ERC ha abierto la caja de los truenos. La debacle electoral del domingo, en la que la formación republicana perdió el Govern catalán y 13 diputados, ha provocado una crisis profunda en el partido, que este miércoles por la noche se saldaba con tres víctimas en tan solo dos días. Tras la decisión el lunes del presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, de dejar la primera línea de la política, este miércoles fueron Oriol Junqueras, presidente del partido, y la secretaria general, Marta Rovira, los que anunciaron que abandonan su cargo al frente de una Esquerra decapitada tras el fiasco de este 12-M. Junqueras cesará después de las elecciones europeas del 9 de junio. Comunicaron su decisión en el marco de una reunión de la cúpula republicana que se prolongó más allá de las cuatro horas.
Junqueras expresó el martes, en una carta a la militancia, su intención de seguir pilotando la nave republicana. Pero las presiones internas y el hecho de que comprobara que tiene más oposición de la que ha tenido durante todo su mandato le obligaron a rectificar su posición apenas 24 horas después. Dos de los pesos pesados del partido, como son Pere Aragonès, coordinador nacional de la formación, y sobre todo Marta Rovira, huida aún en Suiza por el 'procès' y con una causa abierta por presunto terrorismo, apostaron fuerte en la reunión por que ERC renueve liderazgos y presente caras nuevas. El adiós de Junqueras, en cualquier caso, no es definitivo. Según el comunicado que envió el partido tras la reunión, el presidente de la formación «abrirá un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro». Es decir, quiere comprobar cuántos apoyos tiene a nivel interno para seguir o dar paso a un relevo.
El cónclave republicano decidió, además, convocar un congreso extraordinario para el 30 de noviembre. Será ahí donde las bases elegirán a una nueva dirección y también, si es el caso, una nueva estrategia política. Junqueras y Rovira llevan haciendo tándem al frente de Esquerra desde el año 2011. Por primera vez se ha roto esta dupla. La quiebra entre el número uno y la número dos se consumó este miércoles y cierra todo un ciclo para los republicanos, en el que consiguieron la presidencia de la Generalitat y protagonizaron el 'procés' independentista.
El debate sobre cómo recomponerse tras el hundimiento electoral -que viene de largo, porque también se produjo después de la erosión en las municipales y las generales- deriva de un momento muy delicado, en el que ERC tiene en sus manos la llave de la investidura catalana. Esquerra debe decidir si facilita la elección de Salvador Illa, si atiende la llamada envenenada de Carles Puigdemont o si se la juega al todo o nada en unas nuevas elecciones para las que no tiene ni candidato.
Congreso extraordinario
Será el 30 de noviembre para que las bases de Esquerra elijan una nueva dirección y también, si es el caso, una nueva estrategia política
ERC tiene que ordenar su casa y acabar de digerir la derrota antes de abordar la investidura. Pero no va sobrada de tiempo, toda vez que los socialistas y el calendario aprietan y las negociaciones para la presidencia del Parlament, la primera meta volante, están ya a la vuelta de la esquina. El próximo 10 de junio es la fecha tope para votar la presidencia de la Cámara. Y el primer pleno de investidura se celebraría a los 15 días.
La apuesta de Tardà por el PSC
Aun así, ya hay movimientos de cara a la investidura. El exportavoz de Esquerra en el Congreso, Joan Tardà, reclamó este miércoles a la dirección de su partido que facilite la elección de Salvador Illa y luego pase a ejercer una oposición «colaborativa». Tardà encontró réplica en el consejero de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena, cargo de la máxima confianza de Junqueras, quien avisó de que el partido no se encuentra «ahora» en la situación de investir a Illa. La posición oficial en la formación es que las urnas les mandan a la oposición y que quienes tienen que entenderse son el PSC y Junts.
Mientras, los socialistas trabajan ya en la investidura enfilando su ronda de contactos. Illa ha enviado una carta a la militancia en la que dice ponerse en marcha para «abrir una nueva etapa» en una Cataluña con un «buen Gobierno» y «avances económicos y sociales», sin «bloques ni bandos». PSC y PSOE apuestan por un Ejecutivo en solitario con apoyos externos, sin descartar otras opciones. Y confían en que ERC les acabará apoyando, aunque admiten que la situación es difícil.
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