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Paz en la Perfumería La Cibeles; en el círculo, la fachada. José Manuel García
Negocios de toda la vida

La dependienta aún en activo más longeva de Salamanca que vendió esmalte de uñas a granel

Paz ha atendido Perfumería La Cibeles durante sesenta y tres años, y aún con 90 sigue detrás del mostrador

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 6 de mayo 2024, 08:55

Aunque no para de repetir que ella «no tiene historia», lo cierto es que es la mejor testigo del comercio en Salamanca después de más de sesenta años detrás del mostrador. Paz tiene 90 años -en noviembre de este año hará los 91- y continúa atendiendo la Droguería La Cibeles en la céntrica calle Concejo con la valentía que le ha definido en más de medio siglo de cara al público. «Yo soy una persona muy sencilla», así se define ella. Una mujer sencilla, trabajadora -a la vista está- y decidida. Porque la vida le ha llevado a serlo y tomar las riendas de este negocio que comenzó su marido en el año 1941.

Acababa de terminar la Guerra Civil y fue la inspiración de un tío residente en Santiago de Compostela quien le motivó a abrir una tienda similar a la que él poseía. En la capital no era muy frecuente encontrar este tipo de comercios y su apertura causó un gran furor en Salamanca. «Había cola hasta la antigua Telefónica porque trajeron unos jabones de manos que no se habían visto hasta entonces», comenta Antonio, el hijo de Paz. Un negocio que comenzó para probar suerte pero como asegura Paz, «claro está que no se equivocó».

Eso sí, desde entonces el comercio ha evolucionado mucho a pesar de que la entrada al local parece un viaje en el tiempo. Cruzas la puerta y la estampa es la de esos negocios de toda la vida. Suelo en baldosas, los productos en estanterías e incluso conserva el peso y la báscula que utilizaban entonces «cuando todo se vendía a granel». No sólo los perfumes, también los esmaltes de uñas: «Venían en unos frascos de cristal y la gente venía para que les echáramos un poquito», recuerda Paz.

Entonces no había tanta variedad de colores, «sólo uno o dos» y la colonia se fabricaba. «Aquí tenías todos los frascos de litro con las esencias y te decía: 'quiero que huela a rosa' o te venían con el frasco y tenías que dar con el olor para acertar», explica la hija de Paz. Ahora es más cómodo aunque «menos entretenido» y representa una muestra más de que «nada funcional igual que antes», como lamenta Paz. Porque antes la venta era mucho más fluida y el comercio local gozaba de todo el protagonismo en las ciudades. «Antes en todas las casas había porteros que venían a buscar a final de mes los encargos de cada casa, y había que hacer un montón de facturas», explica Paz.

«Aunque lo lógico sería que me jubilara, me da pena»

Ahora, en cambio, «hay mucha competencia» y los pequeños negocios tienen que hacer malabares para sobrevivir. En su momento Perfumerías La Cibeles contaba con otro almacén e incluso llegó a tener otras tres personas trabajando. Hoy en día es Paz a sus 90 años la persona que se encarga en su totalidad de la atención de la tienda. «Yo no cierro porque me da pena, llevo cotizando infinidad de años y aunque lo lógico sería que me jubilara, me da pena», asegura.

Y es que sus cuentas con la Seguridad Social ya están más que saldadas después de toda una vida trabajando tanto dentro como fuera de casa. «Tengo cuatro hijos, dos hijas y dos hijos, y atendía a la tienda y a ellos», asegura. En los años sesenta no era habitual que una mujer trabajara aunque es un logro del que Paz se siente especialmente orgullosa y forma parte de un terreno sembrado en su momento que desde hace años tiene sus frutos: «Ahora afortunadamente tenéis todas trabajo», comenta.

El mejor photocall de Salamanca, la fachada de La Cibeles

«Me dicen que si cobrara por las fotos que hacen a la puerta me haría rica», dice Paz. Una afirmación que no falta a la verdad puesto que lo cierto es que llama la atención de los turistas que pasean por la calle Concejo. Una puerta en arco donde luce el rótulo de La Cibeles por debajo del título de Droguería Perfumería, un escaparate que atrae todas las miradas, unos remates en dorado y un pase vip a un viaje al pasado.

Eso es lo que representa esta institución en el comercio salmantino que es, de hecho, único en la capital. «Los cristales curvos en el escaparate ya no existen», comenta. Tampoco es común ver las miniaturas de perfumes perfectamente colocadas en la vitrina y que forman parte de esa personalidad que ha adquirido La Cibeles y que atrae a clientes, vecinos y turistas, animados por el exterior, cautivados por el interior y enamorados de la atención.

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