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Vecinos de Cipérez y alrededores luchan contra el fuego este viernes en Salamanca. J. M. García

Desolación en la comarca de Vitigudino: casas arrasadas, negocios sentenciados y vidas paralizadas

En plenas fiestas de verano, cuando el reencuentro familiar se vive en el pueblo, las llamas han asolado la comarca. Desde Cipérez, pasando por Cerezal, Gejo de los Reyes, Villaseco de los Reyes y El Groo. El incendio ha acabado con todo

Sábado, 16 de agosto 2025, 10:33

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Desolación. Horror. Miedo. Desesperación. Rabia. Impotencia. Son las palabras transmitidas a este medio por decenas de personas que han luchado contra las llamas durante horas, cuando todavía no había efectivos, mientras que había y que seguirán haciéndolo, dentro de un mundo rural que más que morirse, lo están mandando.

Todo comenzó a las 14:40 h. El fuego en Cipérez se reactivaba y todo fue muy rápido. Las llamas recorrieron más de 20 kilómetros cuando todavía no se había puesto el sol. Horror.

20.000 metros de animales abandonados a su suerte, casas arrasadas, negocios sentenciados y vidas paralizadas. Hasta tres pueblos evacuados; Cerezal de Puertas, Gejo de los Reyes y Villaseco de los Reyes y El Groo. 70 personas que en principio iban a a dormir en el pabellón de Vitigudino -finalmente lo hicieron en Ledesma- sin saber cuándo volverán a sus hogares, un mini campamento montado en menos de 10 minutos por unos vecinos que decidieron terminar con sus fiestas sin que nadie se lo pidiese. Un pueblo que solo quería ayudar.

«Se oye un pequeño chillido cada vez que las llamas devoran un árbol, una planta… trabajando desde Espadaña, no solo impresionaba el fuego, especialmente impresionaba la implicación de las personas. Ancianos de 80 años cogieron desbrozadoras y crear cortafuegos alrededor de su casa. Era increíble. La línea de fuego, los animales rugiendo…», cuenta uno de los vecinos.

Pero está solo es una de las muchas historias. La propietaria de la ganadería Valrubio no dejó de llorar en toda la tarde, mientras dudaba si liberar el ganado, mientras sentía angustia por sus abuelos, mientras recopilaba agua y miraba hacia las llamas con impotencia. Por la noche, volvió a salir. En esta ocasión, dirección Traguntia.

«Se nos ha quemado todo. Las llamas entraron al pueblo y no podíamos hacer nada. La casa, la finca, todo… el pueblo entero estaba ardiendo», cuenta un vecino de El Cerezal.

La labor no cesó por la noche. Ciudadanos exhaustos continuaron a la desesperada combatir las llamas que ya alcanzaban la presa de la Almendra.

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