Juan Pedro, el agente poeta, erudito de la dehesa y enamorado de Arribes
El agente ambiental fallecido en una crecida había «mamado» en casa, casi desde la cuna, el amor por la naturaleza y era un gran conocedor de la gestión del campo hasta convertirse en una voz apreciada en la comarca donde ejerció 15 años
Cuando el próximo enero agentes de España y Portugal celebren su tradicional reunión de censos de la fauna del parque natural de Arribes, la ausencia de Juan Pedro Cruz-Sagredo se hará gigante en los impresionantes cañones del río Duero. Su cuerpo fue hallado el 14 de diciembre en la rivera del Arroyo de Iruelos, uno de los múltiples cauces de esta comarca que suministran al arribe, el cauce encajonado del gran río de Zamora y Salamanca en el que acaba todo el caudal de estas aguas, desde el más pequeño regato al Uces.
Allí, en ese paisaje insólito, rodeado de paredes graníticas y sobre el cauce internacional, el agente ambiental fallecido esta semana en la crecida de un arroyo pasaba algunos de los mejores ratos del año.
Era con motivo de la reunión anual de personal de ambos países para hacer balance de la temporada de censos. «Le encantaba la reunión, cuando comíamos en mitad del río. 'La jornada gastronómica internacional de la Raya, en la Raya', lo llamaba», recuerda el que fue su compañero de viajes durante años, Roberto García. En efecto, el encuentro tenía lugar en la frontera líquida entre España y Portugal que representa el Duero. Cuando la zodiac alcanzaba la mitad del cauce, allí donde las leyes marcan la invisible línea fronteriza, era el momento de sacar las viandas y ponerse a comer sobre el agua.
Juan Pedro «mamó» el campo en casa y conocía la dehesa desde que nació de manos de su padre, Juan Cruz-Sagredo, un referente en gestión ganadera
Este año, los asistentes al encuentro no podrán contar con la compañía de este agente forestal, adalid de la naturaleza y de la vida en el campo, algo que le venía desde la cuna. De 55 años, con mujer y dos hijas adolescentes, Juan Pedro «mamó» el campo en casa y conocía la dehesa desde que nació de manos de su padre, Juan Cruz-Sagredo, un referente en gestión ganadera. Nacido en Piornal (Cáceres), fue Maestro Nacional, Doctor en Veterinaria y Master en CEE, académico de la Real de Medicina de Salamanca y ganadero. Ocupó el cargo de delegado de Agricultura, fue diputado en el Congreso por unos meses (sustituyó al exalcalde de Salamanca, Pablo Beltrán de Heredia) y como diputado provincial en su despacho se cocieron la compra de la finca de Castro Enriquez, la creación de la marca de la vaca Morucha o el Mercado de Ganados.
Una vida en las fincas
Con estos antecedentes, lo normal es que su hijo Juan Pedro se decantara por lo que había visto en casa. Estudió en la Escuela Nacional de Capataces, instalada en el Castillo de Coca, en Segovia. Cuando llegó, llevaba la experiencia de la vida en varias fincas en Extremadura, de donde era originaria la familia, y en Zamora, aunque él nació en Salamanca, donde su familia conserva la finca de Tajurmientos en Zafrón. En esa vida de campo aprendió sobre la dehesa y su gestión, una experiencia valiosa después en sus responsabilidades laborales.
Empezó a trabajar en Ávila, pero hacía más de 15 años que su puesto estaba en Vitigudino, en la comarca de Arribes. Allí era una voz apreciada por los alcaldes y los ganaderos, como recordaba esta semana la última persona que estuvo con él, el alcalde de Villarino. De la comarca decía que le gustaba su gente «muy abierta» y los espectaculares rincones de un territorio que roza lo ignoto. «Cuando te metes en el arribe, todo cambia», dicen los que lo pisan. El arribe es, sin duda, un lugar diferente, una pronunciada hendidura en el terreno para el paso encajonado del río.
Aquel mundo le cautivó. Poeta con obra publicada, algunos compañeros se han despedido en redes sociales estos días con sus poemas. Esa vena artística también le venía de familia. Su padre fue tamborilero de afición tardía, pero llegó a grabar varios discos LP y fundó la Escuela de Tamborileros de Salamanca.
Un hombre con grandes 'golpes'
Sus compañeros, españoles y portugueses, hablan de Juan Pedro como una persona peculiar, «con grandes golpes», que «a veces parecía que estaba loco y otras que era un genio», de buen trato, con buen humor, con «puntos de vista peculiares que aportaban cosas interesantes». Era capaz de debatir con los técnicos por sus altos conocimientos de la gestión de la dehesa.
El próximo enero está prevista, probablemente en España, la reunión que celebran cada fin de temporada de censos técnicos y agentes españoles y portugueses. Allí estarán sus compañeros de Arribes, algunos de los que se sumaron a su búsqueda, los que encontraron su cuerpo, para celebrar «El encuentro de la Raya, en la Raya» de Juan Pedro, pero sin Juan Pedro. Una cumbre sobre una frontera flotante, la que precisamente forma el agua que esta semana se ha llevado su vida, arrastrada por un arroyo camino del Duero, la Raya donde ya se le echa de menos.