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José Luis Moreno, actual dueño y tercera generación de la Churrería Casimiro. José Manuel García
Bares con historia

La churrería que empezó hace un siglo en la ribera del Tormes y triunfa en EEUU

La Churrería Casimiro cuenta con 124 años de historia y una cuarta generación a sus espaldas

Laura Linacero

Salamanca

Sábado, 9 de noviembre 2024, 10:51

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Los domingos para desayunar. Una tarde lluviosa de merienda con chocolate. Untado en un café. En un cucurucho de cartón paseando por la calle. En un banco antes de dar por finalizada la noche. En 1900, 1910, 1920... y se pueden seguir sumando décadas de Churros Casimiro hasta a día de hoy. La churrería más antigua de Salamanca cuenta con más de un siglo de historia y tiene sus orígenes en una caseta en la ribera del Tormes. «Mi abuelo empezó en lo que es ahora Rector Esperabé y más adelante se incorporó mi padre», explica José Luis Moreno, actual dueño de la churrería.

De generación en generación hasta cumplir con una cuarta. «Luego mis padres tuvieron una churrería enfrente de lo que era La Posada, 'La Castellana' y ya hace 65 años que estamos aquí», añade. En el barrio San Bernardo, en la calle Doñinos, han pasado la mitad de su centenaria vida, aunque nada tiene que ver su día a día con la rutina que mantenía su abuelo para sacar adelante el negocio. «Mi abuelo hacía la masa y los estiraba de uno en uno y así los iba friendo; si viera como se hace ahora, no se lo creería», explica.

La mecanización en los procesos ha permitido aligerar el trabajo de forma considerable. «Nadie sabe el trabajo que conlleva», apunta. Él mismo lo vivió hace unos años cuando una amasadora se estropeó y tuvieron que hacerlo a mano. «Éramos incapaces de darle vueltas a la masa», añade. El tiempo y el esfuerzo en la producción, afortunadamente, han cambiado drásticamente.

También las condiciones en el trabajo. «Recuerdo cuando era pequeño y con las calderas de carbón se podía estar trabajando con 40 grados y en la calle pleno invierno», comenta José Luis Moreno. Los métodos han variado pero no la receta. Continúa siendo la misma desde hace exactamente 124 años. «Seguimos con la misma proporción de agua, aceite de girasol y de harina, una especial que nos hacen a nosotros», apunta.

«Cuando empezó la guerra de Ucrania fue un desastre económico: el aceite subió un 400%»

Unos ingredientes que en los últimos años han sufrido una variación en el precio importante aumentando de forma inevitable el coste de la producción y, por tanto, del producto. «Cuando empezó la guerra de Ucrania fue un desastre económico: el aceite subió un 400% en cosa de un mes y la harina el doble», añade. La falta de existencias sumado a un precio exagerado complicó mantener la producción de la churrería Casimiro intacta. «Como no había aceite, tenías que encargar muchísimos litros a unos precios increíbles», recuerda.

Churros salmantinos por medio mundo

Sólo en Salamanca, la churrería Casimiro llegan a unas 170 cafeterías. Sin embargo, en la fábrica la producción es de hasta 25.000 churros diarios. Y es que no es sólo una churrería para los salmantinos, es una churrería salmantina para el mundo. Cuenta con un sistema de envasados y ultracogelados que ha conquistado los paladares americanos.

Se venden principalmente en el estado de New Jersey, como aseguran en su página web, aunque se exportan hasta en tres continentes. «150.000 churros vendidos en México 'de una tacada', o los 130.000 a Singapur», indican. Una elaboración con marca salmantina que cruza el charco para «endulzar el paladar del mundo».

  1. Anécdota estrella de la Churrería Casimiro

    Hacer churros con una choricera: el invento del siglo

A problemas, soluciones. El esfuerzo que conllevaba hacer los churros a mano le llevó al abuelo de José Luis a ingeniar una herramienta que agilizara el trabajo. «Mi abuelo hacía los churros con una impulsora de brazo y, para que fuera menos cansado, adaptó la máquina de los chorizos para hacerlo», explica. Así lograba que salieran más proporcionados, más rápidos y sin perder sus propiedades. «Fue el invento del siglo para el churrero», ríe José Luis.

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