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Instalaciones y planta Quercus en Saelices el Chico. ENUSA

El confinamiento de la última mina de uranio español en Salamanca que volverá a su estado natural

En trámite una nueva declaración de impacto para el proyecto de desmantelamiento de la mina que incluirá confinar todos sus restos en un recinto impermeabilizado y sellado para reducir su impacto radiactivo y la posterior recuperación de la zona

Félix Oliva

Salamanca

Jueves, 4 de septiembre 2025, 19:48

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La antigua mina de uranio de Saelices el Chico, la última en la que se produjo uranio 'español' antes de empezar a importarlo para producir el combustible de las centrales nucleares, va a ser cerrada para siempre y se convertirá en una zona con vegetación mientras se confinarán y sellarán todas sus instalaciones y la zona de extracción de mineral. Así se contempla en el proyecto de desmantelamiento y cierre de la Planta Quercus de fabricaciónde concentrados de uranio en la localidad salmantina, que se somete a exposición pública.

El proyecto para clausurar y desmantelar la planta y su explotación minera asociada lleva 20 años en trámites, desde que se solicitó la primera licencia en 2005. Para entonces, la planta llevaba más de dos años totalmente parada y cinco sin que se hiciera extracción de material en la mina. Ha habido que esperar tiempo y varios intentos para iniciar su desmantelamiento definitivo.

Durante los últimos años ya se han llevado a cabo labores para regenerar la superficie con tecnosoles, suelos artificiales con propiedades para limpiar las tierras de la antigua mina; y desde hace unos días tiene licencia para levantar una planta solar fotovoltaica de autoconsumo que alimentará la instalación.

La Planta Quercus, que es el nombre de la instalación de la mina de Saelices el Chico, se diseñó y construyó en su momento para la fabricación de concentrados de uranio mediante el tratamiento hidrometalúrgico de los minerales extraídos en las explotaciones mineras. Desde julio del año 2003 se encuentra en situación de Cese Definitivo de Explotación según el Consejo de Seguridad Nuclear, con motivo de la finalización de las actividades de producción de concentrados de uranio en el año 2002; la mina e instalación industrial se empezó a construir en 1991 habiendo estado la planta en funcionamiento desde el año 1993.

Desde entonces ha sufrido numerosos retrasos en los trámites para su desmantelamiento después de la parada de sus actividades, que supuso un cambio importante para la política energética de España, que desde entonces importa el uranio que, posteriormente y ya en la planta de ENUSA en Juzbado, se transforma en pastillas y elementos nucleares que sí se fabrican en nuestro país en un proceso industrial en el que la provincia es líder.

Uno de esos retrasos de tramitación motiva los nuevos permisos que se piden. En concreto, el proyecto de desmantelamiento obtuvo una declaración ambiental favorable en 2018 y, de hecho, incluso llegó a solicitar los permios para iniciar el desmantelamiento. Pero como han pasado más de cuatro años desde entonces sin que se hayan ejecutado los trabajos, la declaración ha perdido su vigencia y es imprescindible tenerla, así que toca volver a empezar.

Confinar, sellar y limpiar

En cuanto al desmantelamiento, el proyecto en exposición pública corresponde con la primera fase del proceso. El objetivo final es que las condiciones radiológicas del emplazamiento restaurado sean lo más parecidas posibles a las originales, previas a la existencia de la mina y la planta, estando previsto que el desmantelamiento se lleve a cabo en tres fases consecutivas. La primera, objeto del actual trámite, engloba tres actuaciones concretas.

Por un lado, la construcción de un recinto impermeabilizado de confinamiento en el que se depositarán los residuos procedentes de las operaciones de demolición, corte, desmontaje propios de la mina, y descontaminación de los equipos y obra civil que conformaban las instalaciones industriales de procesado físico-químico del mineral de uranio, así como las instalaciones asociadas al tratamiento de efluentes procedentes de dicho procesado físico-químico.

En segundo lugar, contempla el sellado del referido recinto de confinamiento y extendido sobre el mismo del mineral agotado que forma parte de la denominada «era de lixiviación estática».

Y por último, la adecuación, impermeabilización y remodelación morfológica de todo el área de mina y planta conforme al entorno natural circundante, lo que incluye la revegetación final de la superficie, de manera que cumpla con los límites de actividad radiológica establecidos para que el impacto radiológico sobre el público y medio ambiente tras el desmantelamiento sea similar al nivel radiológico natural del emplazamiento.

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