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Alfredo Rodríguez, segunda generación de zapateros en La Mixta. José Manuel García
Negocios de toda la vida

La tienda de Salamanca que repara calzado desde hace medio siglo: «Cada vez somos menos»

La zapatería La Mixta, en la calle Federico Anaya, es uno de los pocos negocios históricos que permanece en esta vía de Garrido

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 20 de octubre 2025, 14:25

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Recuerda salir del colegio siendo solo un niño e ir directo a la tienda de su padre. Apenas llegaba al mostrador, pero ya andaba entre zapatos aprendiendo el oficio que heredaría de su progenitor. Alfredo Rodríguez es la segunda generación de la zapatería La Mixta, en la calle Federico Anaya, que abrió sus puertas en 1968 en un barrio en expansión. Ahora, es ya de los pocos que mantienen un negocio de reparación de calzados en la capital. «Cada vez somos menos», lamenta.

Pero él sigue fiel a la decisión que tomó hace décadas. Aunque más que una decisión, fue una consecución de toda una vida. «Siempre supe que quería quedarme con esto», explica. Criado entre cordones, suelas y tacones, llegado el momento tuvo claro que quería continuar cumpliendo años en La Mixta. «Cuando lo cogí yo quité la venta de zapatos que había arrancado mi padre y dejé sólo la parte de reparación», comenta Alfredo. Un servicio que acompaña con el duplicado de llaves.

Una pequeña adaptación pero mismo sentido del negocio. Así lo ven también los clientes que llevan décadas acudiendo a este punto. Algunos han visto crecer a Alfredo y, a otros, ha sido el dependiente quien les ha visto cumplir años. Los fieles de toda la vida y los nuevos que descubren dónde arreglar sus zapatos favoritos. Un servicio esencial en el barrio debido a la escasez de este tipo de oferta. «Tiende a desaparecer, al final no hay relevo generacional para estos negocios», reconoce.

La esclavitud del vendedor sumado a las trabas administrativas lleva a una decadencia del tejido comercial local. «Mi hijo no quiere seguir con esto y, para mí, lo mejor que ha podido decidir», añade. A pesar de que Alfredo en su momento tuvo claro que su profesión sería la de zapatero, reconoce que si volviera atrás se lo pensaría. «Yo conozco gente de mi alrededor con otros trabajos que vive mucho mejor, esto es muy sacrificado y te pierdes muchas cosas», apunta.

Una profesión en peligro de extinción

Los clientes de toda la vida le preguntan preocupados cuántos años le quedan para jubilarse. Aún le quedan, pero temen que llegue ese momento. «Muchos me dicen que cuando me jubile no saben que harán», resume. Y es que la profesión de zapatero está en peligro de extinción. «Los que se van jubilando desaparecen porque no hay nadie que lo quiera coger», asegura Alfredo. Incluso él se plantea cuando llegue el momento enseñar a alguien y que tome el relevo. «Yo estaría dispuesto, me gustaría que alguien continuara pero no creo que encuentre», reconoce.

Y cuando llegue ese momento, la posibilidad de reparar y reutilizar será cada vez menor. «Hablamos de ecologismo y lo que se lleva es el usar y tirar. Ahora se hacen los zapatos de plástico, antes eran de piel, se arreglaban y duraban un montón de años», asegura. Pero cuando bajen la persiana los que saben, ya ni siquiera habrá oportunidad de plantearlo. «Quizás de aquí a veinte años queramos volver a esto, y ya no habrá nadie que sepa porque esto hay que aprenderlo», apunta.

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