La tienda más antigua de la calle comercial por excelencia de Salamanca: «Tenemos lo que no tiene nadie»
La zapatería Silmos en la calle Toro abrió sus puertas hace casi cuatro décadas con la atención y la exclusividad como buques insignia
Son cuatro décadas captando las miradas a través de sus escaparates. Varias generaciones que han confiado en su calidad y su profesionalidad para acompañarles durante décadas. Viajeros recurrentes a Salamanca que no perdonan esa parada obligatoria. Hablamos de la zapatería Silmos, ubicado en la esquina de la calle Toro y avenida de Mirat, que lleva en la capital desde hace cuarenta y cinco años. «Empezamos en el Paseo de San Vicente y al cabo de un par de años nos trasladamos aquí», explica Julio del Arco, encargado de la tienda que lleva toda una vida entre zapatos.
Este recorrido hace de Silmos la tienda más antigua de la calle comercial por excelencia. Los negocios locales han sido sustituidos por franquicias y son pocos los que sobreviven a este vaivén. «En la de San Vicente teníamos un artículo medio-bajo y la idea del centro era subir el listón a medio-alto», explica. Elevar el nivel de los productos se traduce en una exclusividad de la que presumen. «Tenemos ciertas marcas en exclusiva y una clientela que es fiel a estas firmas», añade Julio.
Negocios de toda la vida
De hecho, esa diferenciación respecto a otros comercios vecinos es lo que hace de Silmos un negocio histórico. «Tiendas hay muchas, pero los clientes van buscando cosas distintas que no tenga igual la persona de al lado», explica Julio. Eso es un trabajo que implica «sacrificio y esfuerzo» pero que ve su recompensa en la fidelidad de los clientes. «A veces es complicado pero intentamos traer cosas que no sean iguales, que si no las encuentran, aquí no las encuentran en otro lado en Salamanca», asegura.
Ellos mejor que nadie saben que la adaptación es el único mecanismo para seguir sumando décadas. Los tiempos han cambiado y también su alrededor, pero Silmos abraza esas transformación para mantenerse como referente. «Hay que tener mucha constancia, viajar a ferias, a Milán como la más importante y moverte mucho para tratar de luchar contra esa competencia», explica. Eso detalles, sumado a una atención personalizada, hace que «ganes esa confianza».
Licencia para aconsejar
Y es que sin esa dedicación no se entendería que distintas generaciones siguieran calzándose en Silmos. Esos años de trabajo han hecho que puedan tomarse la licencia de aconsejar o convencer a los clientes de cuál es la mejor opción. «A veces te vienen con una idea preconcebida, hablamos con ellos y cambian de idea», apunta Julio. Tienen la certeza de que no se arrepentirán y a la primera puesta, el cliente se lo agradecerá. «A mí no me interesa vender a alguien un par de zapatos, yo quiero que vuelvan por eso siempre pienso en lo que es mejor para ellos», se sincera Julio.
De esos que algún día confiaron en la palabra de Julio parten distintas generaciones. «Los abuelos trajeron a los hijos y ellos a los nietos, y eso es muy gratificante», apunta emocionado. Público de Salamanca y también de fuera que hacen de Silmos una parada obligatoria en sus visitas esporádicas. «Viene gente de Madrid, del País Vasco, de Extremadura. Clientes que algún día entraron y repiten», añade Julio.
Que los de siempre sigan siendo los de siempre. Que los esporádicos sigan haciendo un alto en el camino por allí. Y que las nuevas generaciones descubran en Silmos su zapatería de confianza. Eso es lo que son, lo que siguen siendo y lo que serán.