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Lo que un día fue el núcleo de la atención sanitaria en Salamanca, el refugio de miles de enfermos y la salvación de cientos de casos hoy es un conjunto de escombros. La demolición del Hospital Clínico Universitario coge carrerilla y se prepara para la última fase. Después de derribar por completo el edificio trasero más próximo al nuevo hospital, -que, de hecho, se conectaba con él de forma subterránea-, comienzan ahora a echar abajo el edifico más alto del conjunto asistencial. Se trata del inmueble situado en el medio y es uno de los más complejos puesto que la estructura alargada dificulta las obras.
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La pieza central constaba de diez plantas y para acabar con tales dimensiones, es necesario recurrir a una logística más avanzada. Esta es la razón por la que la reanudación de las obras se ha postergado algo más de lo previsto puesto que la maquinaria que necesitan requiere de un brazo más alargado para alcanzar la altura del edificio principal. Además, las navidades y la vuelta a la normalidad tras los días festivos ha paralizando de alguna manera un proceso que toma de nuevo velocidad de crucero tras ocho meses desde que comenzaran las obras, -se iniciaron a finales de mayo y la idea era que finalizasen en un plazo máximo de nueve meses-.
Sin embargo, los plazos establecidos se cayeron como se caía la estructura del edifico. La aparición de amianto bajo los suelos de muchas de las plantas retrasó las obras del derribo por motivos de seguridad, por lo que el proceso podría alargarse aún unos meses. La eliminación del material tóxico se convirtió entonces en una prioridad y ahora la evolución del derribo ha tomado fuerza. Tanto, que en los próximas semanas se espera acabar también con el último edifico y el que acogía el acceso al centro. De dimensiones equivale al primero que se derribó por lo que no debería suponer ninguna dificultad su derribo.
La urgencia de la demolición nace de la necesidad de dejar libre el solar para la construcción del edificio y albergar así las consultas externas y las nuevas áreas de administración. En la actualidad, se mantienen en el hospital de la Virgen de la Vega y apremia la posibilidad de trasladar el trámite administrativo para despojar de esta tarea al centro del Paseo de San Vicente.
El derribo del edificio comenzó con el desmantelamiento del interior de las dependencias sanitarias, lo que llenó de mobiliario como mesas, sillas, ventanas, estanterías, taquillas, radiadores, aparatos médicos y otros utensilios a finales de mayo del pasado año. Poco después se inicio el derribo de algunas partes del exterior del edificio, pero con mucho cuidado porque ya se había descubierto la presencia de amianto. Un hecho que paralizó las obras y que supuso un punto de inflexión en el trabajo.
Por ello, una empresa especializada en el manejo de los materiales tóxicos tomó las riendas del derribo. Ahora, el derribo depende directamente de la empresa inicial que va a construir lo que queda del nuevo Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. Resulta complicado estimar unos plazos y saber cuándo se podrá ver la edificación concluida puesto que ni siquiera está acondicionado el lugar y faltan meses hasta que se pueda iniciar las construcción, pero los tiempos procurarán acortarse lo máximo posible para instalar los servicios previamente citados que comienzan a urgir en el Hospital Clínico Universitario.
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