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Vista aérea de la mina Fe y la Planta Quercus de Saelices el Chico. Foto: Google Earth

La mina en Salamanca de la que salió el último uranio español: lecciones del pasado sobre el futuro nuclear

La mina Fé estuvo poco más de siete años en explotación y de ella salieron hasta 175 toneladas al año del elemento necesario para fabricar el combustible de las centrales nucleares: la cerró un gobierno del PP por falta de rentabilidad económica

Félix Oliva

Salamanca

Domingo, 8 de junio 2025, 10:06

El inédito 'cero eléctrico' del pasado Lunes de Aguas y la dependencia en materias primas estratégicas de Europa han avivado el debate sobre el futuro de la energía nuclear y reiniciado el interés por la explotación de la minería de uranio, que ha tenido en Salamanca uno de sus territorios más privilegiados. De hecho, fue en la provincia donde se extrajeron las últimas toneladas del mineral necesario para alimenar las centrales nucleares a las que muchos miran para una transición energética 'sosegada' y sin apagones.

Todo aquello que Europa considera necesario para no depender de China se encuentra en el oeste y suroeste salmantino donde se ha producido una explosión de proyectos mineros vinculados a la posible extracción, en condiciones de rentabilidad de litio, wolframio, coltán o uranio. De este último, la provincia cuenta con las mayores reservas de la península y puede que de Europa.

Esto es algo que se sabía, de hecho, la mayoría de las minas que se están estudiando no son nuevas, sino reapertura de las que se abandonaron en el pasado cuando dejaron de ser rentables. Es lo que ocurre con el proyecto de Villasrrubias, que ha vuelto a investigar la vieja mina Canalita donde los vecinos excavaban, retomada ahora por una empresa en busca de litio suficiente para explotarla; o el wolframio de Barruecopardo, que ha conseguido hacer rentable económica y socialmente una vieja corta.

Sin embargo, la necesidad de escapar a la dependencia de otros países para conseguir los minerales básicos para tecnología, comunicaciones y coches eléctricos ha aumentado el interés por la minería de este tipo de materias primas. Imprescindibles para fabricar smartphones, baterías duraderas para los vehículos y tecnología punta, de armamento a máquinas quirúrgicas, quien tiene filones de estos minerales tiene, más que nunca, un tesoro, porque lo que dejó de valer dinero durante años ahora es muy valioso. Y uno de los más grandes recursos en lo que a uranio se refiere está en Salamanca.

La mina Fé

A 100 kilómetros del municipio de Salamanca se encuentra Saelices El Chico, una localidad de la comarca de Ciudad Rodrigo, una de las zonas de mayor riqueza en cuanto a minerales estratégicos. Aquí se investigan futuros proyectos que han engrosado el mapa de las 100 minas de Salamanca con explotaciones que, al margen de las tradicionales gravas o aguas minerales, se centran en los minerales tecnológicos.

La planta Quecus, que incluía la mina y las instalaciones de tratamiento, estuvo en explotación durante unos pocos años y, de hecho, lleva más tiempo desmantelándose de las que estuvo abierta. La empresa estatal del uranio estuvo produciendo concentrados de uranio en la planta de Saelices El Chico desde que entró en operación en 1993, mediante el tratamiento de los minerales extraídos de la explotación minera existente en su mismo emplazamiento. El límite máximo autorizado de la planta fue de 175 toneladas anuales.

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La mina Fe, que era su denominación, era una explotación a cielo abierto en lo que siempre se consideró el depósito de uranio más importante del Macizo Ibérico. Su funcionamiento coincide con un período de gran enriquecimiento de la zona, con la mayor parte de la población dedicada a trabajos directos e indirectos en la minería del uranio.

Sin embargo, no duró mucho. A finales del año 2000 cesó su actividad por inviabilidad económica. El cese definitivo de la Planta Quercus de fabricación de concentrados de uranio se declaró en julio de 2003, mediante Orden del Ministerio de Economía. El cargo lo ostentaba por entonces Rodrigo Rato, del PP, que es quien firma el decreto del cese y cierre final de la mina.

Mientras operó, lo que se extraía de la mina se manufacturaba para producir concentrados de uranio en la propia planta de Saelices el Chico, material que se usaba para la fabricación de elementos nucleares, una estructura de varillas metálicas con pastillas en su interior, que se introduce en los reactores para la producción de energía eléctrica. La planta de ENUSA en Juzbado, también en la provincia de Salamanca, fabrica este tipo de elementos para todas las centrales españolas y buena parte de las europeas.

La mina, después de la restauración

Imagen después - La mina en Salamanca de la que salió el último uranio español: lecciones del pasado sobre el futuro nuclear

La mina Fe, antes de la restauración

Imagen antes - La mina en Salamanca de la que salió el último uranio español: lecciones del pasado sobre el futuro nuclear

Después, la explotación entró en proceso de desmantelamiento y de reversión de las cicatrices que dejó en el terreno, algo que todavía se está haciendo. Tras varias prórrogas, en 2012 la Dirección General de Política Energética y Minas dengó la ampliación de la prórroga de suspensión y se requirió al titular para que iniciara el desmantelamiento de la planta y la restauración ambiental de la mina.

Una vez se dejó de extraer el uranio salmantino, se acabó con la minería específica y se rompió la cadena industrial de elementos nucleares. España empezó a contratar en el exterior los tres pasos previos a la construcción de los elementos nucleares, desde la extracción de mineral y la fabricación de concentrados de uranio a la conversión a hexafluoruro de uranio y su enriquecimiento. Y así pretende seguir haciéndolo.

Por qué cerró

Según el Ministerio de Transición Ecológica, cuando se ordenó la clausura de la mina finales del año 2000 fue consecuencia del agotamiento, a los precios del mercado de entonces, de los recursos mineros económicamente explotables: había dejado de ser rentable su explotación.

Eso podría haber cambiado. Un cambio en la ley dejó fuera de juego cualquier minería de uranio en España. Fue la respuesta del Gobierno a las intenciones de la minera australiana Berkeley para extraerlo en la localidad salmantina de Retortillo, en una mina a cielo abierto.

El proyecto contaba con algunos permisos autonómicos para extracción y, también, una planta de tratamiento. Necesitaba la autorización final del Estado que, basándose en un informe del Consejo de Seguridad Nuclear, denegó la posibilidad de volver a explotar el uranio en España, de nuevo, en la provincia, donde había tenido una fuerte contestación social.

Curiosamente, la explotación se haría sobre una ubicación que había sido abandonado por ENUSA por su falta de rentabilidad a los precios del mineral: de nuevo, con era viable económicamente. ¿Por qué querría la empresa volver a explotar el yacimiento?

Tablero energético

Tras adquirir permisos de investigación, la empresa australiana llega a un acuerdo con la empresa estatal para intentar la explotación, pero en 2012 se rompe el acuerdo porque el precio del uranio era tan bajo que no había posibilidad de hacer rentables las inversiones. Berkeley sigue por su cuenta y, años después, asegura que cuenta con 30.000 toneladas localizadas. En todo este tiempo, la sociedad salpica de anuncios su proyecto, anuncios que se traducen en fuertes subidas y ganancias en Bolsa.

Ahora, con el impulso del PP, el debate nuclear ha vuelto a la mesa, en un complejo tablero. El mismo partido que firmó el cierre de la mina Fé se ha abierto a estudiar una bajada de la fiscalidad de la energía nuclear para ayudar a prorrogar la vida útil de las centrales nucleares con la extracción de uranio», ya que en España «existen en torno a 30.000 toneladas de uranio esperando a ser obtenidas».

Si Europa decide considerar estratégico el uranio, y reconoce como tal algunos proyectos de este mineral, dará una nueva vida a la energía nuclear en un momento de dudas sobre si la generación renovable es suficientemente fiable. Si Berkeley consigue el favor de la comisión, abriría brecha para conseguir explotar la mina; o para que prosperara su reclamación de 900 millones de euros al Estado por no permitir que lo haga.

Europa no incluyó ningún proyecto de extracción de uranio en su selección de estratégicos, pero la apuesta por la energía nuclear se mantiene entre las potencias habituales y muchos países ya han anunciado que prorrogarán la vida útil de sus centrales y que descartan los planes de cierre que tenían. Eso alimenta la esperanza de que la minería de uranio vuelva a la actividad donde lo dejó, en la provincia con las mayores reservas de Europa.

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