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En la Semana Santa de España los actores principales son las procesiones, las oraciones, las eucaristías... pero también, y sin ningún lugar a dudas, las torrijas. Si haces una exploración rápida por tu buscador de confianza en internet o simplemente preguntas a alguien sobre los símbolos o tradiciones más típicos de la Pascua en nuestro país, lo primero que será mencionado son los pasos procesionales de forma más segura pero... lo segundo serán las torrijas. Este postre está instaurado entre los españoles como uno de los signos más característicos de esta festividad, raro o rara es la persona que no los come o los ha comido, no obstante, pocos conocen el origen, de dónde viene la costumbre, que te contamos a continuación.
En Portugal, España y otros países de nuestro entorno durante siglos, era asiduo que, a las mujeres recién paridas, se les brindara con «torrejas» o «rebanadas de parida» debido a que sus ingredientes se consideraba que eran de digestión fácil de las misma manera que altamente fortificantes. En el momento del nacimiento de un niño, amigos y familiares llevaban a la madre torrijas ya elaboradas o las materias prima con las que hacerlas: pan blanco o de harina de flor, leche, huevos, especias y miel o azúcar. Esta correspondencia entre las torrijas y la maternidad fue un hábito en nuestro país desde la Edad Media hasta mediados del siglo XIX. En ese momento, ya que sus ingredientes eran completamente válidos respecto a los preceptos de la vigilia y fácilmente accesibles a la par que altamente saciantes para unos periodos en los que la abstienencia era importante, las torrijas comenzaron a ser también algo propio de la Semana Santa.
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Ya remontándonos a su origen más particular, existen multiplicidad de teorías para explicarlo ya que la sencillez de su elaboración invita a pensar que su nacimiento se produjo de forma probable en varios lugares en distinto momento. Sin embargo, la más plausible tiene que ver con el recetario 'De re coquinaria', única colección conocida de composiciones gastronómicas de la Antigua Roma, donde se pueden encontrar sus primeros antecedentes. En él, un tal Marcus Gavius Apicius ya explicaba recetas muy similares a la de las torrijas elaboradas a partir de galletas de trigo o pan de harina de flor, leche, aceite y miel:
«Echar en una cacerola medio litro de leche con un poco de agua, y hervir a fuego lento. Romper tres galletas de harina [panecillos] dentro de la cacerola. Remover (…). Cuando esté cocido, echar miel (…), Se podrá hacer lo mismo con pan de mosto y leche».
Las torrijas y su composición no son exclusivas de España ya que en otros países europeos existen fórmulas para elaborar postres muy parecidos. De hecho, tienen nombres para alimentos que son similares a las torrijas: en Estados Unidos están las 'french toast' (tostada francesa), en la misma Francia nos podemos encontrar con el 'pan perdu' (pan perdido), en Gran Bretaña existen los 'poor knights of Windsor' (caballeros pobres de Windsor), nombre parecido al que tienen en Alemania como 'Arme Ritter' (pobre caballero) mientras que en Portugal se las conoce como las 'rebanadas'.
La palabra torrija en su forma más propia aparece por primera vez en nuestro país en el Cancionero de 1496, en un villancico de Juan del Encina, en el que el usó la palabra torrejas para definir al alimento con el que se les obsequiaba a las madres que acababan de dar a luz.
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