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Juan Carlos Benéitez y su mujer en la librería Benéitez. José Manuel García
Negocios de toda la vida

La librería de barrio en Salamanca que nació como taller de encuadernación y lleva medio siglo

Librería Benéitez, en la avenida Campoamor, comenzó especializándose en encuadernación artesanal y hoy combina libros, papelería e impresión digital para seguir viva

Laura Linacero

Salamanca

Lunes, 25 de agosto 2025, 14:26

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Lo dice su letrero. También las gavetas de madera que aún conserva o la máquina de encuadernación que guarda con cariño en la trastienda. Entre estanterías llenas de libros y el aroma del papel, la Librería Benéitez lleva casi medio siglo siendo un referente en el sector. Fundada en 1978 por el padre de Juan Carlos Benéitez, nació como un taller de encuadernación con una pequeña sección de libros. «La idea inicial era encuadernar, pero con el tiempo la librería y la papelería fueron ganando terreno», recuerda.

Hoy, el taller sigue presente en esencia, aunque el negocio se ha adaptado a los nuevos tiempos. En los primeros años, la encuadernación era el motor. «Antes se encuadernaban mucho a los militares, los cuarteles, la Universidad… también con el boom de los fascículos», cuenta el librero. La media piel, el cosido manual y otros trabajos artesanales formaban parte del día a día, especialmente para clientes exigentes como catedráticos y profesores que querían sus volúmenes encuadernados a mano.

El fundador, maestro en su oficio, no ocultaba su predilección por lo artesanal: «Cuando le pedían encuadernaciones de espiral o trabajos más mecánicos, decía que eso era una tontería. A él le gustaba el trabajo fino». Aunque esta parte del negocio ha disminuido, el cartel de «Encuadernaciones» sigue presidiendo la fachada debajo del llamativo 'Benéitez' amarillo como homenaje a sus orígenes. Sin embargo, con los años la librería fue ampliando servicios: venta de libros de texto, papelería y, más recientemente, impresión digital y trabajos bajo demanda.

«En una ciudad como esta, no puedes vivir solo de una actividad, hay que diversificar», señala convencido Juan Carlos. La llegada de grandes superficies y del comercio online han obligado a reinventarse: «Competimos con trato y servicio, solucionando rápido lo que el cliente necesita». El boca a boca y la fidelidad de varias generaciones siguen siendo claves. «Hay abuelos que vienen con sus nietos y eso es gratificante. Y gente que se marchó del barrio y al volver nos dice: 'Todavía estáis aquí'», comenta orgulloso.

Referentes más allá del barrio

En la zona tienen aquellos clientes que han visto crecer. A los que entonces apenas llegaban al mostrador para comprar el material escolar y ahora son los encargados de hacerse con los rotuladores para sus hijos. Sin embargo, su clientela va más allá del barrio. «Muchos universitarios nos conocen porque les resolvemos algo rápido y luego vuelven». Esa cercanía se ha convertido en seña de identidad: «Sabemos lo que da de sí el negocio y hasta dónde podemos llegar, pero estamos conformes», asegura.

A pesar de la nostalgia, Benéitez es realista: «Cuando cierran comercios, da pena… pero para que un negocio siga, hay que estar al día. Si no, no sobrevives». Ese ha sido el objetivo que se marcaron en sus orígenes, lograr seguir sumando años para soplar los 50, y a partir de ahí, continuar marcando décadas en el calendario.

La complejidad del negocio local

Los obstáculos a los que se enfrenta el negocio local complican la supervivencia. Juan Carlos recuerda como punto de inflexión cuando comenzaron a comercializarse los libros de texto en grandes superficies. Tras ese duro golpe para las librerías de proximidad, llegó la venta online. Sin embargo, pese a las dificultades, la Librería Benéitez sigue abriendo cada día con la misma esencia desde hace 47 años.

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