«Es un gran funeral que nunca acaba»
Los especialistas de las funerarias locales se esfuerza en reconstruir los rostros de los niños destrozados por los disparos
mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Martes, 31 de mayo 2022, 22:14
Durante más de un siglo la Iglesia del Sagrado Corazón de Uvalde (Texas) ha sido la piedra angular de la comunidad católica de esa población con profundas raíces mexicanas, pero ninguno de sus párrocos ha tenido nunca la inmensa tarea que recaerá a partir de hoy sobre los hombros del padre Eduardo Morales: doce funerales en una semana. «Es como un gran funeral que nunca acaba», dijo el padre Eddie a la cadena NBC con una amarga carcajada que tuvo que explicar. «Me río por no llorar», aclaró.
Donde no había sitio ni para el humor negro era en las dos funerarias que, desde este martes, sirven de capilla ardiente. Ataúdes pequeñitos de color blanco, alejados de las cámaras ante las que ya han llorado los padres de los 19 niños asesinados el martes pasado en la escuela de primaria Robb, por un adolescente huidizo y resabiado que no hubiera podido graduarse esa semana debido a su fracaso escolar.
Para mostrárselos a sus padres los embalsamadores han tenido que hacer muchas reconstrucciones faciales con técnicas de tanatoestética. Así de destrozados dejó los cadáveres Salvador Ramos, que empezó disparándole a la cara a su abuela y ya no le tembló el pulso cuando entró en el colegio.
Una de sus primeras víctimas mortales en la clase de cuarto de primaria de la que solo salió una niña con vida fue Ameri Jo Garaza. Su padrastro, paramédico, estaba ayudando a socorrer a la niña superviviente bañada en sangre que pensó herida cuando se dio cuenta de que no tenía ninguna orificio de bala. «Me dijo que era la sangre de su mejor amiga… Ameri», rompió a llorar desconsolado Alfredo Garza ante las cámaras de CNN, mientras abrazaba un retrato de la niña.
«¡Era tan dulce! Tenía un corazón de oro. ¿Cómo se le puede disparar a una cara así?», se preguntaba desgarrado. El retrato se lo habían tomado esa misma mañana, cuando recibió uno de los premios honoríficos de fin de curso.
La llamada fatídica
La pequeña acababa de cumplir este mes de mayo los diez años. Sus padres le regalaron el teléfono móvil que tanto les había pedido, sin imaginarse que le costaría la vida. Al escuchar al pistolero decirles «Vais a morir todos», la niña marcó el teléfono de emergencias y recibió un disparo en la cara.
Su velatorio fue precisamente el primero de esta semana en la funeraria Hill Crest que está junto al colegio donde falleció. Dos de sus empleados quisieron ayudar a Ramos cuando le vieron estrellarse en la zanja con la camioneta ranchera de su abuela, pero el chico emergió a tiros por la ventana del copiloto y salieron huyendo.
Como si intentaran expiar la culpa de no haber impedido la masacre, la funeraria ha ofrecido sus servicios gratis a las víctimas, imitada por la otra funeraria del pueblo que esta semana no da abasto.
Como la floristería, que ha tenido que traer gente de otras partes del estado para cumplir con los arreglos florales que le encargan. Todo Uvalde es esta semana un desfile de lágrimas procedentes de todos los rincones de Texas. Son muchos los que quieren rendir tributo a los niños y demostrar su solidaridad con las familias, empeñadas en recordar a quienes eran sus hijos. Niños obedientes, risueños, con sueños propios que ya daban señales de quiénes serían en la vida robada al instante con un AR-15 semi automático, comprado legalmente, como la mayoría de los que desatan las masacres en EE UU.
Desde entonces ha habido 17 tiroteos masivos que no pasan de los titulares locales, según el Archivo de la Violencia de Armas que se encarga de rastrearlos. En total, 13 muertos y 70 heridos en menos de una semana, 230 tiroteos masivos en lo que va de año.
El senador demócrata de Connecticut, Chris Murphy, cuya vida política quedó marcada por la matanza escolar de Newtown, lidera el esfuerzo legislativo de implementar algún tipo de legislación que acote la venta de armas sin que se espere que pase de la Cámara Baja, donde su partido tiene mayoría. La batalla de las armas está tan perdida como la de las vidas que se lloran esta semana en Uvalde.
Apoyo de Nueva Zelanda a la regulación de armas
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, se reunió este martes con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, y con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca en el marco de la invasión rusa a Ucrania y las recientes tensiones en la región del Indo-Pacífico. Nueva Zelanda no es ajena a la discusión y debate sobre la prohibición de las armas. El fiscal general de Nueva Zelanda, David Parker, anunció en marzo de 2019 que el Gobierno neozelandés iba a prohibir los rifles semiautomáticos tras la masacre de Christchurch. La primera ministra neozelandesa transmitió a Biden que «cualquier cosa» que puedan compartir ambas naciones «que pueda ser de valor» será beneficiosa.