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Las estaciones y paradas de trene de Moriscos, Aldealengua y Pitiegua. SH

La estación de tren de un pueblo de Salamanca donde se sube una persona al mes

Pérdida de costumbre, señales camufladas, baja población y pocos servicios: las estaciones rurales de la provincia languidecen por falta de usuarios en municipios 'vaciados'

Félix Oliva

Salamanca

Jueves, 20 de febrero 2025, 10:48

A diez kilómetros de Salamanca, el tren ha estado siempre ligado a la historia de Aldealengua. Desde que empezaron a circular por la antigua línea de Ávila y Madrid, los vecinos de este municipio se han acostumbrado al lento paso del convoy convencional por todo lo ancho del término municipal. Coger el tren era una de las opciones para ir a la cercana capital, pero la progresiva reducción de servicios ha arrinconado a sus incondicionales, como ha pasado con la mayoría de estaciones rurales, apeaderos en los que, a veces, no sube ni un viajero al mes.

En todo el año pasado, y según datos de Adif, 195 viajeros subieron o bajaron en esta estación de Aldealengua. Son pocos para este municipio cercano a Salamanca de casi un millar de habitantes, con muchos vecinos mayores. Y todavía resultan menos si tenemos en cuenta que, al cabo de 2024, pasaron y pararon 731 trenes.

El dato corresponde con el número de servicios diarios en la antigua línea 120. Contando todas las frecuencias, son cerca de 5.000 servicios anuales, pero en los pueblos sólo se detiene una mínima parte. De los 4.771 de la cabecera de esta línea en Salamanca, Peñaranda de Bracamonte, a los 700 del resto de pueblos con bajada/subida va un trecho.

Si dejamos fuera la capital, con 1,6 millones de viajeros, el apeadero de La Alamedilla que pronto estará reconstruido y la estación de Peñaranda, la segunda en importancia de la provincia, para el resto queda muy poca actividad a pesar de la presencia de trenes. Una mezcla de pérdida de población, envejecimiento, lejanía de las estaciones y abandono de las conexiones con menos usuarios tiene la culpa.

El tren para, nadie sube

Este lunes, a la hora prevista, el Media Distancia asoma por la curva que hace la vía allí donde, hace décadas, estaba la caseta del guardavías de Aldealengua. Llega desde Salamanca capital en un trayecto de nueve minutos y 2 euros que funciona como si fuera un cercanías. El tren avista el largo andén y la vieja estación del pueblo, pero el día de nuestra visita no hay nadie esperando. Se detiene, pero como en otros muchos pueblos, no se sube nadie y tampoco va a bajar ningún pasajero. Nos preguntamos si el conductor nos ha confundido con viajeros y por eso ha parado.

La esación de Aldealengua y un tren. JM García
Imagen principal - La esación de Aldealengua y un tren.
Imagen secundaria 1 - La esación de Aldealengua y un tren.
Imagen secundaria 2 - La esación de Aldealengua y un tren.

El tren arranca de nuevo sin haber sumado un nuevo usuario a su estadística en una de las dos paradas previstas cada día. El tren Salamanca-Madrid por la vía convencional circula en variedad de frecuencias al día, pero en los pueblos intermedios entre la capital y Peñaranda sólo hay uno por la mañana y otro por la tarde; el mínimo trayecto para tener un tren con el que ir y otro con el que volver.

El caso de Aldealengua no es el más extremo de todos. Por arriba, en este mismo trayecto, Babilafuente suma más de 1.200 viajeros al año y en Peñaranda superan los 108.000, lo que permite al municipio reclamar su título de segunda estación en importancia de la provincia, título que en otros tiempos correspondió a Béjar o Ciudad Rodrigo cuando tenían tren.

En la línea 122, hacia Valladolid, Gomecello o Cantalapiedra tienen un tráfico significativo y compiten con el apeadero de La Alamedilla, donde todavía bajan viajeros que vienen de la capital pucelana o a Madrid, a la espera de que Adif la haga también de subida para recoger viajeros en el centro de Salamanca.

Señalización del apeadero de Pitiegua, andén y parada del tren en Moriscos y caseta de la estación de Pitiegua. SH
Imagen principal - Señalización del apeadero de Pitiegua, andén y parada del tren en Moriscos y caseta de la estación de Pitiegua.
Imagen secundaria 1 - Señalización del apeadero de Pitiegua, andén y parada del tren en Moriscos y caseta de la estación de Pitiegua.
Imagen secundaria 2 - Señalización del apeadero de Pitiegua, andén y parada del tren en Moriscos y caseta de la estación de Pitiegua.

El caso más extremo es el de los municipios más pequeños. San Morales ve pasar los mismos 731 trenes que Babilafuente, pero aquí se suben sólo 113 pasajeros al cabo del año, uno cada tres días... y uno por cada seis trenes. La estación del pueblo es poco más que un pequeño apeadero que, además, está lejos del casco urbano.

En la línea de Valladolid, las cifras son algo más abultadas. En Pitiegua se suben casi 600 personas al año a pesar de que su 'estación' es un pequeña caseta en un andén de gran longitud a las afueras del pueblo; cuesta incluso encontrarla por la señalización camuflada.

Moriscos, 600 trenes para 19 pasajeros

Peor todavía es la situación en Moriscos. Este pequeño municipio de La Armuña conserva parada de tren; lo hace a sus anchas en un largo andén donde hay sitio de sobra para parar, pero la pequeña parada prevista indica que se usa poco.

La 'estación' es un apeadero del que no se apea casi nadie y la estructura que cobija a los eventuales pasajeros es acorde a su número: 19 en todo el año pasado según Adif. Diecinueve para más de 600 trenes. Una cifra que convierte la parada 'en falso' que hemos vivido en Aldealengua casi en una anécdota.

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