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El histórico parque salmantino de La Alamedilla recupera hoy uno de sus elemento más característico: los patos. Fue ya a finales de noviembre del año pasado cuando estos animales tuvieron que abandonar su estanque no solo como medida preventiva ante la gran expansión de la gripe aviar: hubo un brote de dicha enfermedad.
Un pato y una oca aparecieron muertos en octubre de 2022 y, días más tarde, pudo confirmarse que la causa era la gripe aviar. Por ello, a finales de noviembre se inició una cuarentena de todos las aves de La Alamedilla, un total de 22 patos y dos cisnes; y resultó haber más casos positivos. Siguiendo con las medidas pertinentes en una situación así, el estanque fue limpiado a conciencia para su desinfección.
A mediados de febrero, se introdujo de nuevo en el parque un primer pato, un azulón. Ahora, ya cuenta con la compañía de sus compañeros.
Situado junto a dos localizaciones de lo más céntricas (Plaza de España y Gran Vía), el parque de la Alamedilla ha sufrido grandes cambios a lo largo de los años. Cambios que, a ojos de los salmantinos, pueden resultar de lo más curiosos. Por ejemplo, a día de hoy se conservan los cisnes, pero estas no son las únicas aves que lo han habitado.
El origen de este parque data de 1863 «fruto de la corriente ilustrada de la época, en la que prevalecía el interés por la naturaleza y el recreo», cuentan desde Savia, la estrategia de infraestructura verde de la ciudad, y añaden que «la creciente sociedad salmantina pedía un espacio de esparcimiento al aire libre».
Sin embargo, en el siglo anterior ya se le puede seguir la pista a este enclave: «el espacio que hoy es La Alamedilla ya aparece reflejado en el primer plano que se conoce de Salamanca, realizado en 1784 y muestra un triángulo delimitado por lo que entonces se conocía como Calzada Real a Madrid (después Paseo del Rollo), Paseo de la Puerta de Toro a la de Santo Tomás (luego Carretera de Vigo-Villacastín, hoy Paseo de Canalejas) y una esgueva que fue tapada alrededor de 1877», explican desde Savia.
Pero tal y como se conoce el parque a día de hoy, empezó a fraguarse en 1879, cuando el Ayuntamiento de Salamanca compró unos terrenos con el fin de hacer un paseo y un parque que «sirviese de solaz disfrute de los vecinos». Al año siguiente comenzaría su proyecto de construcción.
Y desde entonces, La Alamedilla no ha dejado de cambiar a lo largo de los años. En concreto, fue en los años 70 cuando se produjo la incorporación del minizoo y la pajarera, después de que en 1963 se sumara a sus instalaciones el parque infantil.
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