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Casi cuarenta y ocho horas de trabajo sin apenas descanso, más de mil kilómetros recorridos con el único objetivo de ayudar y una imagen que no olvidarán jamás. Los bomberos de la Diputación de Salamanca se trasladaron el pasado sábado al foco de la tragedia para ayudar en la catástrofe que ha devastado a Valencia. Diecisiete efectivos de toda la provincia fueron enviados para apoyar las labores de rescate y se convertían así en el primer servicio de Castilla y León activado.
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En concreto, sus actuaciones se han centrado en el parking de Bonaire, uno de los puntos de rescate más complicados de este desastre sin precedentes. También para ellos, que nunca habían visto nada parecido. Este lunes, pasadas las 23:00 horas, regresaban a Salamanca los efectivos que se habían trasladado al foco de la catástrofe y contaban a este periódico cómo había sido su intervención en el terreno. Partían con una idea devastadora de lo que allí se iban a encontrar y lo que han vivido ha sido aún peor de lo imaginable. «No esperábamos ver lo que hemos visto allí», así resume el operativo Javier Criado, el cabo del Servicio Servicio de Prevención, Extinción de incendios de la Diputación de Salamanca.
A su llegada el pasado sábado se encontraron a la UME encargada de uno de los puntos más temidos de esta catástrofe: el parking del centro comercial Bonaire, en el municipio de Aldaia. Fueron los primeros bomberos en llegar de otras zonas y asumieron los trabajos en esas instalaciones especialmente críticas. «Nosotros también pensábamos que ahí nos íbamos a encontrar lo peor», aseguran los bomberos de la Diputación de Salamanca.
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Y para eso iban preparados. Después de ver las imágenes y con las probabilidades de que la tragedia escalara un grado más tras la inspección del parking, las primeras operaciones fueron especialmente duras. «Nosotros tenemos que intentar ser lo más asépticos posible. No podemos caer en ciertos pensamientos porque te condiciona el trabajo», asegura Javier Criado. Sus labores en este punto se han centrado en achicar agua, revisar huecos de escaleras, ascensores y estaban preparados para rescatar cuerpos si fuera necesario. Afortunadamente, no lo ha sido. «Dividimos el escenario en cuatro partes y cuando en la primera inspección no encontramos nada, respiramos un poco», explica.
Profesionales que han visto el horror en todas sus variantes: accidentes de tráfico, incendios, desprendimientos, terremotos y también inundaciones. Pero nunca algo así. «No es algo localizado, está muy extendido y es muy impactante ver lo que hay: cómo ha entrado el agua, cómo han dejado los coches y las casas; las carreteras colapsadas, no te puedes imaginar el nivel de desolación que puede causar un elemento de la naturaleza hasta que no estás allí», comenta el cabo. Una afirmación apoyada por un bombero funcionario de la Diputación de Salamanca: «Estuve en el terremoto de Marruecos pero esto es muy distinto», añade.
Pocas cosas comparables con el escenario actual de Valencia. Miles de voluntarios continúan trabajando junto con los Servicios de Emergencias desplegados para tratar de agilizar el proceso de reconstrucción. «La gente está encantada de que vayan a ayudarles», apunta Javier Criado. También los bomberos de Valencia, que han acogido a los efectivos de la Diputación de Salamanca en el parque de bomberos, se han mostrado agradecidos por el trabajo desempeñado. «Nos hemos apañado como hemos podido pero el trato ha sido muy bueno», explicaba el cabo.
Este martes a primera hora de la mañana han salido otros diecinueve bomberos de la provincia que harán el relevo a los efectivos recién llegados. «Ahora tendremos una reunión para contarles lo que hemos visto y cómo está la situación para que vayan sobre aviso», explicaba el cabo recién llegado este lunes a las 23:00 horas. Los trabajos en el parking de Bonaire están en su recta final después de haber podido realizar la inspección definitiva que descarta el hallazgo de fallecidos en su interior por lo que los bomberos de Salamanca que acudan a Valencia serán mandados a otro punto. «El Consorcio de Bomberos de Valencia les dirán qué es lo que se necesita», concluye.
Así lo definía Javier Criado: «Es como si un tsunami lo hubiera arrasado todo pero en vez de empezar en el mar ha acabado allí», trataba de ejemplificar una escena que, a pesar del bombardeo de imágenes, es difícil comprender si no estás allí. Los coches 'haciendo el pino', los enseres personales y las comunicaciones muy limitadas. «Para desplazarnos ha sido complicado porque hay muchas carreteras cortadas o túneles por los que no puedes pasar», añade. Decenas de factores que convierten este desafío en una carrera contrarreloj compensado por el trabajo de efectivos y voluntarios que son capaces de dar la vuelta al peor de los pronósticos.
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