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Cambio climático, 1,5 grados, subida del nivel del mar, adaptación, pérdidas y daños, combustibles fósiles, renovables… Todas estas palabras se repiten constantemente en la Expo2020 de Dubái que acoge la COP28 en Emiratos Árabes Unidos. Pabellones, salas de conferencia, espacios de reuniones, ruedas de prensa, corrillos; en todos sale alguno de estos conceptos. Salvo en uno. «Bienvenido, aquí la única condición es que no puede hablar. Pase», señala un miembro de la organización del evento climático al entrar en el centro de visitantes.
Una puerta blanca da acceso a una pequeña habitación en la que caben unas cinco personas, pero que a la hora de la comida está vacía. «Suele venir gente, pero ahora es el momento de comer», explica el joven encargado de la vigilancia de la zona. Una cama insonorizada, un sofá con una manta -útil para sobrevivir al aire acondicionado emiratí-, unos pequeños puf, una ambientación con tonos azules que ha dejado una observadora indonesia que acaba de salir dan la bienvenida. «Descanse», señala tras la puerta el mismo joven.
Situada en una de las avenidas principales del recinto ferial que acoge la COP28, la organización ha dispuesto de una «sala tranquila» («Quiet room» con su nombre original») para olvidar el jaleo y ajetreo de los pabellones de la cumbre climática. En la habitación no se oye un ruido, aunque la cabeza no para. «¿Qué estará pasando fuera?».
Justo enfrente de esta pequeña instalación se sitúan varios edificios destinados a las instalaciones de Naciones Unidas. En estos días, con las conversaciones ministeriales en marcha y trabajando a contrarreloj, la realidad diaria de la cumbre reactiva las alertas: «Parte de la delegación de Brasil está en la sala de reuniones 22», comenta una activista brasileña.
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José A. González
A medida que la fecha límite avanzada por el presidente de la COP28, Sultán Al-Yáber, se acerca, martes 12 de diciembre a las 11:00 horas de Dubái (tres menos en España), los contactos entre las diferentes partes se suceden a puerta cerrada para lograr un acuerdo satisfactorio para todas las partes o, al menos, uno de mínimos para seguir trabajando en el futuro.
Con el paso de las horas, las presiones y las declaraciones suben un punto en intensidad. «Hay algunas cosas que no nos gustan de los borradores, pero somos optimistas en que se mantenga hasta el final la mención a los combustibles fósiles», explican fuentes ecologistas a este periódico. «La esperanza es lo último que se pierde», dice el refranero español. De ello se habla y mucho en el Pabellón de la Fe. «El mensaje de las comunidades religiosas es claro: pediremos cuentas a los negociadores y les recordaremos que actúen con conciencia para garantizar la protección del planeta y de todos aquellos que lo llaman hogar», señala el obispo Marc Andrus de la Diócesis Episcopal de California (Estados Unidos).
Por primera vez en la historia, las cumbres climáticas cuentan con un pabellón dedicado exclusivamente a las religiones. Durante las dos semanas que dura la vigésimo octava Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) los auspiciadores de este salón han organizado diferentes charlas y eventos para que los líderes espirituales intercambien ideas sobre cómo guiar a las personas a través de los efectos del cambio climático. «Todas las religiones coinciden en que la naturaleza es un acto de divinidad y debe ser tratada como tal...», señala el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (Pnuma).
Según sus cálculos, más de 300 personalidades del mundo desde el islam hasta el budaísmo pasando por el cristianismo o las religiones indígenas. Entre ellas estaba prevista la participación del Papa Francisco I con una intervención en el plenario con los principales líderes del planeta, pero una inflamación pulmonar trastocó los planes del líder católico en el último momento.
A pesar de su escaso éxito, los asistentes a varias de sus jornadas no han superado la decena, el pabellón ofrece un retiro espiritual ante las tensiones que se viven en la zona de negociación y también asesoramiento a los visitantes: «Trabajamos la exploración de la ansiedad climática y los traumas sufridos por los jóvenes a causa de la la crisis climática. Examinaremos el papel de la fe, si en los tiempos modernos desempeña un papel en la curación. Escucharemos los testimonios y exploramos los mecanismos que usan los jóvenes que participan en espacios de negociación en la COP y en sus respectivas profesiones», señalan en un comunicado.
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