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Álvaro y su equipo en La Latina. José Manuel García
Bares con historia

El mítico bar de Salamanca para los universitarios que cerrará próximamente

La Latina, actualmente regentado por Álvaro y su padre -que se jubila-, bajará la persiana este verano después de diez años al frente de este histórico local

Laura Linacero

Salamanca

Sábado, 24 de mayo 2025, 11:44

Es una leyenda en la hostelería de Salamanca. Pocos estudiantes universitarios habrá en la ciudad que no hayan hecho parada en este céntrico bar. El rincón del café antes de un examen importante. El templo del pincho a media mañana para recuperar fuerzas. El menú para comer con el suelto que se encuentra el bolsillo. Y el brindis de cerveza para celebrar que, bien o mal, el curso ha terminado. Todas esas rutinas se romperán próximamente: La Latina baja la persiana y se cierra -sin sucesión por el momento- para siempre.

Álvaro y su padre cogieron el bar hace una década con un traspaso motivados por seguir haciendo grande La Latina, un histórico de la hostelería de Salamanca. «Lo cogimos en septiembre de 2015», recuerda Álvaro. Entonces trabajaban en otro local de hostelería en el Patio Chico y se decidieron a asumir el relevo. «Vimos que se alquilaba y dijimos, ¡a la aventura!», asegura. Diez años han pasado de esa decisión aunque desde ese septiembre, parece que haya pasado toda una vida. «Todo ha cambiado muchísimo», asegura.

Uno de los factores que más han visto variar ha sido el nivel económico que ha afectado inevitablemente al curso del bar. «Antes la gente no miraba tanto el bolsillo, pero ahora quieren más por menos», añade. Aún más después de la pandemia, un punto de inflexión en la hostelería. «La gente se ha vuelto mucho más meticulosa», apunta. Y en una zona nutrida principalmente de los estudiantes universitarios, esta combinación de alteraciones ha marcado la evolución del negocio. «Antes los universitarios tampoco gastaban demasiado pero sí se podían permitir tres cafés al día; ahora son dos y dando gracias», lamenta.

Y eso que han hecho todo lo posible por ajustar los precios al máximo, conscientes de que sus clientes mayoritarios necesitan mirar la cartera. «Lo que más llamó la atención fue un menú que puse por 3,10 euros para estudiantes», recuerda. La inflación le obligó a subir el precio pero aún hoy en día «con siete primeros, siete segundos y un agua», el menú sale por 6 euros para los universitarios y 8,50 euros para el resto de la clientela. «Todas esas ideas locas son cosas de mi padre que, al final, funcionaban», ríe.

Adiós a La Latina

Ideas locas que hacían del bar un sitio familiar, con sus aciertos y sus errores, pero que se convertían en amigos de los estudiantes procedentes de cualquier parte de España. «Hemos sido siempre muy cercanos a la gente, tanto nosotros como Eric y Chema, los camareros que llevan con nosotros todo este tiempo», asegura. Eso es lo que ha conseguido tejer este clima que hace que los clientes les pidan que no cierren, aunque el final sea inevitable. «Hay gente que nos dice: '¡Pero no os vayáis!'», asegura Álvaro.

«Hay gente que nos dice: '¡Pero no os vayáis!'»

Sin embargo, ese momento llegará en el mes de julio. «Mi padre se jubila y yo, por temas personales, he acabado muy cansado. Creo que lo mío ya lo hice y quiero cambiar un poco de vida», explica. Una etapa que se cierra, un histórico de Salamanca que baja la persiana y cientos de estudiantes que se quedan huérfanos de bar. «Sabemos que la despedida va a ser muy emotiva, pero hay que evolucionar y creo que los cambios son buenos», asegura.

El cuadro de la taberna de 'Los Simpson' - que no es la de Mou, sino de La Latina-, la colección histórica de tickets de mundiales de fútbol colgada en la pared o los cuadros de madera que decoran un lateral encontrarán otro lugar, pero ya no será en calle Latina, 2. Eso sí, la frase enmarcada que también tiene visible en el local: «He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para la salud», de Voltaire. Esa, la lleva en su cabeza y en su corazón.

  1. La anécdota estrella de 'La Latina'

    La fuga de las fiestas universitarias

Cuando Álvaro cogió el local hace diez años, las fiestas universitarias se celebraban mayoritariamente en Van Dyck. Sin embargo, la cercanía con los estudiantes hizo que esa tendencia se diera la vuelta. «Nos llevábamos muy bien con los chavales y empezamos a traerlas aquí», recuerda. Sin embargo, aunque fue una época «muy buena», esos años hicieron mella en los vecinos. «Al final los vecinos se acabaron cansando y se las llevaron de aquí», comenta. Fue bonito mientras duró.

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