones de la iglesia. SEO-Birdlife y Ecologistas en Acción presentaron las alegaciones que frenaron el proyecto.

También sobre el papel hubo otros planes que de haberse ejecutado habrían puesto en riesgo el entorno del río. Uno, un circuito de alta velocidad que el entonces alcalde, Julián Lanzarote, prometió en El Marín. El otro, un puerto deportivo para pequeñas embarcaciones.

El sucesor en la Alcaldía de Lanzarote, Alfonso Fernández Mañueco, sí llevó a la práctica un proyecto que no solo podía considerarse nocivo para el río, sino que la justicia declaró ilegal. El parque central de maquinaria para el servicio de recogida y traslado de residuos urbanos y limpieza levantado hace una década está terminando de ser desmantelado estos días.

El Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca también considera como errores algunas de las intervenciones llevadas a cabo en el marco del Tormes+ en las riberas del río en la ciudad, por ejemplo en la zona del Marín, por considerar que en lugar de aprovechar los valores naturales de muchos espacios, lo que se ha hecho es «domesticarlas y ajardinarlas» demasiado, eliminando vegetación silvestre, autóctona y madura que no era necesario tocar. Otras voces académicas avalan esta opinión.

En cualquier caso, los salmantinos de hoy tienen una percepción del Tormes mejor que hace solo unas décadas. Cada vez es más valorado como zona de ocio y deporte y, con la educación ambiental necesaria, las nuevas generaciones aprenderán a verlo y cuidarlo de una forma muy distinta a sus mayores.

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